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El obispo de León, en un acto público.

El obispo de León califica de «desgracia» el incendio de Notre Dame

Julián López lamenta las fechas señaladas de este suceso y espera que sirva para tener todos «sumo cuidado» con el patrimonio

RUBÉN FARIÑAS

León

Martes, 16 de abril 2019, 12:28

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La televisión sirvió como vehículo para que el obispo de León recordara el suceso que 53 años atrás vivió el templo más importante de su diócesis. El fuego que por aquel entonces arrasó gran parte de la Catedral de León vivió una simbiosis al episodio que registraba este lunes París, cuando la aguja de Notre Dame se venía abajo y un incendio arrasaba la zona central del edificio más visitado de la capital francesa.

Julián López ha lamentado este suceso, el cual ha calificado de «desgracia» y que espera sirva para tener todos «sumo cuidado» a la hora de salvaguardar el patrimonio.

«Nos apena que haya sido en estas fechas, cuando las catedrales e iglesias se llenan para conmemorar estos días que evocamos», afirmaba el obispo.

Él mismo, vivió un episodio similar en su pueblo, Toro, cuando tenía 11 años. «Se quemó una iglesia que tenía toda la Semana Santa dentro».

A las 18:30 horas del 29 de mayo de 1966

Eran alrededor de las 18.30 horas cuando un rayo de gran potencia cayó sobre la cubierta de la catedral leonesa, aunque las primeras señales de humo no se apreciaron hasta las 20 horas y media hora más tarde, de forma paralela al momento en el que la oscuridad de la noche se hacía más visible, surgieron las primeras llamas. «Cuando se hizo de noche era muy espectacular», recuerda Primo Lucio Panero, en aquel momento secretario particular del obispo Luis Armarcha.

Los teléfonos, según informa Ical, no dejaban de sonar en la centralita de Telefónica, aunque las telefonistas, que desde la sede de la calle Padre Isla tenían una vista terrible, a la vez que privilegiada del incendio, apenas eran capaces de descolgar los terminales ante la espectacularidad de lo que estaba ocurriendo. La actuación fue casi con carácter inmediato y al avistarse las primeras señales de humo se dio aviso a los bomberos, a la catedral, al obispo y a las autoridades.

Según recoge el Boletín de la Diócesis de ese día, a las 21.30 horas «ardía toda la techumbre, desde el ábside hasta el hastial de la fachada principal, ofreciendo un aspecto desolador». Y tal era el desastre que se presagiaba que las emisoras de radio hacían llamadas a las provincias limítrofes, lo que movilizó hacia la ciudad equipos de bomberos de Zamora, Valladolid, de la Base Aérea de Villanubla, de Palencia, Santander, Oviedo, Avilés y llegados también de la Base Hispano-Americana de Torrejón de Ardoz, en Madrid –aunque finalmente algunos de ellos no tuvieron que intervenir y otros incluso se detuvieron en el camino al confirmarse más tarde que su intervención no era necesaria-.

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