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Dani Diez relata desde Valparaíso la situación del país.

Un leonés desde Chile: «He visto cómo aporreaban a niños en la cabeza»

Dani Diez lleva más de un año viviendo en Valparaíso, una de las ciudades en la que las revueltas populares de Chile se están viviendo con más intensidad y donde, con el de este martes, será la cuarta jornada en la que la ciudad sufrirá el toque de queda

N. Brandón

León

Martes, 22 de octubre 2019

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«Llegan los militares y si estás por la calle, te detienen». Ya son cuatro días de emergencia nacional en Chile, y en medio de esa realidad, el leonés Dani Diez relata las duras circunstancias en las que se desarrolla la vida diaria en Valparaíso, donde reside desde hace más de un año. Se trata de la tercera ciudad más poblada de Chile y uno de los focos a los que rápidamente se extendieron las protestas iniciadas en Santiago de Chile tras la entrada en vigor el pasado 6 de octubre de la subida de los precios en el sistema público de transporte.

Las protestas pronto empezaron a incrementar su dureza e intensidad hasta llegar a un balance actual de 11 muertos, «en contextos de quemas y saqueos», según el gobierno chileno. Aunque desde allí, la realidad relatada por este leonés es bien diferente. «La prensa es muy progobierno y es difícil encontrar medios de comunicación que cuenten lo que de verdad pasa. Por las tardes, son familias las que se manifiestan, y los carabineros (policía) cargan sin contemplación. He visto como pegan a niños en la cabeza y tiran gases lacrimógenos sin importar la edad».

Desde el pasado sábado, Valparaíso es una de las ciudades chilenas en las que el presidente Sebastián Piñera ha decretado el estado de emergencia nacional. Desde allí, este leonés cuenta que «el Gobierno busca crear un ambiente de guerra y tensar la situación para que la gente se asuste». Cuatro días sufriendo las consecuencias de esta situación, en la que los toques de queda se extienden hasta 12 horas, desde las seis de la tarde hasta las seis de la madrugada, y las caceroladas desde las casas de estos porteños resuenan en todo Valparaíso.

«Nada que ver con Cataluña»

«Estos días veía lo de Cataluña y de repente paso esto aquí y no tiene nada que ver. Aquí están todos más descontrolados, tanto los manifestantes como el ejército». La principal circunstancia que destaca este leonés es la dureza con la que actúan tanto los policías como el ejército que se despliega con el toque de queda. «Las furgonetas de los carabineros se meten por la acera y atropellan a la gente. Eso no lo muestra las noticias. Al caer la noche, puedes ver comandos de 25 militares con ametralladoras por las calles, pero aun así la gente sale, hace barricadas, y vuelve a casa».

La situación es profundamente diferente entre el día y la noche. Con la luz del sol, en esta ciudad portuaria las manifestaciones son «pacíficas, de familias que protestan o música en las calles, aunque los carabineros responden con exceso». Es al llegar el toque de queda cuando todo cambia y «la calle se convierte en un caos, porque las protestas no están localizadas y en cualquier momento te las puedes encontrar».

Tras más de un año en Chile, Dani ha podido conocer el día a día de un país «donde la vida cuesta lo mismo que en España, pero los sueldos son bajos, los transportes son caros... la diferencia de clase social es muy grande. La subida del precio del metro ha sido el detonante de una situación donde la gente estaba ya muy indignada».

Precisamente ha sido la gente joven la que iniciaba esta oleada de protesta popular en Santiago de Chile el pasado 6 de octubre, con bloqueos en líneas de metros, y la respuesta del Gobierno, que comenzaba con algunos cierres de estaciones, se fue endureciendo a medida que aumentaba la intensidad y seguimiento de este movimiento que reclama un cambio en Chile. «Aquí en Valparaíso la mayoría de la población es joven y estudiante, lo que ha influido en el seguimiento de las protestas», relata Dani.

Imagen de un supermercado tras un saqueo.

Saqueos

Al igual que en Cataluña, esta situación ha sido aprovechada por otras personas con otras intenciones. «La gente aprovecha para saquear. Es lo más heavy que visto. Llevarse televisores, por ejemplo, aunque los propios participantes de la revuelta paraban a esas personas y echaban los televisores al fuego para que se vea que no se intentan aprovechar de la situación y desmarcarse de los saqueadores». En medio de ese descontrol, Dani fue testigo de «algo bonito y que es una buena muestra de cómo está el país. Hicieron una cadena humana para saquear una farmacia y después repartieron los pañales y las medicinas en función de las necesidades de la gente».

La principal consecuencia de estas revueltas es la paralización de esta ciudad de 250.000 habitantes. «Hay problemas de abastecimiento. Almacenamos agua en las cacerolas porque hay cortes de agua. Los supermercados y gasolineras llevan cuatro días sin abrir y los bares también están cerrados».

Dani sigue recibiendo mensajes de preocupación desde España, pero él tiene claro que «aunque a veces da miedo, las protestas no deben parar porque si no, en el fondo, no habrán conseguido nada, solo perjudicar a la población con los destrozos». Por el momento, este martes Valparaíso ha amanecido en calma…

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