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La pregunta, tras el pregón, siempre es clara. ¿Cantamos, rezamos o nos vamos? Y los leoneses, también como siempre, apuestan por la primera opción. No puede ser de otra forma cuando se enfila la primavera, por muy lejana que quede.
La ciudad volvió a recordar su pasado tradicional con las Marzas, una fiesta en la que la Asociación Cultural Aguzo rinde homenaje a la costumbre en la que, con la esperanza puesta en la llegada de la estación de las flores y el comienzo de un nuevo año agrícola, los mozos y mozas de León salen a la calle para cantar y bailar al ritmo de la música.
Ya son veinte los años que Aguzo suma organizando este rito en el que no falta detalle. Como manda la tradición antes del recorrido por las calles del León, el mantenedor, que este año fue el secretario de Promonumenta, David Gustavo López, hizo una semblanza de la fiesta, pidiendo el tradicional permiso a la autoridad, encarnada este año la concejala de Acción y Promoción Cultural, Evelia Fernández, que sin dudarlo dio el beneplácito.
Aquellas celebraciones, que también conllevaba la 'ronda' a las más jóvenes de la zona, porque de todos es conocido, que 'en marzo los almendros en flor y los mozos en amor'.
Una celebración que se ha resistido a desaparecer. Ya lo dice el refrán, renovarse o morir. Porque si de algo difieren los festejos de ayer a los de hoy es en la participación de las mujeres aquellas que, por derecho propio, se han ganado su lugar como marceras.
Así, vestidos con los trajes típicos del viejo reino, hombres y mujeres formaron un nutrido grupo que cantó y bailó por las calles del centro de la capital, haciendo de las marzas una fiesta querida y reconocida, que sin duda compone parte de la esencia de un León con historia.
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