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RUBÉN FARIÑAS
León
Jueves, 4 de abril 2019, 20:26
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Si Pérez Herrero, Luis Rico, Eulogio 'el gafas' y Porreto levantaran cabeza no hubieran podido imaginar la que han montado.
Su mito se convirtió en leyenda y el 'bendito canalla' hoy ocupa su lugar en el Museo de León.
El 90 aniversario de la muerte de Genaro Blanco, el pellejero más famoso de León, expone todo aquello que ha ayudado a forjar la historia del borrachín. Y todo comienza en aquella noche de Jueves Santo y de su fatídica muerte
De la sangre surge el hilo conductor, que es la cuerda para atar los chorizos, algo muy leonés y que lleva a un 'zigzag' narrando la historia. Las peripecias fueron varias para levantar una muestra con problemas técnicos para tensar el hilo y la necesidad de agujerear las lonas.
La historia, entre sorbo y sorbo de orujo, transcurre entre poemas, fotos, cuadros y música. Un recorrido que finaliza con la muerte y los documentos que inspiraron esta exposición que para nada podía ser normal. El seise imaginero, Juan Antonio Cuenca, quiso jugar con la picaresca. «Eso me estuvo dando la vuelta a la cabeza para decir: qué puedo hacer ameno o divertido, porque sabía que iba a tener mucho texto y la gente no lee mucho. Buscaba un fogonazo que llamara la atención para seguir el hilo conductor».
La Moncha y Genaro vuelven a estar cara a cara, como tantas veces lo estuvieron, según cuentan las malas lenguas del viejo reino. La tina ocupa el centro de la sala y junto a ella los cuatro evangelistas.
«Todo tiene un inicio y el inicio es lo difícil, lo que hicieron los evangelistas hasta el año 57, el montaje de la figura del mito de lo que era Genarín», afirma el abad de la Cofradía de Nuestro Padre Genarín, Maxi Barthe, «ellos pusieron en su boca versos y poemas y ese montaje es lo realmente difícil, el resto nos llega por añadidura».
El hilo conductor de la historia abarca desde 1929 hasta nuestros días, incluyendo los años más oscuros, cuando la censura amenazó a la leyenda. Todo empezó en el 57, cuando Eulogio pidió a Barthe un último poema. La anécdota la narra su hijo Maxi. «Se marchó a la Gitana y se encerró en el reservado; le recogimos a las cuatro horas y escribió los versos y cuando los fue a recitar se reunieron 3.000 personas. Le llamó el gobernador para felicitarle y le dijo que si volvía a hacerlo le metía en la cárcel».
Tras la oscuridad... llegó Kike Fernández, quien rescataría en el año 76 el mito genariano y que poco después retomaría el recorrido romántico de la mano de Pérez Herrero. Eran tiempos en los que todo valía como aquel año en el que, ante el aumento de público en el acto, decidieron alquilar un carro con un burro y llevar ahí la megafonía. «El burro vivió, superó aquel trance; pero murió al poco tiempo».
Este universo bohemio, la herencia recibida por Genarín, ha sido rescatada en el noventa aniversario de su desventura con la Bonifacia. El pellejero está más vivo que nunca y su tradición mantiene un intenso aroma a orujo maridado con la picaresca del mito elevado a leyenda.
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