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william ruiz
Sábado, 28 de julio 2018, 12:12
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Cuarenta y un años sirviendo a los comensales vallisoletanos dan para mucho. Esto lo saben bien en el restaurante céntrico Dover –especializado en la cocina tradicional con ciertos toques heredados de la cocina de León, Santander y País Vasco–, que, con una historia forjada desde 1977, ha anunciado su cierre para el próximo 31 de julio. Su apertura respondía hace cuatro décadas al de un establecimiento de autoservicio –entonces uno de los más grandes de la capital– que con el paso de los años se ha convertido en uno de los emblemas de la «cocina de toda la vida», que día tras día ha servido comida para esos clientes que iban más por el «boca a oreja» a probar los distintos guisos y platos elaborados en el local.
Todos aquellos que a partir del próximo martes pasen por uno de los laterales del mercado del Val, en la Calle Francisco Zarandona, ya no podrán percibir el aroma del fondo compuesto por puerro, patata y cebolla que se entremezcla con el gusto a bacalao rebozado, el plato insignia por el que repiten los clientes, aquellos que conocen bien a los propietarios y ven melancólicos, aunque comprensivos, el descanso merecido de María Isabel Rueda y Siricio Rueda, quienes han dirigido este restaurante toda su vida. «Su luna de miel la vinieron a pasar aquí arreglando el local», sostiene una persona próxima a la familia, quien afirma además que «se le hará extraño» no volver a frecuentar el restaurante para hablar con todos los que se acercan.
Para esta familia, el secreto para mantenerse a lo largo de los años en el sector de la hostelería y la restauración en la ciudad ha sido «el trabajo constante». Lo sostiene con firmeza Siricio Rueda –padre y propietario del Dover–, quien además de dedicar 41 años de su vida al negocio, lleva desde los 14 años en contacto con el mundo de la cocina –sobre todo con la del norte de España–, puesto que aprendió a cocinar en 1960 en el Colegio Mayor de Comillas, donde adquirió esa mezcla culinaria que tanto identifica al restaurante, además de ser una de las aportaciones durante estos años al sector de la restauración en la capital. Para el hijo de los propietarios, Sergio Rueda, el hecho de que el Dover también se haya mantenido todo este tiempo en este entorno competitivo –en el que se abren y se cierran negocios constantemente– ha sido gracias a que centraron la oferta de un menú del día «calidad–precio» para la gente que trabaja fuera y, por lo tanto, busca un entorno en el que comer bien por un precio razonable.
«Los clientes habituales se quedan sorprendidos por el cierre de un negocio que funcionaba bien», afirman los propietarios, quienes relatan que debido a la constancia han sobrevivido a épocas «complicadas», sobre todo la crisis económica de los años noventa y la de 2008, cuando se notaba que la población» se acercaba menos al restaurante por falta de dinero». Además indican que la reforma del mercado del Val también les supuso problemas, en su día, por las vallas, pero que afrontaron gracias a la buena relación forjada con los clientes y con los propietarios de los locales del interior del mercado, con quienes mantienen buena relación aunque el contacto no sea constante.
Tomar la decisión de cerrar definitivamente el negocio embarga a sus propietarios de un sentimiento de tristeza, que en el caso de los más mayores se transforma en incertidumbre ante un futuro nuevo en el que ya no formará parte la rutina de acudir cada mañana al restaurante a elaborar las comidas y pasar todo el tiempo al servicio de los comensales. «El después es lo que más nos preocupa», sostiene Siricio, quien además reconoce que echará de menos esa vida «de sacrificio» dedicada al sector de la restauración, ya que ha sido su día a día. En el caso de sus hijos, que aún frecuentan y trabajan en el establecimiento, admiten que el cierre sí que les da «penilla», pues han crecido aquí, pero por otra parte también sienten alegría porque por fin sus padres se podrán dedicar a disfrutar de una vida como recompensa a tantos años de trabajo constante. El Dover apaga así sus fogones agradecido por la confianza depositada por todos los clientes que han pasado por sus mesas en todos estos años.
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