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El edificio en construcción ocupa un lugar privilegiado en Byron Bay.
El 'nidito' de amor del dios del trueno

El 'nidito' de amor del dios del trueno

Chris Hemsworth y Elsa Pataky destrozan un paraíso australiano con la enorme mansión que construyen desde hace dos años

P. Perea

Sábado, 29 de septiembre 2018, 18:13

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Los vecinos de Byron Bay, un pequeño municipio costero del estado de Nueva Gales del Sur, en el sureste de Australia, andan escamados. Desde hace ya un par de años, el ajetreo de camiones y hormigoneras ha roto la paz de este enclave paradisiaco, famoso en todo el mundo por sus colinas boscosas asomadas a un salvaje litoral de aguas turquesas, ideal para la práctica del surf y el submarinismo y para la observación de la migración anual de las ballenas jorobadas, que desfilan solemnes a tiro de piedra de la costa. Millonarios de todo el mundo buscan el sosiego y la tranquilidad en sus tupidos bosques y sus playas interminables; entre ellos, estrellas del cine como Chris Hemsworth y su mujer, la 'celebrity' hispanorumana Elsa Pataky. Que son, precisamente, los causantes de su enfado.

Lo que ocupa a decenas de obreros y tiene en un sinvivir a los residentes de los alrededores podría confundirse con unas instalaciones industriales, el cuartel general del Ejército de un país mediano o la terminal de un aeropuerto edificada en un claro del bosque. Pero la enorme estructura de varias plantas, que empequeñece las mansiones desperdigadas por la arboleda, es, simplemente, el nidito de amor de la pareja y sus tres hijos, India Rose, Sasha y Tristan.

Al matrimonio se le había quedado pequeña la construcción original, una hermosa villa de estilo balinés con ocho habitaciones y once baños por la que habían pagado cinco millones de euros. Así que llamaron al arquitecto y comenzaron a añadir dependencias, sepultando en hormigón la planta original: gimnasios, spas, saunas, garajes, una piscina infinita en la azotea, salas de juego y reuniones, más habitaciones, más baños... La reforma les está costando más que la propia casa -llevan gastados casi otros siete millones de euros-, y ha convertido el primitivo edificio en un mastodonte que destroza con sus dimensiones exageradas el equilibrio natural del paisaje. «Es excesivo, pero no hay mucho que podamos hacer al respecto», se resigna un vecino en los foros de Twitter. Todo es poco para Thor, el dios del trueno.

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