Opinión
OPINIÓN POR BEATRIZ SAN MILLÁN PÉREZ
Estilo educativo firme en los padres e hijos que sufren… lo justo
¿Qué es el estilo educativo? Habitualmente, decimos que educamos a los niños con disciplina. La disciplina en cuestión de educación es un tema clave y no tiene por qué tener connotaciones negativas. Sin disciplina no se aprenden los conceptos más básicos para las personas, el bien y el mal.
27/02/2014
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LA NARANJA MECÁNICA

Por disciplina entendemos el estilo educativo. Y el estilo educativo es la manera en la que desarrollamos nuestras normas y valores y se lo transmitimos a nuestros hijos. Este estilo educativo es único y personal en cada persona; depende de la personalidad que tengamos y de nuestra historia de aprendizaje desde que nosotros mismos éramos niños.

A pesar de nuestras diferencias individuales existen unos estilos educativos bastante definidos: el permisivo, el sobreprotector, el autoritario y el asertivo o autoritativo. 

El estilo educativo permisivo se basa principalmente en la ausencia de normas y la importancia de los afectos. Los padres que educan de esta manera no creen que sea importante poner normas estrictas pero sí dar mucho cariño, la mayoría de las veces en forma de premios. Según estos padres las normas se van aprendiendo poco a poco con el tiempo y prefieren que sean otras personas quienes se encarguen de la disciplina, como por ejemplo, los profesores. Como resultado, los niños no aprenden dónde están los límites y no desarrollan tolerancia a la frustración. Estarán acostumbrados a conseguirlo todo pero sin esfuerzo y no soportarán una negativa.

El estilo educativo sobreprotector es muy parecido al permisivo. Los padres intentan evitar el sufrimiento de sus hijos a toda costa porque creen que son demasiado pequeños para tener decepciones en su vida. Por tanto, se lo pondrán muy fácil y les evitarán cualquier situación conflictiva en su vida. Puede que no se lo concedan todo a sus hijos directamente pero sí se las apañarán para que lo consigan todo. De esta manera los niños tampoco desarrollarán una adecuada tolerancia a la frustración, se sentirán inseguros si no están sus padres porque son quienes les ayudan a superar los obstáculos. 

El estilo educativo autoritario se basa en el control principalmente. Los padres suelen ser muy perfeccionistas y tienen muy clara la importancia de los límites en la educación. A veces, se olvidan de darle importancia a los afectos y a la comprensión de las emociones. Imponen normas muy estrictas pero poco razonadas y se centran en lo negativo y los castigos por los errores más que en dirigir hacia la conducta deseada. La necesidad de control no deja que los hijos se desarrollen con un criterio propio y estén seguros de sí mismos. 

Estos tres estilos educativos favorecen la inseguridad en los niños ya que, de una manera u otra, impiden que puedan aprender de la experiencia. Bien por no tener unas consecuencias claras cuando se comete un error, bien porque, a juicio de los padres, no comenten errores o bien porque no se permite ningún tipo de error. La inseguridad hace que los niños no tengan iniciativa y se vuelvan sumisos y miedosos o sin derecho a decidir.

La falta de límites hará que conviertan en niños tiranos que lo consiguen todo de la manera que sea, ya que no sabrán distinguir entre el bien y el mal. Si no se siguen unas consecuencias claras a cada acto no se establecerá ningún orden en su comportamiento. 

El exceso de límites y de control hará que los niños crezcan inseguros y sin la capacidad de tomar ninguna decisión sin permiso de sus padres, o bien;  el extremo contrario, hijos que se enfrentan a la autoridad y se oponen por sistema en un intento de expresar y recuperar su independencia.

El estilo educativo asertivo o democrático, será una mezcla sana de todos estos estilos. Los padres utilizarán una disciplina inductiva, basada en el razonamiento y en la negociación. De esta manera, se aceptan las normas porque se comprenden. Se permiten los errores y se aprende de ellos al igual que se aprende a tolerar la frustración cuando algo no sale como esperan. Los afectos son igual de importantes que los límites que se establecen y los premios y los castigos se administran de una manera equilibrada y razonable. Los hijos crecen seguros y con poder de decisión lo que les da una autoestima fuerte. Esto les permite desarrollarse como adultos seguros y con iniciativa.

Como padres es difícil cambiar los conceptos que se tienen sobre la educación ya que, a menudo, fuimos educados de la misma manera. Además, moverse en un campo desconocido causa inseguridad. Sin embargo, liberarse de los miedos, confiar en los hijos y darles una responsabilidad adecuada a su edad es un acto que aportará más alegrías a largo plazo y facilitará el paso a la vida adulta de las personas que más queremos, los hijos.

Beatriz San Millán Pérez

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