León
LEÓN
Adiós al niño de la guerra
Fallece Vicente Moreira, el niño de la guerra cuya madre se encontraba en la segunda fosa exhumada por la Asocicación de la Memoria Histórica / Durante 20 años vivió en la Unión Soviética y a su regreso a España esperó a la democracia para buscarla
leonoticias.com
13/05/2009 (11:58 horas)
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El 26 de agosto de 1936 Isabel Picorel escapó junto a sus tres hijos de su casa de Langre. Alguien la había avisado de que la Falange iba a detenerla por sus simpatías republicanas y como castigo a su marido, que tras el golpe de Estado del 18 de julio se había unido a las fuerzas democráticas republicanas en Asturias.

Esa noche Vicente Moreira la pasó durmiendo al raso, abrazado por su madre y con sus hermanos acurrucados junto a ambos. Por la mañana, Isabel Picorel decidió bajar al pueblo para recoger de la casa algunas cosas que no había podido llevarse en la huida; algún objeto personal y los pocos ahorros que tenía. Se despidió de sus dos hijos pequeños, que nunca más volverían a verla, y bajó con el hijo mayor con todo el sigilo posible. Pero los detuvieron y a ella le esperaba un camión en el que fue transportada junto a otros tres detenidos ilegalmente: Cipriano Alonso Campillo, de 44 años y vecino de Langre; Sergio Rodríguez Prieto, de 27 años y vecino de Tombrio de Arriba y otro vecino del mismo pueblo, Bernardino Carro Prieto.

Asesinados por pistoleros

Los cuatro fueron asesinados por los pistoleros falangistas en una curva, en el término municipal de Fresnedo. El padre de una de las víctimas, buscando a su hijo, contactó con un hombre que había formado parte del enterramiento. Ese testimonio sería fundamental para que años después se encontrara la fosa.

La pérdida de la madre arrastró a los hijos de Isabel Picorel a la búsqueda del padre que se encontraba en Asturias. Los pequeños cruzaron el frente de guerra, pidiendo comida por los pueblos, hasta que llegaron a la costa. Allí dos de ellos fueron embarcados en un buque, con destino a Leningrado. El padre cayó herido en el frente, fue detenido y murió en 1946, viudo y alejado de sus hijos.

Vicente Moreira pasó veinte años en lo que era la Unión Soviética: primero en Leningrado, después en los Urales, en Moscú y en Bakú, la capital de Azerbayán. Estudió artes plásticas y se especializó en modelado y escultura.

Regreso a España

A mediados de los años cincuenta Vicente regresó a España y consiguió trabajar como profesor de dibujo en un instituto de Enseñanza Secundaria. Desde su regreso conservó el deseo de averiguar exactamente qué había ocurrido con su madre y recuperar sus restos. Fue al final de la dictadura cuando alguien le relató algunas cosas y consiguió conocer el lugar en el que había sido enterrada junto a los otros hombres con los que compartió ese trágico destino.

El deseo permaneció intacto hasta que Vicente escuchó que un grupo de arqueólogos habían abierto una fosa común en Priaranza del Bierzo. Y entonces decidió enviar una carta al alcalde de Fresnedo para solicitarle ayuda.

El 8 de septiembre de 2001 la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH) con ayuda de un grupo de arqueólogos y forenses llevó a cabo la exhumación de la que fue segunda fosa abierta por el colectivo surgido en El Bierzo. Vicente Moreira cumplió entonces su deseo, recuperó los restos de su madre y les dio una sepultura digna.

Colaborador incansable

Desde entonces colaboró con la asociación, de la que era socio, y participó en numerosos actos públicos para dar testimonio de todo lo que tuvieron que padecer las víctimas de la represión franquista.

El pasado mes de abril de 2008 cumplió otro de sus sueños. EL Ayuntamiento de Fabero instaló en un espacio público una de sus esculturas que con el título de “Nunca más” trataba de recordar a todos aquellos hombres y mujeres que fueron víctimas de la intolerancia.

Ayer por la mañana Vicente falleció en Madrid, consciente de la dura tragedia que le había tocado vivir, de lo tarde que llegó para él una reparación que nunca provino del Estado y de lo dura que fue su vida desde aquel día en el que durmió al raso, junto a una madre protectora que le rodeaba con su brazo la cintura y a la que después de ese amanecer no volvió a ver.  Desde hoy sus los restos de esa madre y ese hijo reposan de nuevo juntos.

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