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Rodrigo Rato. Reuters

Rato: el imparable derrumbe del mito económico

Los escándalos tras su paso por Bankia han acabado con la imagen del ministro al que se atribuyó el 'milagro' del crecimiento español

Miércoles, 3 de octubre 2018

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La última intervención pública de Rodrigo Rato fue en sede parlamentaria ante la comisión que investigaba la crisis financiera. Y culminó su exposición con una frase con la que justificaba toda una filosofía de vida profesional: «Eso es el mercado, amigo. Las crisis cuestan mucho dinero». Así lo expuso para negar que las ayudas públicas a las cajas -lideradas por los 22.000 millones de euros que recibió Bankia- fueran un «saqueo»; o para rechazar que las 'black' formaban parte de un sistema fraudulento.

Su paso por la antigua Caja Madrid, desde 2010, hasta su abrupta salida del grupo -reconvertido en Bankia-, apenas dos años después, consiguió acabar con la imagen del gestor que no solo había sacado a España de la crisis a finales de los años 90, sino que, además, había conseguido en tiempo récord cumplir con los requisitos para entrar con el pelotón de cabeza en el euro.

Los vaivenes protagonizados por Rato durante su mandato al frente de la entidad, primero con la idea de crear una fusión 'fría' junto a otras cajas autonómicas; después con la salida a Bolsa; y más tarde con un rescate millonario, previa readaptación de las cuentas anuales, dieron un giro de 180 grados a la imagen del todopoderoso exvicepresidente de José María Aznar. Ni siquiera ha podido aferrarse al aval del Fondo Monetario Internacional (FMI), donde fue director gerente hasta 2007, porque desde la institución tampoco supo ver la crisis que se avecinaba en términos globales. Y ahora, el goteo de sentencias judiciales confirman las peores sospechas sobre el titular de Economía en todas y cada una de las decisiones que tomó en sus últimos años como figura pública al frente de Bankia.

Cuando Rato tocaba sonriente la campanilla del parqué en la salida a Bolsa de Bankia, en julio de 2011, no podía imaginar que esa operación le llevaría al banquillo, acusado por el delito de falsedad en las cuentas anuales y fraude al inversor. Miles de pequeños accionistas, a los que quiso 'convertir en banqueros' -así rezaba la promoción para comprar acciones del grupo- se vieron atrapados en un valor que se diluyó sin que nadie lo remediara.

A su mala reputación también contribuyó su detención pública y televisada en directo, en abril de 2015, cuando los agentes policiales se lo llevaron a calabozos tras el registro de su vivienda por supuestos delitos de fraude, alzamiento de bienes y blanqueo de capitales. El perfil de buen contribuyente también acabó por los suelos, en plena etapa de recortes y con el paro disparado.

A principios de año, Rato aprovechó su comparecencia en el Congreso de los Diputados para desquitarse de todos los acontecimientos que habían mermado su perfil desde que abandonara Bankia en los últimos meses. Admitió que estaba «pagando los errores, aunque solo sea desde el punto de vista reputacional»... Aún confiaba en que la justicia reparara una imagen demasiado difícil de recomponer.

Un reguero de castigos por los desmanes de políticos banqueros

La reconversión de dirigentes políticos en señores de la banca se convirtió en uno de los procesos de reconversión 'laboral' más recurrentes en los años de lo que parecía un crecimiento económico y financiero con tintes infinitos. Pero una nefasta gestión de las antiguas cajas de ahorros, plagada de excesos y abusos, fue de tal calibre cuando la crisis solo asomaba de forma incipiente, que gran parte de esos banqueros han pasado, se encuentran o están a punto de sentarse en algún banquillo judicial.

Los primeros condenados con sentencia firme fueron los directivos de las antiguas cajas gallegas reorganizadas en torno a Novacaixagalicia. Les condenaron por cobrar indemnizaciones por un valor cercano a los 19 millones de euros, que varios ejecutivos se habían autoadjudicado en plena recesión y proceso de venta del grupo.

También el que fuera vicepresidente del Gobierno del PSOE, Narcís Serra, se encuentra imputado las supuestas irregularidades en la gestión Catalunya Caixa que provocaron un agujero de 700 millones entre 2000 y 2007. Y hace ahora un año, cuatro directivos de la CAM también fueron condenados por falsear las cuentas de la entidad, publicando beneficios cuando en realidad se encontraba en pérdidas millonarias.

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