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Beitia salta en Portland
Beitia salva el honor español con una plata mundial
Atletismo

Beitia salva el honor español con una plata mundial

La cántabra saltó 1,96 metros en la cita bajo techo de Portland

Javier Bragado

Domingo, 20 de marzo 2016, 22:20

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Ruth Beitia sigue siendo la alumna aplicada. La cántabra no evita hacer los deberes con excusas. Permanece siempre constante y sin altibajos. Por eso sus rivales la temen en los grandes acontecimientos. De hecho, en los Mundiales de pista cubierta de Portland sólo la recién aparecida Vashti Cunningham podía discutirla el oro porque la joven de 18 años llegaba en un gran momento de forma.

Como siempre, la española aplicó su trabajo de hormiga en la pista verde. Saltó a la primera el listón de 1,84, 1,89 y 1,93 metros. Con los 1,96 metros, la altura que dividía a las sobresalientes de las notables, la pupila de Ramón Torralbo respondió de manera adecuada a la segunda y entonces ya se colocó en posición de discutir el podio. Los 1,99 m., la frontera que juzga a las más grandes, se irguieron como un muro. Beitia, quien ha saltado más de una decena de veces por encima de los dos metros, lo intentó como todas sus compañeras. Pero ninguna voló lo suficiente. Por tanto, los errores en los anteriores intentos dividieron el empate de las cuatro últimas supervivientes y Ruth Beitia se quedó con la plata por un único fallo frente a la emergente Vashti Cunningham, otra estadounidense de oro en Portland. La española tuvo tiempo para celebrar el triunfo y enviar un recuerdo a las fallecidas por la mañana en un accidente de autobús en Tarragona (compitió con un lazo negro en señal de luto) y de abrazarse con su entrenador de toda la vida.

A unos días de cumplir los 37 años la santanderina guarda cuatro medallas mundiales bajo techo para sumar 13 metales en grandes competiciones con dos diplomas olímpicos. Todavía ejerce de mascarón de proa de un atletismo español huérfano de grandes estrellas universales como ella. Aguanta en la competición después de haber anunciado su retirada en 2012 porque las piernas responden y ha sido capaz de ganar en la elitista Liga de Diamante en 2015. No hay techo para quien nunca pasó de los 2,02 pero para quien nunca falla en el mínimo exigido. Por eso Beitia es de nuevo subcampeona mundial bajo techo y la esperanza de que algún día alguien pueda tomar el relevo de la estrella que aguanta con su brillo y su trabajo entre las mejores. Es el espejo de veteranos y jóvenes.

La capitana camufló los resultados de la delegación española en Portland, donde sólo Pablo Torrijos se acercó al podio (séptimo en triple salto) y únicamente Bruno Hortelano (en 60 metros lisos) y Yidiel Contreras (60 metros vallas) pudieron superar una eliminatoria. De hecho, en la última jornada el único compatriota de Beitia presente fue Contreras, el vallista nacido en Cuba, quien se quedó a un posición de meterse en la final con su tiempo de 7.71.

Sólo Estados Unidos

Más allá de los resultados españoles, los campeonatos resultaron poco atractivos. Hubo pocos destellos como la firma brillante de Genzebe Dibaba, quien sin rival de entidad decidió brindar un gran espectáculo a los aficionados. A falta de nueve vueltas abandonó la última posición del grupo para marcar su propio ritmo, despegarse y ganar con siete segundos de ventaja (8:47.43). Pero fue una flor en el desierto.

A la hora de elegir una estrella de los campeonatos sería Estados Unidos en su conjunto. Los norteamericanos defendieron su honor como anfitriones en Oregón y acumularon una medalla tras otra. En la última jornada el peculiar saltador de longitud Marquis Dendy, el mediofondista Matthew Centrowitz en los 1.500 metros y los equipos femeninos y masculinos en los relevos de 400 metros femeninos se sumaron a las conseguidas en la noche de la tercera jornada por el decatleta Ashton Eaton, la lanzadora de peso Michelle Carter, la velocista Barbara Pierre (60 metros lisos) y al fondista Boris Borian (800 metros), todos con metales dorados acompañados por numerosos secundarios con medallas. Ganaron ellos y el atletismo pasó desapercibido para casi todo el resto del mundo. Menos para Beitia, la alumna aplicada que volvió a colgarse una medalla.

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