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Seba Simonet. J. Casares
Sebastián Simonet, retorno a Argentina del primogénito de una saga emigrante

Sebastián Simonet, retorno a Argentina del primogénito de una saga emigrante

El central argentino, apodado como 'El Ninja' en el Abanca Ademar, regresa a casa tras casi 15 años jugando en Europa

FERNANDO P. SOTO

León

Domingo, 26 de mayo 2019, 14:36

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Era su despedida después de casi tres lustros en el balonmano europeo, en España y Francia, pero ese adiós a la alta competición de clubes de Sebastián Simonet coincidió también con el de otros compañeros en el Abanca Ademar, entre ellos uno tan especial como toda una leyenda, el extremo leonés «Juanín» García.

Por eso, pese a abandonar el equipo leonés ante Guadalajara con un número redondo de partidos disputados en la Liga ASOBAL, 202, lo hizo con toda la humildad de que ha hecho gala en su larga etapa que intentará prolongar, con menores exigencias, en su país natal, Argentina, pero con el único objetivo de soñar con una hipotética despedida definitiva en Tokio 2020.

Por eso, según ha señalado en una entrevista con Efe, tuvo claro desde el último mundial de Alemania y Dinamarca que tenía que «bajar el pistón, dar un paso atrás por pura honestidad de no ser capaz de mantener esa exigencia máxima», apostando el primogénito de toda una saga, por el retorno a su país.

En la casa de los Simonet, el deporte y, en particular, el balonmano, eran casi como una religión, por ello cuando el mayor de la saga, Sebastián, decidió «cruzar el charco» hacia Europa, sus padres, Luis y Alicia, bendijeron este atrevimiento propio de la edad -17 años-.

«No me lo había planteado aunque hubiera jugadores argentinos en Europa y, en concreto, en España, pero el hecho de que Gonzalo -Carou- ya estuviera en el Arrate, me llevó a intentar probar la experiencia en el equipo juvenil», rememora el central formado en la Sociedad Alemana de Gimnasia de Villa Ballester de Buenos Aires.

Seba Simonet.
Seba Simonet. J. Casares

Fueron sus comienzos en un balonmano que admiraba desde la lejanía y que distaba de lo que se practicaba en su país, donde a pesar de la materia prima había que competir con otros deportes mucho más mayoritarios, no solo el fútbol, sino baloncesto o incluso rugby.

Probó esporádicamente la experiencia en tierras vascas, para volver a su país para concluir los estudios y, tras el mundial júnior, optó por aceptar la oferta de un Torrevieja «apetecible por el clima pero, sobre todo, por su entrenador, Manolo Laguna, una referencia».

Aterrizó en el conjunto alicantino en la temporada 2005-06 convirtiéndose en el primero de los argentinos que después seguirían sumándose, en los casos de Federico Vieyra -otro con el que ha coincidido posteriormente en Francia y Ademar- que, tras superar una prueba, se incorporó, al igual que el mediano de la saga Simonet, su hermano Diego.

Fue una etapa «de grandes recuerdos», reconoce, con cinco temporadas en las que dar forma a su talento pero que, pese a contar con una oferta de renovación, le llevó a optar por probar una nueva experiencia, en este caso en Francia, tras el mundial de Suecia, recalando en el Ivry.

«En España en 2011 ya se empezaba a atisbar la crisis que acabaría tocando de lleno también al balonmano, por eso, tanto mi hermano Diego como yo, creímos y, creo que acertamos, con el momento elegido para ir a un país que empezaba a convertir su liga en una de las más poderosas de Europa», afirma.

La experiencia en el conjunto galo le permitió disfrutar en su equipo «de mucha libertad para tener la responsabilidad de conducirlo en un balonmano diferente al español, más directo, físico y de contacto, al que había que adaptarse, lográndolo porque quizá el estilo que teníamos era menos español y sí más penetrador», explica.

Tras vivir el crecimiento continuo del balonmano galo, el central decidió volver a España algo que no se hubiera planteado de no ser porque el Ademar el que llamó a su puerta y por hacerlo dos amigos con los que volver a encontrarse, Carou y Vieyra.

«Tenía referencias de los problemas que había pasado el club, pero además de que en París la situación social estaba un tanto convulsa con los atentados y que surgió esta opción más que apetecible por muchas cosas, decidí descartar otras ofertas más jugosas -Portugal- y buscar disputar competición europea», recalca.

Llegó a un Ademar dirigido por Rafael Guijosa que confió en él como «director de orquesta» para un equipo joven, hambriento de éxitos y que muy pronto le permitiría a Sebastián probar lo que ha había saboreado su hermano Diego, la Liga de Campeones.

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