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Víctor Pérez Díaz, fotografiado en su despacho de Madrid. José Ramón Ladra
«La sociedad civil tiene el deber de educar a la clase política»
La Entrevista

«La sociedad civil tiene el deber de educar a la clase política»

Víctor Pérez Díaz | Catedrático de Sociología ·

«La gente vota sin entusiasmo, pero no se deja engañar. Por eso es una pena que los políticos declamen tanto y razonen tan poco», explica este sociólogo, un gran especialista en la materia

Domingo, 30 de agosto 2020, 00:07

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Víctor Pérez Díaz es un gran especialista en el estudio de la sociedad civil. Se doctoró en Derecho y Ciencias Políticas por la Universidad Complutense, en la que ha llegado a ser catedrático. También es doctor en Sociología por Harvard y ha sido profesor visitante en esa misma universidad, así como en las de Nueva York y California y el MIT de Massachusetts. Está al frente del grupo Analistas Socio-Políticos, que él mismo creó, y es miembro de la Academia Americana de las Artes y las Ciencias y de la Academia Europea. No hay mejor interlocutor en España para hablar de cómo se articula una sociedad, cómo responde a los retos que se plantean en cada momento y qué capacidad tiene de determinar el rumbo de la política más allá del voto cada cuatro años.

- La imagen de la clase política es, por encima de cualquier otra consideración, la de una gran división. ¿Está también dividida la sociedad española?

- La sociedad española está mucho menos dividida o polarizada de lo que lo está la clase política, y de lo que, en general, reflejan los medios y los comentaristas en el espacio público. Algo parecido sucede en todo Occidente. Aunque la opinión política, mediática y académicamente correcta suele ser la contraria, en realidad, las gentes del común suelen tener unos sentimientos identitarios más complejos, y su modo de estar en el mundo es más abierto a probar y a experimentar, y son más capaces de escuchar, que sus elites.

- Normalmente, los grandes problemas, los grandes dramas unen a la sociedad. Pero aquí, después de las primeras semanas de pandemia, lo que hemos visto ha sido enfrentamientos en la calle entre algunos grupos radicales. ¿De dónde viene esta tensión?

- El gran drama existe y sigue ahí, y trae consigo una sensación de profunda vulnerabilidad, que se quiere disimular con la llamada vuelta a la normalidad. Y es difícil saber responder a un gran drama cuando se tiene la sensación de que no se comprende lo que está pasando, y de que no se controlan las cosas.

- ¿Esa es la clave, la falta de comprensión?

- La sociedad ha estado y está sometida a informaciones desconcertantes sobre, por ejemplo, por qué y cómo ha tenido lugar la pandemia, y puede rebrotar en cualquier momento. Ha habido informaciones confusas y exhortaciones que no inspiraban demasiada confianza, por parte de los políticos tratando de desplazar la responsabilidad de unos a otros.

Cultivar su voz

- En España se ha hablado con frecuencia de una sociedad civil poco articulada. Lo que más une a la gente con frecuencia es un equipo de fútbol.

- No lo crea. La influencia de los sindicatos, iglesias, profesionales, asociaciones empresariales, movimientos sociales ha sido enorme en estas décadas. Y quedan los pueblos, las redes familiares y amistosas, que se obvian, sin motivo. Hay mucha más sociedad civil de lo que pueda parecer a primera vista. Sin ella, simplemente no existiríamos. Pero le falta cultivar su voz y le falta activación cívica.

- ¿Y por qué es así?

- Las razones son varias. Una es que el sistema educativo, tal como funciona en la práctica, y eso cambia por países, suele fomentar la propensión a escuchar poco y a hablar con descuido: sin orden ni claridad, sin comprobar las aseveraciones, sin intentar persuadir incorporando los argumentos ajenos, etc. Esto puede parecer un detalle, pero es una cuestión básica para que, en su momento, la sociedad civil haga cuatro cosas: primera, para que articule su voz; segunda, para que la proyecte en el espacio público; tercera, para que adquiera confianza en sí misma, y cuarta, para que convierta su voz en acción responsable.

«La sociedad española está mucho menos dividida que la clase política»

polarización social

- ¿Una sociedad poco articulada es más manejable?

- Por supuesto de lo que se trata (el ideal) no es de que sea manejable sino de que sea ella misma, y desarrolle su capacidad de agencia, de actuación en el mundo. No como un sujeto unitario, sino en su diversidad. Tampoco es seguro que quienes no tienen voz o no responden y no se afirman a sí mismos sean más 'manejables' por las elites de turno. Estas últimas pueden entretener esa ilusión, pero a la hora de la verdad pueden equivocarse.

- ¿Por qué la sociedad española parece ahora tan inclinada al linchamiento? Lo pregunto porque aquí se lincha a los políticos, a los jueces, a los periodistas, a los empresarios, a los artistas... Y además se hace generalizando.

- Algunos segmentos de la sociedad están así inclinados, y son aquellos a los que hacen más visibles los partidos, los medios de comunicación y en cierto modo las redes sociales. Probablemente, con frecuencia, buscan un chivo expiatorio para hacerle culpable de los problemas irresueltos, y sugerir que ellos los resolverían. A veces tienen éxito, pero no con tanta frecuencia.

«El sistema educativo suele fomentar el escuchar poco y hablar con descuido»

DEBATE PÚBLICO

«La corrección política define un segmento social interesante y perturbador, pero de alcance limitado»

TOLERANCIA

- Pero hacen mucho ruido.

- A título de mero ejemplo, las elecciones autonómicas recientes en España no sugieren que esa sea la tendencia dominante en este momento, aunque quizá sí la más gesticulante.

- La sociedad parece también cada vez menos tolerante. La corrección política obligada hace que quien se muestra en desacuerdo con la corriente fundamental de pensamiento deba afrontar las consecuencias: boicots, insultos, descalificaciones...

- De nuevo, niego (hasta cierto punto) la mayor. La corrección política definiría un segmento social, interesante, perturbador, pero de alcance limitado. No va a más, necesariamente. Lo que sí ocurre es que su presencia se pone cada vez más en evidencia; y ello puede suscitar reacciones contrarias, como está ocurriendo en los Estados Unidos. En todo caso, esa práctica es contraria al desarrollo de la voz de la sociedad civil, que necesita afirmar su diversidad al tiempo que intenta construir y reconstruir una comunidad más amplia.

- Parece como si existiera un miedo a la pluralidad, por razones territoriales y también puramente políticas, por eso hay quien habla de guerracivilismo. ¿Vivimos en el momento más bajo en cuanto a aceptación de la diferencia desde la Transición?

- El legado de recuerdos y sentimientos de horror suscitado por la Guerra Civil todavía no ha desaparecido, y el legado inmensamente más positivo de la mezcla de convivencia y conllevancia de la experiencia democrática de estos cuarenta años (pronto, de medio siglo) está muy presente.

- Va por oleadas. Por temporadas se habla más de unas cosas o de otras.

- Si esa memoria, la de los dos lados, y la de la tercera España que se encontró involucrada, y participó, en el conflicto... si esa memoria se corrompe y se reinventa, la comunidad puede sentir que se deshace. Hay que vivir con ella tal como es, y con el valor y la generosidad de hacerlo con sus arrepentimientos y perdones mutuos correspondientes. Sin tirar la primera piedra (y menos a las primeras de cambio...).

«El peso de sindicatos, iglesias y asociaciones ha sido enorme en estos años»

INFLUENCIA SOCIAL

Los políticos que merecemos

- Muchos aseguran que no nos merecemos los políticos que tenemos, pero ¿no sabemos a quién votamos? ¿Nos dejamos engañar por la cara amable de los carteles electorales?

- Creo que la mayor parte de la gente vota sin entusiasmo, pero no se deja engañar, como sugiere la pregunta, sino que vota a lo que imagina que es lo preferible dentro de lo que hay. Incluso cuando parece que vota por meros sentimientos, utiliza bastante el sentido común. Por eso es una pena, por así decirlo, que los políticos declamen tanto y razonen tan poco; se suele esperar más de ellos. En cierto modo la sociedad civil tiene el papel, y el deber, de educar a su clase política y promover el desarrollo, en ella, precisamente de ese sentido común.

- ¿Cómo afecta a esa articulación social (o desarticulación) de la sociedad española la llegada e integración de flujos importantes de inmigrantes, que tienen diferentes costumbres, religión, estilo de vida...?

- Habría que distinguir unos casos y otros. En principio, los inmigrantes pueden hacer una contribución muy positiva. La inmigración de los latinoamericanos ha funcionado bastante bien en España. La de los procedentes de África ha sido más problemática; aunque sin llegar a los extremos de la experiencia en Francia, por ejemplo, desde hace décadas.

- Y hablando de estilo de vida, el individualismo creciente, que puede acrecentarse si se generaliza el teletrabajo, ¿cómo puede afectar a esta articulación social de la que hablamos?

- 'Individualismo' es un término ambiguo. Puede referirse a la disposición a tomar decisiones personales, libres; y en ese sentido es algo muy positivo. O puede entenderse como sinónimo de egoísmo, porque las decisiones que se tomen estén inspiradas por el principio 'yo ante todo', etcétera.

- Me refería más bien a esto último.

- El aislamiento o el cultivo de cierta distancia per se no implica egoísmo; han sido y son muchos quienes se han aislado en un espíritu de benevolencia. De modo que cuando se trata de comprender un fenómeno como el teletrabajo habrá que considerar la variante y el contexto e ir viendo, por experiencia, adónde conduce. No es una cuestión de sí o no, en nombre de la innovación tecnológica, la competitividad o la productividad, por ejemplo. Habría que discernir en el teletrabajo, por ejemplo, lo que tiene de (lo que algunos llaman) conectividad (o sociabilidad) que se gana, y de conectividad que se pierde.

«Es difícil responder a un gran drama cuando no se comprende lo que está pasando»

Reacciones ante la pandemia

- ¿Qué análisis se puede hacer al menos a primera vista?

- A primera vista, la pérdida de la relación directa, personal, con los otros supone una pérdida inmensa. Que podría implicar el reducir el ámbito de ejercicio de la libertad, del reconocimiento recíproco y de la acción colectiva, y así aumentar la sensación de aislamiento y vulnerabilidad, en cuyo caso, podría reforzar la tendencia a un, digamos, egoísmo de supervivencia.

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