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Imagen de un un Ágora de Poesía en el anfiteatro situado junto a San Marcos. Nemonio
Diez años del Ágora de Poesía

Diez años del Ágora de Poesía

¡10 años! Y parece que fue ayer… O más bien antes de ayer. Y ¡han pasado tantas cosas! Y el Ágora de la Poesía continúa con sus luces y sus sombras

Ramiro Pinto

León

Lunes, 22 de mayo 2023, 08:35

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¡10 años! Y parece que fue ayer… O más bien antes de ayer. Y ¡han pasado tantas cosas! Y el Ágora de la Poesía continúa con sus luces y sus sombras. Un acto repleto de lo que está llena la poesía: de sentimientos. Por eso no ha sido fácil y es todo un reto no faltar al encuentro en el que la poesía no compite, se comparte. Y en el que como dice Jose Luis Lamana: «el ego ¡al talego!».

Comenzó el 31 de mayo de 2013. Hubo un impulso que quizá duerma en alguna novela que narre esa pequeña historia. Un grupo de «nadies», de los «sin voz», decidieron tener también ellos la palabra, cuando a un recital de poesía de Príncipe Contrahecho y Pez de Fuego acudieron dos personas. Éste último, Rubén Belial, fue el número 6 en recitar sus poemas «malditos» en el Ágora durante unos años. ¡Saquemos la poesía a las calles! Y a partir de este grito se pidió un permiso en el Gobierno Civil para una manifestación poética cada último viernes de mes. ¡Durante 100 años! Fue una broma que luego ha servido para evitar burocracias. Ya hemos hecho una décima parte del camino.

He aquí la palabra, en estas páginas repletas de afectos, de contar y de versos. Y aunque siempre quede alguno en el tintero recordamos a muchos amigos, amantes de la poesía que ya no están: Eduardo Boado con su famoso poema de la gallina y su voz inconfundible. El Caminante, todo un símbolo con sus palabras indígenas y clásicas mezcladas formando laberintos que eran él. Amó al Ágora más que a su vida. Nuestro querido Toño Morala, que cuando no supimos qué hacer en el primer Ágora se puso a repartir poemas y a presentar, lo que realizó durante casi todo el primer año. Fue un defensor a ultranza de este rincón de poesía intentando siempre evitar vanidades fatuas. El doctor Octavio Fernández Zotes con su pluma unida a su tierra y al alma de las gentes. Fernando Calvo maestro jubilado, pero activo en la poesía. Un Ágora en la que no paraba de llover, su esposa le decía que había que irse para que no cogiera una pulmonía y él gritaba emocionado, bajo el manto de la lluvia con los brazos elevados y dando saltos de alegría, «¡esto es poesía, esto es poesía!» José Pejó, con su perfeccionismo poético. Joaquín Colín, profesor de literatura, explicando antes los poemas de la gran literatura que seleccionaba para que viéramos la esencia de lo que es la escritura. Doralina Fernández Rubio, una entusiasta que acudía sin leer nunca, pero escuchando atentamente y animando a que no decayera el espíritu de los poetas en la plaza. La tierra les sea leve.

Imagen del cartel conmemorativo del décimo aniversario del Ágora d Poesía.
Imagen del cartel conmemorativo del décimo aniversario del Ágora d Poesía.

No olvidamos a quienes por diversas razones ya no acuden habitualmente, bien sea por barreras físicas o porque no escriben, no les apetece o porque siguen otros derroteros, pero forman parte de esta aventura de la palabra y han hecho historia en el Ágora. Sandra Sánchez García que nos dio desde el comienzo su entusiasmo, su manera de vivir el Ágora como algo propio, su singular manera de hacer los carteles que luego modernizó Chema Marchena cuyo testigo recogieron Paco Fergar y PJ.

Átomos y olas

Son átomos y olas de este encuentro: Lydia Franco, una de las fundadoras y animadoras del acto. Nos ha enseñado con sus críticas siendo conocedora de los entresijos. Siempre quedará su sonrisa. Juan María Campal con sus «renglones cortos» y su recitar pausado. Carmen Busmayor que nos trae sus versos del hayedo de su pueblo, cuyo nombre es el suyo en la poesía. Ana Diez Sandoval que sin escribir y desde la timidez se ha ido animando hasta ser una gran lectora de poemas de García Lorca, Rubén Darío y de poetas de León siendo una participante fija, encargada de repartir los suculentos dulces y, hasta antes de la pandemia, el chocolate calentito. Felicia Gutiérrez, una campesina sobarribana, con sus cantos poéticos a la tierra de La Sobarriba de León. ¡Qué gozada escuchar recitar siempre con un periódico enrollado en la mano, a Jesús Fernández Láez!, que con Felisa Fuertes son los de más edad del Ágora y declaman de memoria. El poeta obrero ¡Juanín!, con sus versos reivindicativos siempre. Antón el asturianu que nos hizo bailar con la mística de Lanza de Vasto. También danzamos con Martín Castaño dando musicalidad a la poesía. Y con él Ángeles

Rodríguez que con sus dotes de actriz puso en pie el Ágora entera con un poema a su querido México. Inolvidable el eco del vozarrón poético de Felipe J. Piñeiro. Cada nombre lleva una anécdota detrás de otra que conforman una pequeña historia. Lola Pinto que vino una vez desde Madrid para saber cómo era eso que tanto animaba cada mes desde las redes sociales como una auténtica admiradora. Su hermano César con Elena Carchenilla junto a sus hijos que recitaron. Mateo en japonés. Y dos flores del Ágora, Flor Méndez Villagra y Flor Rodríguez Mediavilla además de muchas otras personas que siguen con su palabra el rastro de los versos. Cronistas que se han sumergido en los versos como Laly del Blanco Tejerina. Paz Martínez con sus sones de paz y versos cantados que rezuman La Somoza. Son una muestra de los que han pasado por el Ágora y otros que que forman parte de este libro con sus doce renglones o versos. Sin olvidar al pintor Vier, Javier Marín Aráez, el Cosaco para los amigos, con sus famosos poemas de desconocidos ilustres. Jose Mari Alonso y su Rosa del corazón empujando con ímpetu en todos los rincones por los que iba. La familia García Romeral-Fariñas desde El Escorial con sus poemas en la maleta. O quien loha llevado por toda España como embajador del Ágora. Charo Martínez se desplazaba desde La Bañeza con su grupo de mujeres poetas. Charo FuenteMar. Marcelino Alberca y el atento y perspicaz José Jajá. Miguel Ángel Castro y Ana García Martínez, haciendo filosofías y literaturas, respectivamente, sobre los versos escuchados. Y muchas más personas han formado parte de este encuentro poético. Quedan sembrando una estela de viento con las huellas del camino como escribe Antonio Machado. Inolvidables también los que a través de unos tubos nos permitieron escuchar las palabras de poesía con una voz susurrante, diferente para cada uno: los susurradores de versos. El Ágora de la Poesía se hizo enorme al salir de su espacio con las fotos que empezó a hacer Vicentón, Vicente García, que volaban en las incipientes, por entonces, redes sociales. Él empezó y luego vinieron Marcelo Óscar Barrientos y Alejandro Nemonio Aller. Después Paco Fergar Mella compaginándose entre los tres y con las fotos inclinadas e ínclitas de un defensor a ultranza de la poesía como acto social, Eugenio Marcos Oteruelo con su grito «¡la poesía vuelve al pueblo!».

«Diez años no es nada»

Parafraseando el tango de Carlos Gardel: «Que diez años no es nada / Que febril la mirada, / errante en las sombras / te busca y te nombra. / Vivir con el alma aferrada / a un dulce recuerdo…» Añadimos a este recordatorio la música que nos ha acompañado: La orquesta juvenil del conservatorio un par de veces amenizó las noches de Ágora para emular salir a la calle y ser escuchados. Antonino y sus acuarelas de colores con la guitarra. Con ésta también los hermanos de Mara fundadora y que impulsa incansablemente esta reunión de poetas: Jesús y Carlos Ramos junto con Toño Odón-Alonso. Sara Martiño acompañó de igual modo los poemas de Sara Abad. El cantautor bañezano Eugenio nos ha hecho partícipe de su música en unas cuantas ocasiones. Los gaiteros... Y Alejandro Riego Merino nos regaló sus sones de trompeta al acabar la pandemia. Recordamos el violín con Bruna Colín Cortés y Maira Cortés Spriu. La batukada Simba Sambou, que amenizó la celebración del Ágora 100, y las letrascanciones y nanas para la conciencia de Isamil9 acompañando el alma y el verso de su (y nuestro) querido Miguel Hernández. Diez años dan para mucho y ha sido una satisfacción que se hayan recitado poemas en varios idiomas: Castellano, lleunés, gallego, euskera, catalán, italiano, francés, inglés, chino, japonés, alemán, holandés, portugués, maninka (Guinea), argelino, saharaui, marroquí, mossi (de Burkina Faso), ucraniano, ruso (por la asociación amigos de Rusia de León, año 2014.) También con Lidia Fos se han traducido al lenguaje de signos para sordos. Un poema en performance de Elsa. Y ¡hasta tenemos un poema en morse en este libro!

Queremos nombrar sin falta a los jóvenes poetas que han recitado. Aunque jóvenes son parte de la historia del Ágora y futuro de la poesía en León como Sara Abad, Irene Petirrojo, Pablo Colino, Juan Alvárez Iglesias, Aaron A. Alonso, Raquel Morán, Alberto Vallejo, Reyes Liébana Blanco, Rodrigo Suárez Cortijo y muchos más que nos han refrescado con sus aires de poesía nueva. Como los poetas raperos Yiserht y David Marcos. También a otros, que en diversas ocasiones y de manera espontánea nos han ofrecido sus letras y sus ritmos y a las niñas y niños que han acompañado a sus padres o a sus abuelos, como Thais la hija de Chus que desde muy pequeña ha participado.

Turistas y visitantes

Hay personas que rememoramos sin poder citar sus nombres, turistas y visitantes de nuestra ciudad, que motu proprio recitaron unos versos o simplemente se pararon a escucharnos. Como en toda lista debemos poner un «etc» que englobe a todos los que nos han acompañado en algún momento. Recordamos con especial emoción a Manuel Rodríguez, un chaval eternamente niño, con su poema «Veo un árbol / y sobre el árbol la nube / sobre la nube un pájaro / y sobre el pájaro el cielo / sobre el cielo un ángel / y a su lado ¡la sonrisa de Manolín!».

Nuestro agradecimiento a Gregorio Fernández Castañón, que desde la revista Camparedonda nos ha concedido el reconocimiento «Armonía de las Letras 2019», cuya estatuilla de Antolín Álvarez Chamorro, «El lanzador de palabras», y el diploma de Alejandro Cartujo se exponen en el Instituto Leonés de Cultura, para quien quiera verlo. Gracias también al Ayuntamiento de la ciudad de León a través de la concejalía de Participación Ciudadana por la «Distinción especial al mérito asociativo vecinal.» Reconoce al Ágora ser un exponente de participación ciudadana y ejemplo de una democracia cultural que practica con niños y adultos. En septiembre del 2021 la concejalía de Acción y Promoción Cultural colocó una placa conmemorativa del Ágora 100 en el anfiteatro (teatro) de la plaza de San Marcos. Y agradecemos su apoyo para que este libro salga a la luz. Estamos a la espera de que la asociación A Plena Cultura ponga en este espacio tan especial, como regalo a los poetas, una minibiblioteca de libros libres de poesía. Damos las gracias a la prensa de papel y digital, televisión local y autonómica y emisoras de radio que han informado cada último viernes de mes.

Resumir diez años es como querer coger el cielo con una mirada, pero sirva el instante de la palabra para hacer memoria de los cinco libros colectivos publicados, y con éste seis, por LápizCero Ediciones, desde el año 2014 cuando su director Xavier Tusalle nos llamó para decir que estaba enamorado del Ágora, que quería participar desde su labor editora. 93 poetas han visto sus obras editados, de los cuales 84 nunca lo habían hecho. Y una veintena ha logrado ver un libro suyo, con mayor o menor fortuna, gracias a este proyecto que agradecemos. Algo que ninguno pudo siquiera soñar unos años antes. O las revistas que surgieron en aquel ambiente en el que bullían las palabras. Era una pero cambiando de nombre, con 55 números llenos de poesía y reflexión: «Palavras contra el balium»; «Sentimientos invisibles; «El búho desenfrenado» y «Mil palabras y un día».

Otros actos

Hicimos el año 2019 un encuentro poético en el Instituto Confucio de León para intercambiar la poesía de China con la española y de los poetas de León que participaron. Cuando íbamos a hacer lo mismo con diversos países de África llegó la pandemia. Durante los tiempos de restricciones y el confinamiento el Ágora de la Poesía siguió funcionando, adaptándose en cada momento a las nuevas circunstancias y creando nuevos escenarios. Como no pudimos salir de casa lo hicimos por una aplicación informática colectiva, gracias al experto en estas lides José Reyero. Dos meses. Toda una experiencia que tentó a algunos a quedarse en lo virtual, pero el sentimiento mayoritario fue salir a la plaza pública enseguida. Cuando sólo podían juntarse seis personas, este número iba para recitar sus poemas y los de los demás. Cuando hubo que ir con mascarilla y mantener la distancia de seguridad en el foro así lo hicimos. Y colgamos libros de poesía en los árboles de la ciudad adornando y ofreciendo que fueran leídos por los transeúntes, lo cual se extendió a más de un centenar de localidades diferentes. También salimos con cartulinas escritas con unos pocos versos para que se leyeran en la calle. Y hemos ido a muchos pueblos para hacer recitales implicando a los vecinos que siempre recitaban algún romance de su terruño. O que nos han acogido en otros lares, como Anabel y José María Rodríguez del grupo Sentimientos Invisibles de Valladolid.

Como consecuencia del cuento «Pompolito sin zeta el niño poeta» maestras y poetas plantearon hacer un Ágora infantil y así se hizo en el espacio del Ágora, después en el MUSAC. Participó de manera entusiasta la Asociación Auryn con niñas y niños de diversas nacionalidades coordinados por Sandra Mateos y con el apoyo permanente de M.ª Jesús Calleja. Al mismo tiempo hemos recitado poemas en residencias de ancianos. Con especial emoción la lectura de los que había escrito Asunción Carro, Chonita, maestra y poeta de noventa y ocho años que canta poemas a su querido Bierzo.

«No hay pueblo sin boñigas»

El Ágora de la Poesía ha sido un revulsivo en el ambiente cultural de León permitiendo participar a muchas personas que de otra manera se habrían quedado en casa o irían nada más como espectadoras. Antes del año 2013 a las presentaciones de libros poquísimas veces acudían más de veinte personas, diez años después suele ser el mínimo de asistencia. Hemos abierto la puerta del salón de actos del conservatorio de música para presentar obras de poesía, o espacios llenos de arte como en el bar El Lápiz. Creamos tertulias de gran afluencia en el bar Amélie, donde comenzó Cuento Cuentos Contigo de la mano de Flor Méndez y Nuria Antón, y que continúa con Marcelo Tettamanti en el bar Varsovia. Otros muchos eventos fueron impulsados gracias a un ambiente cultural muy singular y entrañable, como el grupo de actores aficionados ConTestaTeatro, y su obra «No hay pueblo sin boñigas.»

Hace seis años comenzamos a celebrar el 6 de febrero el homenaje a Rubén Darío, estando enterrado en la catedral de León (de Nicaragua), o acciones poéticas el Día Mundial de la Poesía, 21 de marzo. Hemos promovido conferencias y debates en torno a qué es la poesía. Y miramos al futuro para respirar el horizonte. Nos congratulamos con ágoras que brotan en nuevos lugares como Guadalajara, la Casa de León en Madrid y otros que se están fraguando.

Y no olvidamos nuestra prehistoria, cuando las rutas literarias de Sherwood en las que convocados por Fernando Pérez desde la CGT en León recorríamos las calles y plazas de la ciudad leyendo en voz alta páginas de libros de poesía, novela o teatro. O al inolvidable Antonio Cortijo que nos paraba en cualquier momento para recitar un poema. Desde nuestra prehistoria nos hemos proyectado al futuro con mucha polémica, porque la controversia de la inteligencia artificial ya está a nuestras puertas. Leímos en un ágora reciente uno de los primeros poemas de la aplicación ChatGPT.

Gracias, gracias al apoyo y complicidad de los electricistas del ayuntamiento de León, han sido un puntal imprescindible en nuestro acontecer y siempre con una disposición más que diligente nos dieron la luz y ahora nos han regalado un foco. Gracias de manera especial al entrañable electricista Luis Izquierdo, porque espontáneamente recitó alguna vez. Y a Javier Reyero, concejal de Cultura que nos facilitó tirar para adelante al comienzo. Y ¡cómo no! agradecer a Jesús García El Beatle, de «León Audio», regalarnos, con una generosidad increíble, un micro con el bafle que lleva diez años funcionando, él amplificó nuestra voz. A Pedro Pérez Grande de «León Literario» cuya pancarta nos hace más visibles. Y a todos los que de alguna manera nos habéis ayudado: Gracias.

La poesía sigue su camino. El Ágora es un encuentro sin puertas, donde nadie entra ni sale, ¡está! para recitar todos por igual. Su combustible es la ilusión y este libro nos une en el recuerdo.

¡Larga vida al Ágora!

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