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Pablo Andrés Escapa.

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Pablo Andrés Escapa. Chacón

Pablo Andrés Escapa reivindica el poder de la fábula y de la literatura en su cuarto libro de relatos

El literato leonés ha presentado su nueva obra, 'Fábrica de prodigios', donde, en tono cervantino, busca al modo del autor de 'El Quijote', «contar con propiedad un desatino»

CÉSAR COMBARROS

Sábado, 16 de febrero 2019, 12:10

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El escritor leonés Pablo Andrés Escapa regresa a las librerías con 'Fábrica de prodigios' (Páginas de Espuma, 18 euros), su cuarto volumen de relatos, que reúne tres cuentos «de media distancia», de unas 80 páginas cada uno, en los que reivindica con tono cervantino el poder de la fábula y de la literatura para levantarse de la realidad anodina que se vive, explica.

El autor reconoce en declaraciones a Ical que el hecho de ser él mismo un lector «fundamentalmente de cuentos» puede ser uno de los motivos que le ha empujado a escribir de una determinada manera, y reconoce que las «exigencias formales» y la necesidad «imprescindible» de encontrar un «ritmo de escritura» adecuado para este tipo de historias son códigos narrativos en los que siempre se ha encontrado cómodo.

«La novela corta o el cuento largo tienen mucho de parábola. Piden intensidad y ofrecen una interpretación simbólica de los acontecimientos. Cuando pienso en las grandes obras del género, como 'La muerte de Iván Ilich', 'La metamorfosis' o 'Bartleby, el escribiente', en el fondo lo que están proponiendo son metáforas de la existencia que tienen más fuerza por estar condensadas en menos páginas que si se extendieran en una novela», recalca.

Escapa recuerda a su padre, «un narrador oral extraordinario», para explicar cómo conoció de primera mano la amplia tradición oral que impregna los pueblos leoneses, y que se extiende por otros lugares como Zamora, Salamanca o Asturias, conformando toda una tradición literaria.

Sobre las tres historias que integran 'Fábrica de prodigios' ('Pájaro de barbería', 'Continuidad de la musa' y 'El diablo consentido') explica que cada una de ellas contiene un relato interno escrito, ya que «cada personaje va elaborando un texto (un diario, un ensayo o una biografía) que supone una versión alternativa de los hechos que perciben en sus peripecias respectivas. Esa reescritura alimenta la trama».

Cuestionado sobre el inequívoco aliento cervantino de la obra, el escritor recurre a una cita de 'El Quijote' para recordar que «la mentira es mejor cuanto más verdadera parece, y esa mentira consentida es la base de la literatura». «Todos, cuando abrimos un libro, sabemos que estamos ante una ficción, es una regla que aceptamos. Lo cual, de algún modo, cuestiona la posibilidad de que exista la literatura realista. La verosimilitud —que no consiste en la detallada replicación de la realidad— es la única verdad en la literatura», argumenta.

«Lo que Cervantes se propuso en sus 'Novelas ejemplares' fue, dicho con sus palabras, 'contar con propiedad un desatino', y propiedad aquí alude al estilo, a escribir de forma que el lector crea que la única verdad existente, la única posible es la que está leyendo. Ese es el propósito del libro: partir de tres situaciones anómalas y contarlas de forma que el lector las acepte con la mejor voluntad», señala.

Las tres historias que conforman el volumen transcurren en «un territorio común», una ciudad de provincias donde el microcosmos de extrañeza que habitan sus protagonistas se entreteje con apuntes sutiles. «Siempre es extraño despertar. Vuelve uno de la inconsciencia al extravío sin tiempo de reponerse», señala uno de los personajes del relato que cierra el libro, y es en ese espacio de «encuentro de los dos mundos» y de «extravío más o menos voluntario» donde irrumpe la literatura.

«Yo creo que la literatura nunca debe trabajar con certezas, porque no tienen mayor interés. En mi opinión, debe registrar esas regiones de sombra, de duda, de equívoco. Por ahí es por donde puede resultar más interesante justificar el oficio de escritor», destaca. Según reconoce, para él la literatura siempre ha sido «un consuelo de la vida». «Es capaz de ofrecer situaciones y de recrear mundos más complejos pero a la vez más clarificadores de lo que nos ocurre a diario. Y en el mejor de los casos, más amenos».

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