«Las mujeres rurales no somos superheroínas, solo queremos una vida digna»

«Si las mujeres nos vamos, los pueblos desaparecen». Así de sencillo lo explicaba Teresa López, presidenta de la Federación de Asociaciones de Mujeres Rurales, en una mesa redonda sobre liderazgo femenino en el sector agroalimentario celebrada durante la jornada de clausura de FéminAs. La tercera edición del Encuentro Internacional de Gastronomía, Mujeres y Medio Rural que se ha celebrado a lo largo de tres días en la Cuenca Minera asturiana ha servido para reivindicar, con ejemplos llegados de diversas partes del mundo, su valioso papel como anclaje al territorio de sus comunidades. Pero ojo, decía la líder de las mujeres rurales, «que solo queremos labrarnos una vida digna, no ser superheroínas».

«La desigualdad es un hecho, podemos verla o no, pero ahí están los datos, y esa realidad se acentúa en el campo», explicaba Lopez en un debate moderado por la escritora gastronómica Esperanza Peláez en el que tomaron parte la bodeguera Victoria Ordoñez, la directora general de Fuensanta, Esther Cueli, o la fundadora de MOM Culinary Institute, Laura Morcillo. «Te encuentras con mujeres que te dicen 'yo nunca trabajé', pero han criado a cinco hijos y gestionado una vaquería, y resulta que sus primeros ingresos propios son una pensión de viudedad». Desde la posición que le otorga su contacto con asociaciones de todo el territorio nacional, llamaba a la administración a ponérselo fácil y al público a dar valor al trabajo rural con algo tan poderoso como sus decisiones de compra: «Ese queso artesano podrá costar 12 euros, pero que la mujer que lo elabora se quede en su pueblo vale mucho más».

De mujeres que alimentan a sus comunidades y mantienen vivo el fuego de la sabiduría popular versó la nutritiva intervención de la ecuatoriana Valentina Álvarez. La chef del restaurante Iche se trajo desde las costas del Pacífico un horno ancestral manabita, de apariencia rudimentaria, pero tan sofisticado que permite hasta 16 tipos de cocción distinta. Tradicionalmente manejado por las mujeres de la casa, Valentina recordaba a su bisabuela Donatila, «que por la mañana soplaba con paciencia las brasas para volver a encender la llama de un nuevo día, cada mujer conoce su horno, es administradora de los recursos, planificadora y guardiana de la soberanía alimentaria». Al incorporar el uso del horno manabita en su restaurante y darle el valor gastronómico que merece, Álvarez contribuye a la supervivencia de una herramienta ancestral que se quedará en Asturias, pues ha sido donada al Club de Guisanderas.

La última jornada del congreso, mostró también los cotizadísimos pasteles de mango en forma de flor que elabora en su restaurante tokiota Natsuko Shoji -mejor chef de Asia en 2022- o la repostería sin gluten y sin proteína animal que elabora en Castelldefels la argentina Lucila Canero. «Quería hacer pastelería para los que nunca encuentran nada en la pastelería», contaba la repostera, que aplica a harinas de frutos secos y proteínas vegetales la misma disciplina y rigor de la repostería ovoláctica en la que se formó. Su innovador modelo de negocio, bajo pedido a través de internet, podría parecer una locura en un sector que vive del impulso caprichoso de la clientela, pero le permite minimizar el desperdicio de alimento y ofrecer un producto siempre recién hecho. «La mejor gestión de los residuos es no generarlos».

FéminAs, que esta vez ha viajado literalmente a las entrañas de Asturias recorriendo los enclaves más característicos de su Cuenca Minera, viajará en 2024 a la costa occidental del Principado -una de las mejor conservadas de Europa- para saborear su rica gastronomía marinera.