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Imagen de la escultura 'Derribos Wittgenstein', del artista leonés Daniel Verbis, que forma parte de la exposición 'Objetos testigo' en la Galería Rafael Ortiz en Sevilla.
El leonés Verbis lleva a Sevilla su exposición 'Objetos testigo'

El leonés Verbis lleva a Sevilla su exposición 'Objetos testigo'

La galería sevillana acoge este sábado la inauguración de la muestra del artista leonés, que incluye una instalación, pinturas de gran formato, collages y obras sobre papel

César Combarros

León

Sábado, 25 de enero 2020, 13:36

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Seis años después de presentar en Sevilla 'Histerianimal', el artista leonés Daniel Verbis regresa a la Galería Rafael Ortiz para inaugurar este sábado 'Objetos testigo', una nueva exposición individual donde, en esta ocasión, reivindica la fisicidad y pone en primer término el «mobiliario emocional» del artista, con una muestra que permanecerá abierta al público hasta el próximo 21 de marzo.

'Objetos testigo' reúne dos pinturas recientes de gran formato (una donde propone telas drapeadas como «sustitutos del cuerpo» y otra sobre bustos representados desde atrás, cediendo el protagonismo a las peanas), obras sobre papel, tres manuales (uno de mecanografía, considerado por Verbis como «un libro de poesía visual», otro sobre ortopedia y el último dedicado a la visión), algún collage realizado a lo largo de estos últimos años y una instalación de objetos, libros y pequeñas esculturas distribuidas sobre mesas y peanas que organizan el recorrido expositivo.

Esta instalación se convierte en el auténtico eje de la muestra, articulada a partir de objetos migratorios, objetos errantes que, resistiendo las vicisitudes de la actividad en el estudio del artista, parecen haber encontrado las circunstancias adecuadas para hacer acto de presencia, una ocasión para ser significativos y acomodarse a una idea concreta, para tomar conciencia de su sentido y presentarse ante el público.

«La idea de la exposición era presentar una instalación con esos pequeños objetos o casi obras de arte modestas que nunca habían tenido la oportunidad de ser expuestos. Se trata de recalcar la idea de la manualidad, una parte del trabajo del artista en el taller que se está perdiendo. Cada vez trabajamos más con ordenadores, con tecnología, pero en la instalación aparecen máquinas de escribir, archivadores, una máquina de coser, pequeños moldes o una serie de mesas de oficina, todo ese tipo de mobiliario que forma parte de un mundo laboral que cada vez es menos frecuente», explica en declaraciones a Ical.

«La gente más joven tiende a eliminar de su vida todo mobiliario para centrarse simplemente en su móvil u ordenador y todo lo que puede conocer a través de ese medio, que en cierto modo es engañoso porque la información que nos llega a través de la tecnología no es el objeto real, sino la imagen del objeto real, a veces trucada», desgrana. En ese sentido, sí aclara que no pretende ir contra lo digital, ya que eso sería «ir en contra del futuro», si bien él, emocionalmente, confiesa que sigue teniendo «una necesidad» de rodearse de «la cosa física».

Entre los objetos que forman parte de la instalación aparecen pequeñas esculturas realizadas por Verbis con plafones o tulipas de cristal de lámparas que ha ido recopilando, y que «conforman una especie de 'escultura fálica', un molde masculino pero al mismo tiempo muy frágil». «Con esas piezas en cierto modo se plantea una cuestión de género, al reivindicar una cierta fragilidad de lo masculino. Mostrar lo masculino como lo fuerte es tan mentiroso como lo contrario», añade.

Retrato del artista

Cuestionado sobre si esta exposición puede leerse como una especie de autorretrato, el leonés aclara: «Casi cualquier exposición es en cierto modo un retrato, porque nos vamos retratando en la medida en que vamos haciendo cosas y trabajando. Como artista la forma de conocerte es a través de las piezas que vas haciendo, que te reflejan no quién quieres ser sino quién puedes ser», reflexiona.

En ese sentido, Verbis alude a una visión personal bastante crítica con el rol actual de los artistas, a los que considera «un elemento funcional del propio sistema», al ser parte de un engranaje formado por museos, exposiciones, comisarios, galerías…». «El artista está ahí como una especie de peón o de comodín que es manejable y sustituible. Ya no se le valora como una personalidad singular, sino como alguien funcional», apunta.

A título personal, se define como «una persona que siempre está en crisis». «Como artista, solo me reconozco en el cambio, en la transformación, en la investigación y en el juego. No me reconozco como un sujeto que ha conseguido un cierto dominio de una técnica o de una forma de expresarse, que va siguiendo una carrera continuada con pequeñas evoluciones o cambios hasta consolidar un estilo», remata.

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