José Ramón González Clavijo: «Apelan por lo penal hasta una intoxicación»
Presidente de la Audiencia Provincial de Salamanca
M. J. Pascual
Lunes, 27 de junio 2016, 12:06
Demasiada judicialización en Salamanca y, muchas veces, «asuntos sin enjundia como para llegar a pleito». Es lo que opina el presidente del alto tribunal de esa provincia, José Ramón González Clavijo, quien pone como ejemplo uno de los asuntos que ha llegado en apelación hasta la Audiencia, donde fue archivado en la vía penal, pero continúa en la civil y ya son casi tres años de pleitos para los afectados.
Se trata de un caso de intoxicación alimentaria en una boda celebrada en un restaurante de la capital salmantina. El rebozado de la merluza produjo gastroenteritis a buena parte de los vecinos de un mismo pueblo. Sus abogados plantearon el asunto en la vía penal, perdieron el juicio, presentaron apelación y esta se desestimó por la Audiencia. «Nadie puede pensar que el dueño de un restaurante quiera causar daño a sabiendas a sus clientes, como tampoco el gerente de un supermercado es un delincuente porque una señora se resbale con una hoja de lechuga, se caiga y se lesione», indica el magistrado. En el caso de los invitados a la boda afectados por salmonelosis, quienes plantearon una denuncia penal conjunta fallida siguen sin cobrar las indemnizaciones, que han tenido que solicitar, uno a uno, en la vía civil . El asunto todavía está pendiente de resolver. Sin embargo, quien planteó una sencilla demanda de cantidad, ganó el juicio y cobró en tres meses.
González Clavijo señala que los juzgados de Salamanca, especialmente los nueve de civil, «trabajan al 150%», cuando muchos de los asuntos podrían resolverse, sostiene, a través de la mediación. No obstante, reconoce que está en mantillas y que, como en Francia, para ser eficaz tendría que ser obligatorio para el ciudadano afectado pasar por ella antes del juicio, «pero quienes van a las audiencias previas son los abogados». También hace falta un cambio de mentalidad. Porque, hoy por hoy, todavía lo que prevalece es eso de que «a mí, que me lo diga el juez».