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El campo leonés también está sufriendo la crisis derivada de la guerra de Ucrania tal y como afirma el líder sindical José Antonio Turrado. María Fernández
El campo leonés y el «parche» a la guerra de Ucrania: producir 70.000 toneladas más de maíz

El campo leonés y el «parche» a la guerra de Ucrania: producir 70.000 toneladas más de maíz

Los ganaderos ven «inasumible» el alza de los precios en el pienso y el coste energético para mantener explotaciones integradas | Asaja propone el uso del aceite de colza ante la escasez de girasol que provenía de los países en conflicto

Domingo, 13 de marzo 2022, 12:50

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La crisis derivada de la guerra de Ucrania también amenaza al campo leonés, especialmente a las ganaderías, que están viendo como la escalada de precios ya reduce, aún más, su margen de beneficio.

Caso distinto es el de la agricultura, que apuesta por aprovechar la circunstancia para ampliar sus cosechas y paliar el efecto sobre los costes que está provocando la pérdida de importaciones desde Ucrania, Rusia o Bielorrusia.

«Se ha paralizado el comercio internacional y no es bueno. Hay una escalada de precios en cereales y semillas oleaginosas, como colza o girasol, que quienes tengan esos granos en sus almacenes estarán ganando dinero, pero eso a medio o largo plazo nunca es bueno para nadie», matiza el secretario general de Asaja León, José Antonio Turrado, quien pide «estabilidad» para ganar un margen «razonable».

La crisis en la ganadería

Quienes peor lo están pasando hasta el momento son los ganaderos. La inmensa mayoría del cereal que recibían era destinado al consumo animal y ahora se está encareciendo el coste de los piensos, algo que venía ocurriendo desde el verano. «Ya no es que sean altos, es que son inasumibles. Es difícil que quede margen para vender carne y ganar dinero y a eso se suma una preocupación por escasez».

La subida de precios está alcanzando el «30 o 50 por ciento», algo que repercute en la ganedería intensiva como el ovino de leche, el vacuno de leche, la producción de conejos o sectores integrados como la producción de huevos, pollos y cerdos, cuyo alza acaba repercutiendo más en el cliente. Al ganadero lo que le está afectando es el coste energético, ya que los gastos de calefacción o refrigeración, en base a luz y gas, se ha multiplicado en las últimas semanas.

Este no está siendo un problema tan grande para la ganadería extensiva, donde los animales no solo comen pienso y en su dieta incluyen forrajes, heno o ensilados que proceden de las propias explotaciones de la provincia.

La solución, en el campo

Desde Asaja apuntan al Gobierno de España y a la Unión Europea para «salvar» la situación. El sindicato pide que el criterio medioambiental del barbecho -dejar sin sembrar un 5% de las tierras y que ningún cultivo sobrepase el 75% de la explotación- se suprima de forma temporal.

La campaña que se abre ahora es la de regadío y el cultivo estrella en la provincia de León es el maíz, por lo que se pide sembrar el 100 por 100 y liberar hasta 6.000 hectáreas que se podrían dedicar a este producto de forma adicional. «Estaríamos en condiciones de producir 70.000 toneladas más de maíz. No arreglaríamos el problema de España, pero sería un parche importante».

El girasol y los aceites

El girasol sería otro cultivo a tener en cuenta -producto que se importaba de Ucrania y cuya oferta empieza a escasear- y varios agricultores leoneses ya se han interesado en él. Sin embargo, el hándicap de esta planta reside en que el secano de León «es muy pobre» y el girasol solo se da «en las más buenas». «No podemos plantear sembrar pipas en terrenos muy malos porque lo único que hacemos es invertir lo que no vamos a recuperar».

Como alternativas, Turrado plantea aceites similares al girasol, como el de colza, aunque reconoce que en España «si nos ponen una botella de este tipo la rechazamos por lo que supuso en este país hace unas décadas». El resto de opciones también resultarán caras, al encontrarse el mercado en una situación de inflación y escalada alcista «que nadie va a parar». «No va a compensar los mayores costes que tendrán los agricultores y nos va a ir a todos mal porque no vamos a compensar el sobrecoste a los agricultores y los consumidores van a pagar más por los productos».

Todo ello en la situación peculiar que vive el campo «porque nosotros no le ponemos el precio a lo que vendemos y nos van a achuchar hasta la extenuación». Además, entre el agricultor y el ganadero y el consumidor hay «muchos otros eslabones y empleados» que presionarán los costes laborales y al final, quien pagará más, volverá a ser el consumidor.

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