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Una de las fotografías de Roberto Vega.

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Una de las fotografías de Roberto Vega.

El valor de los recuerdos

El exminero y fotógrafo de bodas Roberto Vega obtiene dos premios Fearless que lo encumbran como uno de los representantes más valorados de la profesión en el panorama internacional

D. Álvarez

Ponferrada

Domingo, 14 de julio 2019, 17:26

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En septiembre de 2010, el berciano Roberto Vega era uno más de los mineros que participaba en la 'marcha negra' con la que los trabajadores del sector recorrieron la provincia de León reclamando un futuro de un color más halagüeño que el del mineral que extraían. Si algo lo distinguía del resto de compañeros era su inseparable cámara de fotos, con la que ejerció prácticamente de «reportero» de la protesta. «Iba en la marcha y al mismo tiempo iba haciendo fotografías y publiqué muchas de ellas», recuerda.

Menos de una década después, lo que entonces era sólo una afición que lo había acompañado desde que en 1992 tuvo acceso por primera vez a una cámara analógica de su padre, se ha convertido en su profesión y lo ha encumbrado a los puestos más altos entre los fotógrafos de bodas del panorama internacional, gracias a los premios que le han entregado ISPWP y Fearless, las dos asociaciones profesionales de más prestigio a nivel internacional.

Cuando perdió su trabajo en la minería a cielo abierto, Roberto tuvo que buscarse la vida con diversos negocios que aún compagina con su profesión principal, como un lavado de coches y un centro estético. Por aquel entonces, su afición como fotógrafo se volcaba exclusivamente hacía el paisaje y fue con imágenes de ese tipo, relacionadas con motivos como la vendimia, el Camino de Santiago o la Semana Santa, con las que consiguió alzarse con sus primeros premios de relevancia. En el mundo de las bodas, su mentor fue el fotógrafo de Toral de los Vados José Luis Sobredo, que le pidió que le acompañara como segundo de a bordo a una ceremonia. «A los tres años ya estaba haciendo bodas yo sólo, por mi cuenta. Para mí no es trabajo, es una afición, aunque me da mi rendimiento», reconoce.

La «imaginación» a la hora de componer las imágenes y el dominio del «lenguaje visual de líneas, colores, luces y texturas» son los ingredientes con los que Roberto trata de «narrar una historia de principio a fin». «El reto de cada boda es explicar lo que está pasando con una cámara y que alguien que no sepa la historia la pueda llegar a intuir. Mi trabajo no se acaba con la ceremonia, me gusta estar con los novios en una cita previa y compartir los momentos íntimos de antes de la boda con la familia», explica.

Concursos internacionales

Con esa filosofía, su trabajo ha llamado la atención de dos de las más prestigiosas asociaciones profesionales internacionales de fotógrafos de boda, Fearless y la Internacional Society of Professional Wedding Photographers (ISPWP). Ambas instituciones organizan concursos periódicos cada tres o cuatro meses en los que un jurado internacional decide cuáles son las mejores instantáneas del momento. En el último concurso de Fearless, sólo 67 profesionales y 190 fotos resultaron premiados entre las más de 10.000 imágenes presentadas.

En esa ronda del certamen, el berciano consiguió que dos de las instantáneas galardonadas llevasen su firma, dos premios que se unen a uno anterior que consiguió en la última ronda del año pasado, con su primera participación. Por su parte, en ISPWP las imágenes de Roberto acumulan este año cinco premios en las diversas rondas del concurso.

Además, en función de los premios recibidos, los profesionales quedan ordenados en un 'ránking' cuyo líder al término del curso será proclamado como fotógrafo del año. «En Fearless, espero estar entre los 25 primeros y en ISPWP tengo posibilidades de quedar entre los 10 mejores del mundo», explica el berciano, que apunta que el «alto nivel de los fotógrafos españoles» provoca que año tras año varios compatriotas se instalen en los puestos de honor de la profesión. «Creo que es por el carácter que tenemos, porque en países de América Latina que tienen un carácter muy parecido, como México, Colombia o Ecuador, también hay grandes fotógrafos», asegura.

El reconocimiento por parte de estas prestigiosas asociaciones profesionales supone un empujón más para una carrera que ya le ha llevado a trabajar en países del entorno como Italia, Portugal o Francia, aunque el grueso de su trabajo se desarrolla en territorio nacional. A la espera de estrenar su nueva página web, el berciano tiene la firme intención de exprimir las posibilidades de esa nueva plataforma para «sacar el trabajo fuera de España» y participar de lleno en el circuito internacional de la fotografía de boda.

Las imágenes premiadas

Una traviesa mariposa que se posa en la nariz de la novia, un novio cuya cabeza se esconde tras una lámpara o una novia con un paraguas multicolor que atraviesa un paso de peatones son algunas de las creaciones de Roberto. Las tres instantáneas, que acompañan a estas líneas y que fueron valedoras de un premio Fearless cada una, son una muestra del imaginativo trabajo del berciano a la hora de inmortalizar un día que sus clientes recordarán por el resto de sus vidas.

En ese sentido, la búsqueda de las imágenes más audaces -'fearless' significa literalmente 'sin miedo'- permite además diversas interpretaciones sobre su trabajo, como pasa con las obras de los artistas más vanguardistas. Así, la novia del paraguas puede convertirse en una nota musical que se sitúa, en el pentagrama formado por el paso de peatones, a la altura de la nota Sí, la que lleva el mismo nombre que la palabra más importante en una boda. Tras obtener el premio, la instantánea, que ya había recibido la mención de honor del certamen, fue imagen de portada de la página web oficial de Fearless.

Revivir el momento

Nacido en la localidad de Otero de Naraguantes, en el municipio de Fabero, Roberto echa la vista atrás hasta su infancia para buscar los motivos que le impulsaron a dedicarse a retratar la felicidad ajena y recuerda tener que viajar con su familia, primero a Valencia, después de vuelta a Otero y más tarde a la vecina Lillo del Bierzo, el pueblo de su padre. «Éramos seis hermanos y por temas de trabajo de mi padre tuvimos que cambiar mucho de casa. Por el camino siempre se iban quedando los recuerdos, siempre se iban quedando fotos que, o bien las destruíamos nosotros porque éramos unos salvajes o bien se perdían en las mudanzas, y al final me quedaron muy pocas fotos mías de niño», explica.

«Haber perdido esas fotos creo que me ha hecho perder muchos recuerdos de la infancia que voy recuperando a medida que veo fotografías de aquella época en las que estoy yo, que guardan otras personas», añade. Esa historia de memoria perdida y recuperada le hizo apreciar «el valor que tienen los recuerdos» y le empujó a «querer que todo el mundo los tenga, para que no les pase lo que me pasó a mí, para que tengan esos recuerdos frescos y puedan volver a ese momento y revivir ese día a través de una fotografía».

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