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Twitter, ruido y armonía

Para algunos es el canal perfecto para propagar historias falsas con objetivo político destructivo. Pero detrás hay mucho más: hay análisis y comentario, y contenido externo compartido

Francesc Pujol. profesor de Reputación y Crisis Online en la Universidad de Navarra

Miércoles, 16 de noviembre 2016, 10:56

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Los que conocen Twitter únicamente desde fuera, desde lo que llega a través de los ecos en la prensa, saben sobre todo que es un antro en combustión permanente. Arde Twitter. Decenas de veces nos enteramos de deslices, pifias, declaraciones desafortunadas u ofensivas del famoso o político de turno. Twitter y las redes sociales también como armas de destrucción masiva. Destrucción definitiva de la reputación por un tuit desafortunado que se hace viral y que se convierte en ataque masivo. Acoso que puede empujar a la muerte, como el conocido caso de la italiana Tiziana Cantone que acabó suicidándose porque ya no soportaba más la difusión de un vídeo privado suyo de contenido sexual. Twitter como el lugar en el que se concentran los indeseables, de verbo agresivo, fanatizados, que arremeten en manada, en jauría ante el que piensa distinto, diga lo que diga, haga lo que haga.

Twitter como puro ruido. A la lista que calamidades que genera parece que hay que sumarle ahora el de ser culpable de la elección de Donald Trump como presidente de los Estados Unidos. Porque las redes sociales se han convertido en el canal perfecto para propagar historias falsas con objetivo político destructivo. Así, por ejemplo, una historia del Denver Guardian atacando a Clinton consiguió viralizarse y ser compartida 570.000 veces. El problema no es sólo que la noticia es falsa es que el Denver Guardian no existe.

Compartí recientemente una propuesta de moderación orgánica del odio en Twitter: que un algoritmo etiquete a cada usuario en una escala 1 a 10 según el tono ofensivo de los tuits. Y que sea cada usuario el que gradúe el nivel de ruido que está dispuesto a soportar en Twitter. Veremos.

El Twitter de 2016 no es el de antes de 2014. Las conversaciones más insustanciales entre usuarios se fueron casi todas a Whatsapp; los tuits con fotos de situaciones personales están en Instagram y Snapchat. Los contenidos que se comparten entre círculos cercanos están en Facebook. Twitter ya no es ni jamás podrá aspirar a ser plataforma de uso universal, aunque a los directivos de Twitter les cueste tanto entender su nueva naturaleza. Pero Twitter es mucho más que un reducto de deformes sociales.

Porque Twitter no es sólo ruido, también es melodía y armonía. Lo que queda sobre todo en Twitter es análisis y comentario y contenido externo compartido. La calidad del análisis no depende tanto de la extensión como de la valía intelectual del autor. Y es en este punto dónde Twitter conserva una ventaja competitiva única: Twitter es el espacio social propio de los expertos y de los analistas. ¿Saben cuál es la fuerza principal de Twitter? Que en esta red social están activos la práctica totalidad de los periodistas, de manera masiva. Es su espacio natural. Saben esquivar los escollos de los bulos y las fuentes dudosas: va en su sueldo. Y comparten en Twitter una gran parte de ese contenido de calidad porque deben cuidar su propia marca personal en Twitter. Centenares de periodistas en España tienen más de 10.000 seguidores en Twitter. Lo sé porque estoy preparando un informe sobre ellos.

Dele una oportunidad a Twitter. Y si ya se la dio en el pasado, dele una segunda o una tercera oportunidad. Porque si usted está leyendo este periódico y esta reflexión, tanto si es en papel como si es online, pertenece a la minoría que está interesada no sólo en informarse sino en hacer seguimiento de la actualidad y que busca profundizar para entender porqués de la actualidad. Su caja mágica está en Twitter. Me permito darle algunos consejos si busca información de calidad. No siga a famosos; lo son por lo que hacen fuera de Twitter, no por sus tuits. No siga a políticos: sueltan el mismo discurso dentro y fuera de Twitter. No siga a muchos conocidos; ya los está siguiendo en Facebook. No siga a marcas; no tienen nada que decir. Sea muy parco en seguir a medios; los mínimos: la prensa local y alguno otro que considere imprescindible. Y siga a periodistas. Tantos como pueda. También los de la televisión y la radio, porque también están. Evite a los tertulianos gritones, porque también gritan en Twitter. Leerá contenido relevante, filtrado, seleccionado. Y estará acompañado de sus reflexiones, de análisis razonado. Y esos periodistas le llevarán a otros periodistas y a expertos y a académicos activos en Twitter. Y a partir de allí, abra también las ventanas al descubrimiento, siguiendo a profesionales y expertos de los ámbitos más variados, que le sean de interés. Si quiere estar informado, si ama y valora el papel de la prensa, si quiere acceder a las mejores fuentes y contenidos, está a tiempo de descubrir al ya viejo Twitter. A mí me ha transformado.

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