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El papa Francisco saluda a una multitud. AFP
La Iglesia reconoce a los LGTB

La Iglesia reconoce a los LGTB

En el Sínodo de los Obispos de octubre sobre los jóvenes no habrá temas tabú

Darío Menor

Corresponsal en Roma (Italia)

Martes, 19 de junio 2018, 20:33

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Sexo, drogas, aborto, anticonceptivos, dependencias, papel de la mujer, redes sociales, explotación laboral y hasta situación de las personas LGTB (lesbianas, gais, transexuales y bisexuales). Promete mucho el Sínodo de los Obispos convocado en el Vaticano del 3 al 28 de octubre bajo el lema 'Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional' y cuyo 'instrumentum laboris', el documento de trabajo que se utilizará en esta asamblea de prelados de todo el mundo, fue presentado ayer. El texto recoge las aportaciones realizadas por las conferencias episcopales y por los propios chavales, que plantearon sus inquietudes en el cuestionario ofrecido por la Santa Sede, que convocó además una reunión preparatoria el pasado marzo en la que participaron unos 300 jóvenes. Era la única manera de tenerles presentes, pues en el Sínodo no pintan nada los que no son obispos.

A diferencia del cuestionario, que no hacía referencia al sexo ni a las drogas, en el 'instrumentum laboris' el Vaticano se da un baño de realismo y enumera todas las exigencias que los chavales de entre 16 y 29 años hacen a la Iglesia. Aunque a algunos les chirríen. «Muchos jóvenes católicos no siguen las indicaciones de la moral sexual» planteada por la doctrina católica, reconoce el texto, en el que se subraya que numerosas conferencias episcopales desean abrir un debate «sin prejuicios» sobre la sexualidad. La petición lleva a dar voz a «algunos jóvenes LGTB» que quieren «mayor cercanía y cuidado» por parte de la Iglesia.

No es algo secundario que un documento oficial del Vaticano utilice el término LGTB; es probablemente la primera vez que ocurre. En la presentación del 'instrumentum laboris', al cardenal Lorenzo Baldisseri, secretario general del Sínodo de los Obispos, le tocó dar explicaciones por ello. Lo hizo recordando que ya estaba presente en el documento que plantearon los jóvenes durante la reunión presinodal y reivindicando la libertad de la asamblea de octubre. «Nosotros estamos abiertos. Queremos que el Sínodo no esté cerrado en sí mismo, que no sea un gueto ni un asunto interno de la Iglesia. En la Iglesia hay distintos ámbitos. Hay libertad», destacó.

Que se vaya a hablar sobre temas que, hasta hace bien poco, eran considerados tabú por parte de la jerarquía no significa que se avecinen cambios doctrinales. No es por ahí por donde va la reforma de Francisco, sino en la manera con que la comunidad eclesial acoge al que llama a su puerta, que siempre debe estar abierta. El nuevo rumbo lo plantean los propios jóvenes en sus propuestas para el Sínodo. Quieren un Iglesia libre de pederastia y corrupción, «más auténtica, amiga y acogedora», que les escuche y acompañe respetando su libertad y que, en definitiva, se comporte como una «verdadera familia». No es tiempo de «jueces inflexibles» ni tampoco de «padres temerosos e hiperprotectores que generan dependencia».

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