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Mari, con sus nuevas nietas Nieves y Andrea.
Abuelo busca nieto

Abuelo busca nieto

La organización 'Adopta un abuelo' junta a mayores sin compañía y estudiantes que los visitan cada semana

carlota ezquiaga

Sábado, 25 de marzo 2017, 00:04

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A Ángela, a punto de cumplir 97 años, le han salido dos nuevas nietas ya creciditas: Isabella y Lourdes, estudiantes de Cunef. La visitan cada domingo. No fallan ni uno solo, dice Ángela. Son unas nietas estupendas. Nos contamos nuestras cosas; yo les hablo de mi vida, de mi juventud, de por qué nunca me casé. El otro día me preguntaron qué canción era mi favorita y yo no tuve que pensarlo: Muñequita linda. Y ellas, fíjate, la buscaron en el teléfono y la pusieron al momento.

Se han conocido gracias a la organización Adopta un abuelo, que busca nietos postizos a personas mayores que viven en residencias. Desde 2014, el año en el que se creó, 204 estudiantes han podido disfrutar de la compañía de 102 mayores, y viceversa. Cada semana, dos voluntarios visitan a cada 'abuelo', en un intento no solo de paliar las horas de soledad" de los mayores, "sino también de resaltar la figura de todos los abuelos y abuelas del mundo, en palabras de Alberto Cabanes, el fundador.

Porque para Cabanes es un asunto personal. Este ciudadrealeño visitaba a su abuelo en una residencia hasta que falleció. En esa misma residencia conoció a Bernardo, viudo y sin descendencia, al que escuchó pedir un nieto por Navidad. Yo seré tu nieto, se ofreció él, y comenzó a ir cada semana a hablar con su nuevo abuelo. Así se le ocurrió que hay muchos mayores solos en residencias y decidió compartir su experiencia con más jóvenes como él. Ahora, Bernardo es presidente honorífico de su asociación.

En esta vida, desde mi punto de vista, solo hay dos grandes activos: el tiempo y la sabiduría, explica el fundador. Si juntamos a los que tienen mucho tiempo por delante en su vida con los que no tienen tiempo pero tienen mucha sabiduría, tendremos jóvenes sabios, formados en valores.

Es importante reivindicar la figura de los abuelos porque son maestros de vida, continúa Alberto, que dejó su empleo en la empresa KPMG para dedicarse a esta asociación a tiempo completo. Seguramente el mayor activo que tengamos en España sean las residencias de mayores, porque en ellos reside la sabiduría. Y, al final, tenemos un país desarrollado y democrático gracias a ellos, que vivieron una guerra y las pasaron canutas. Por ellos, los jóvenes como yo disfrutamos de lujos como ir a la cocina y tener agua caliente, o encender un interruptor.

Ahora, en institutos

Parece que muchos jóvenes están de acuerdo con él: su asociación ha recibido una avalancha de voluntarios. No hay suficientes abuelos para los 3.000 jóvenes que hay en lista de espera. Ahora, además, se encuentran en plena expansión; actualmente el programa funciona en cinco ciudades (Madrid, Pamplona, Santander, Ciudad Real y Granada), pero esperan llegar al menos a otras 50 para el próximo mes de septiembre. El plan es extender su actividad a institutos: lo que empezó en las universidades ahora se prueba con adolescentes. Así, pasará de ser un programa de voluntariado a una empresa social, ya que se convertirá en una extraescolar, como el fútbol o el inglés, por la que los estudiantes pagarán.

Para llevar a cabo su crecimiento buscan embajadores: jóvenes que lideran y coordinan a los participantes. Son ellos quienes ponen en marcha el programa en su ciudad, hacen la selección de 'nietos' y se comunican con las residencias. Cobran una beca de unos 300 euros al año, y ganan una experiencia y unos valores impagables, según Cabanes.

Los jóvenes, por tanto, pasan por un proceso de selección para acceder al programa y para los mayores también hay requisitos. Hay, en concreto, dos parámetros para elegir a los abuelos: uno es el deterioro cognitivo, que tiene que ser nulo o muy leve, porque los estudiantes no son expertos en cuidado a este tipo de personas; y el otro es el rango de soledad: cuanto menos gente tengan a su alrededor, más prioridad tendrán para recibir nietos.

Las nietas de Mari

En la residencia madrileña de Sanyres Loreto, varios jóvenes hacen visitas cada semana. Nieves, estudiante de máster de Acceso a la Abogacía, a veces tiene que recordarle su nombre a Mari, pero la complicidad entre las dos es innegable. Cada martes va con su amiga Paola a la residencia y pasan un rato con esta ceutí de 92 años.

Estoy encantada con Mari. Nos reímos mucho; a veces subimos a la terraza a tomar el sol, merendamos, nos enseña sus fotos y sus cuadros, cuenta Nieves. Eso es lo que más le gusta a la ceutí: enseñar sus cuadros a sus nietas postizas. Está mal que yo lo diga, pero están muy bien hechos, se ríe. Los tengo colgados por toda la habitación. Son de Ceuta, de mi tierra.

Mari, habladora, alegre y presumida (Soy muy coqueta, antes siempre iba muy entaconá), les habla de su vida. Aunque se nota que son de otra generación, dicen las estudiantes, el de Mari es un caso especial, porque era una mujer moderna para su tiempo: trabajaba en Telefónica y le encantaba conducir su coche.

Andrea a veces acompaña a Nieves cuando su compañera no puede ir y aunque no es 'nieta' oficial, se ha enganchado a las visitas a Mari. Sin embargo, no cree que haya que mitificar esta actividad. Hay que ser realista, declara. No es que te estén dando cada tarde una lección de vida increíble; pero te acerca a los mayores que a veces se ven desde mucha distancia y parecen de otro mundo y al pasar las tardes con ellos te das cuenta de que no son tan diferentes a ti.

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