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IÑIGO GURRUCHAGA
Sábado, 11 de marzo 2017, 09:00
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Un jurado en la ciudad inglesa de Hull ha empleado este viernes 24 minutos en declarar inocente a un agricultor de 83 años, que hirió con un disparo de su escopeta a un hombre con expediente penal de robo y que declaró en el juicio que estaba cazando conejos con un amigo, también convicto por robos y violencia.
Kenneth Hugill camina apoyado en una muleta tras dos operaciones de cadera y necesita un audífono para oír a los demás, pero en la noche del 13 de noviembre de 2015 fue capaz de encontrar sin luz su escopeta, de cargarla con dos cartuchos y de salir al exterior de su casa. La electricidad llegó en 1954 a su granja de Wilberfoss, cerca de la ciudad de York, podía moverse en la oscuridad.
Eran las dos de la madrugada, había ido al baño y al regresar vio una luz por la ventana del dormitorio. En su testimonio dijo: "Pensé que había alguien en el exterior que no quería hacer nada bueno. Hablé con mi mujer y salí de la casa. Vi lo que me pareció que era la parte delantera de un vehículo. Oí el ruido del motor muy revolucionado y el coche avanzó hacia mí. Me quedé petrificado."
Disparó un cartucho contra la parte baja del vehículo y otro al aire. Richard Stables, de 44 años, sintió el impacto del primer disparo en su pie. Su amigo, Adrian Barron, condujo el Land Rover hasta un hospital y allí lo dejó. Stables ofreció tres versiones distintas sobre cómo había resultado herido antes de la que ha defendido en el juicio, que alguien le había disparado.
Según Stables, salió aquella noche con su amigo para cazar conejos con linterna. Se perdieron en los caminos rurales, el perro que les acompañaba hizo sus necesidades en el interior del coche y llegaron sin saber dónde estaban a la granja aislada de Hugill. Allí, habría utilizado la linterna para salir del coche con el perro y regresaba al vehículo cuando recibió el disparo.
La defensa de Hugill ha alegado en los tres días del juicio que Stables y Barron posiblemente pretendían robar diésel de los depósitos de la granja. La cerradura de un depósito había sido manipulada. Hugill regresó a la casa y llamó a su hijo, quien a su vez llamó a la Policía, que acudió a la granja quince horas después. Acudió al lugar un helicóptero porque la Policía sabía que se habían producido disparos y creyó que había un rehén.
Los agricultores británicos se quejan de la falta de protección en las granjas aisladas y de los frecuentes robos de animales y diésel, o en el interior de sus viviendas. Creímos desde el principio que no debían procesarme, dijo Hugill tras ser declarado inocente de causar lesiones con el agravante de usar armas. "Apreté el gatillo porque creí que el coche iba a matarme".
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