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Ignacio Dean, malagueño de 35 años, a su llegada al kilometro cero la Puerta del Sol.
El mundo en sus pies

El mundo en sus pies

El malagueño Nacho Dean regresa a España tras haber caminado 33.000 kilómetros en todo el planeta en los últimos tres años

María Eugenia Alonso

Domingo, 20 de marzo 2016, 20:31

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Dar la vuelta al mundo es el sueño de casi todos. Hacerlo a pie, solo el de Nacho Dean, un malagueño de 35 años que durante 1095 días ha caminado sin descanso. 33.000 kilómetros en total a lo largo de cuatro continentes y 31 países, en los que ha sufrido todo tipo de adversidades e incluso ha tenido tiempo para enamorarse. "Este viaje va por el medio ambiente, la naturaleza y la humanidad, por todas las personas que somos la verdadera energía que movemos el mundo y los únicos capaces de hacer que las cosas cambien", ha asegurado este domingo tras volver a pisar el Kilómetro Cero de la madrileña Puerta del Sol, el origen de todo.

De allí partió hace tres años. Atrás dejaba un trabajo de socorrista y un sueldo de 1.600 euros para tomarle el pulso al planeta. Sin seguro médico internacional, ni coche de asistencia, ni patrocinador. Tan solo la única compañía de un carro de 'trekking' que con el transcurso de los kilómetros pasó a convertirse en Jimmy, un compañero con personalidad propia. Dentro de él, una tienda de campaña, un saco de dormir, una esterilla, un botiquín, algo de ropa, herramientas y un portátil desde el que ha narrado su historia. Juntos han recorrido una media de 45 kilómetros al día, la mano de Nacho siempre aferrando el manillar. Por eso, no es extraño que hoy le costase soltarlo. "Le tendré que hacer una vitrina o ponerlo en un pedestal. El famoso es él. A mí sin carro no me conocen", bromeaba este Willy Fog español ante los amigos, periodistas y ciudadanos anónimos que se han congregado en pleno centro de Madrid para darle la bienvenida.

El carro y él primero danzaron por Europa a través de la costa mediterránea; posteriormente llegaron a Asia por las orillas del Mar Caspio y siguieron por la India hasta Indonesia; cruzaron Australia y tomaron un avión para llegar a otro desierto, pero en Chile. Después de caminar en condiciones extremas por Atacama, subieron y bajaron los Andes y llegaron a América Central. De allí a Estados Unidos donde tras 90 días de periplo cogieron un vuelo rumbo a Lisboa. De nuevo en Europa, bordearon el litoral portugués para finalizar hoy en Madrid.

"He podido comprobar que la mayoría de la humanidad es buena pero también que hay lugares del mundo en los que la vida no vale nada y que, por unas zapatillas o unos cordones, te pueden tirar a la cuneta", asegura Dean. Lo sabe muy bien. Sobrevivió a un atentado en Bangladesh, a una persecución con machetes en México y a un intento de apuñalamiento en El Salvador. Pero de todos los enemigos, el que más difícil se lo puso para completar su aventura fue la fiebre chikungunya. La contrajo en México y pasó seis días sufriendo dolor de articulaciones y una fiebre de 41 grados. Aun así, de su hazaña no cambiaría nada. "Ha ocurrido todo de un modo sospechosamente mágico", afirma con un brillo en los ojos. Se queda con "lo bueno", con la satisfacción de haber conseguido su "sueño", de haber conocido a mucha gente por el camino o de haber tenido una noción de las dimensiones del planeta, "que no es tan grande como parece".

Doce pares de zapatillas y veinte ampollas después de aquel 21 de marzo de 2013, este trotamundos descansa ya en su casa de Madrid. Ahora quiere escribir un libro, dar charlas y disfrutar de los suyos. Luego ya se verá. Él mejor que nadie sabe que paso a paso "se puede llegar muy lejos". Quizá hasta explorar África por completo, su espinita clavada.

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