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La Nochevieja soñada

La Nochevieja soñada

¿Quién no ha deseado alguna vez asistir al famoso Concierto de Año Nuevo en Viena? Pues no pierda la esperanza porque hay sueños que pueden hacerse realidad. Acomódese y tome buena nota, que los sueños se cumplen

Pedro Grifol

Miércoles, 7 de diciembre 2016, 11:57

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La Noche de Fin de Año transcurre entre manifestaciones de alegría y gritos sumergidos en un jolgorio colectivo que discurre dando tumbos por las calles de cualquier ciudad europea aunque la temperatura no acompañe. Pero esa no deja de ser una de las posibles maneras de celebración. Naturalmente, hay más. Y una de las más famosas se celebra en Viena, la capital de Austria.

En Viena, muchos lugareños se concentran alrededor de la catedral de San Esteban esperando las doce en punto de la medianoche y aguardan que las campanadas de la Pummerin, la campana más grande del país, señale con su repicar el comienzo del Año Nuevo, pero algunos privilegiados se disponen a celebrar el último día del año de manera muy distinta (muy cerca de la catedral) asistiendo al tradicional Baile del Emperador, que desde 2012 se llama Hofburg Silvesterball, una de las citas clásicas de la alta sociedad -aunque no es condición indispensable pertenecer a ella- que tiene lugar todos los años durante las fiestas navideñas en el Palacio Imperial y que, como es de suponer, más peticiones de asistencia recibe desde cualquier lugar del mundo.

El programa de la fiesta da comienzo con la ceremonia del cambio de guardia en el Hofburg, a las siete de la tarde del 31 de diciembre, luego se pasa al protocolo de las presentaciones pertinentes de invitados y seguidamente al disfrute de un sofisticado banquete servido por pajes de librea, en el que los asistentes deberán vestir gala absoluta (etiqueta y vestido largo). A la cena le sigue la Gala de la Opereta Vienesa, en la que intervienen cantantes de la Opera del Estado (Staatsoper) que interpretan célebres piezas operísticas. La velada culmina con el Baile de Medianoche, inaugurando así la temporada de valses vieneses con el celebérrimo vals de Johann Strauss, El Danubio Azul.

Conviene saber que, en Viena, la época de los bailes correspondía al período de carnaval -hasta mediados de febrero- que precede a la cuaresma; pero en la señorial capital de Austria han cambiado las cosas, y el gusto por las locuras y el desenfreno han llegado a otros bailes, como el extravagante baile de las Rosas de la comunidad gay, el Baile de los Cafeteros, el internacionalmente famoso Life Ball, que representa la cara moderna del baile vienés, el baile de los Juristas, o el espléndido baile de verano llamado La Fête Impériale, que tiene lugar en la Escuela Española de Equitación. Viena, hoy en día, se muestra para todos los espectros del arco iris.

El Concierto del año

Volvemos al baile de Nochevieja, y tome nota: las reservas se hacen online en la web: www.hofburgsilvesterball.com. El precio de la cena con baile oscila entre 480 y 680 euros (dependiendo de la sala elegida). Asistir solo al baile cuesta 385 euros (con asiento asignado) y 155 euros (sin asiento reservado). Naturalmente, los ensayos con el traje de gala son imprescindibles si no, se arriesga a hacer ¡el primer ridículo del año!

El evento estrella de las navidades vienesas es el Concierto de Año Nuevo que ofrece la Filarmónica de Viena, que se celebra en la sala dorada del Musikverein. Asistir al concierto más esperado que cada año siguen por televisión mil millones de personas de 54 países -muchos dando palmas desde el sillón de sus casas- no es complicado, pero tiene su protocolo.

A saber: debido a la gran demanda por adquirir entradas para los conciertos -porque hay tres-: Ensayo General (el 30 de diciembre, a las 11:00 horas), Concierto de Nochevieja (el 31 de diciembre, a las 19:30 horas) y Concierto de Año Nuevo (el 1 de enero, a las 11:15 horas) de la Filarmónica, las entradas se obtienen mediante un sorteo que se celebra a principios del año anterior. Del 2 enero al 29 febrero de 2017 se aceptarán las solicitudes para participar en el sorteo de entradas de los conciertos que se celebrarán al final del año 2017 y a comienzos del 2018 en la web www.wienerphilarmoniker.at. Los precios de las entradas oscilan entre 35 y 1.090 euros para el Concierto del día 1 de enero; y el resultado del sorteo se comunicará en marzo Así tendrá tiempo para preparar sus mejores galas.

Pero -¡sorpresa!- hay una manera de evitar el sorteo y obtener entradas para el concierto de este año, que dirige el venezolano Gustavo Dudamel, y es a través del New Years Concert package del hotel Palais Coburg (www.palais-coburg.com/en/residence/packages/), aunque se trata de un placer muy exclusivo, ya que el programa ofrecido, con estancia de 4 noches premium en Viena (concierto incluido), le saldrá por 9.995 euros; eso sí: para dos personas. Usted decide.

Disfrute de la Viena de cada día: dé un paseo por la céntrica calle Herrengasse, que acaba de reabrirse; vaya al nuevo barrio de Freihausviertel (hogar de la creatividad), donde han proliferado los locales de moda; vea el nuevo look del Heuer (www.heuer-amkarlsplatz.com), el popular restaurante rodeado por jardines, punto de reunión de los vieneses y lugar ideal para ver la nieve a través de sus ventanales acristalados; conozca el Pabellón de Hielo del Museums Quartier (www.mqw.at), y el Museo Belvedere (www.belvedere.at); sitúese delante de El beso, el legendario cuadro de Gustav Klimt, y hágase la foto -pseudoselfie- delante de la reproducción de la obra instalada al efecto. El beso enamora pero hay otro cuadro que merece la pena una reflexión y no pasar de largo, Judith, magnífica interpretación del mito de mujer fatal, con la cabeza de su enemigo en la mano, imagen predecesora de arquetipos que explotarían en el cine actrices como Marlene Dietrich o Greta Garbo.

Viena también tiene nuevos restaurantes adheridos a laburbuja gastronómica imperante, como el Salonplafond (www.salonplafond.wien), o los adheridos a la no menos moderna corriente de la cocina vegana, como el a la moda Tian Bistro am Spittelberg (www.tian-bistro.com), repleto de gente guapa. Pero si tuviéramos que elegir un reclamo turístico para Viena, probablemente nos decantaríamos por sus tradicionales cafés. Hace siglos... en los cafés se encontraban los primeros periódicos y una atracción reservada hasta entonces a la aristocracia: el billar.

Más tarde vinieron las timbas de juegos de cartas y las partidas de ajedrez; y más tarde, el café se convirtió en el foco principal de la vida intelectual. Pues bien, parece que todo sigue igual. Hay más de 200 establecimientos. Los hay de todas las tendencias y de todos los colores... incluso rosas, como las 30 sucursales de la firma Aida (www.aida.at), que lo viste todo de color chicle. Todos tienen su tarta especial de la casa, como la del Café Sperl (www.cafesperl.at), que lleva chocolate, vainilla y almendras; o la del Café Hawelka (www.hawelka.com), entrañable hogar de artistas de los de antes y de los de ahora, que también tiene su especialidad a la que llama buchteln, bizcocho relleno de mermelada de ciruela.

De tartas y cine

Institución clásica es el Sacher (www.sacher.com), por su tarta homónima; pero no deje de compararla con la de la Pastelería Demel (www.demel.com), la competencia. A principios del siglo pasado, las dos pastelerías señeras austríacas (Demel y Sacher) lucharon en los tribunales para ver quién merecía la autoría de la popular tarta de chocolate. La justicia dictaminó que el Hotel Sacher tenía el derecho de comercializar el dulce con el nombre sachertorte. Pues nada, lo mejor es probar las dos y comparar.

Los cinéfilos nostálgicos tienen su lugar en el Café Mozart (www.cafe-mozart.at). Su estampa aparece en la mítica película El Tercer Hombre. Allí tocaba la cítara Anton Karas, que fue contratado por el director de la película, Carol Reed, para que compusiera la música del emblemático film, rodado en la Viena ocupada de la posguerra; que, por cierto, también tiene su museo: Museo de El Tercer Hombre (www.3mpc.net). Nadie que haya visto la película podrá olvidar la persecución de Harry Lime, el inolvidable personaje encarnado por Orson Welles, por las cloacas de la ciudad y por el parque del Prater (www.wienerriesenrad.com), con la silueta de la noria al fondo en un contrastado blanco y negro. Ineludible: subir a la Noria Gigante para ver Viena desde las alturas.

Y naturalmente, en estas fechas navideñas, otro de los alicientes es deambular por el mercadillo de Navidad de la Rathausplatz (Plaza de Ayuntamiento), o los instalados en Spittelberg (distrito 7) y en Am Hof (distrito 1), donde los aromas de las galletas de jengibre y glühwein (ponche caliente) le sumergirán en la atmósfera típica de la Navidad.

Así que si no es uno de los afortunados para asistir a los fastos musicales de élite, no desespere porque visitar Viena siempre es un lujo. Feliz Año Nuevo.

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