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Un viaje al Desierto de los Niños

Un viaje al Desierto de los Niños

Lo que surgió como una mera excursión a Marruecos, se ha convertido gracias a Hyundai y a la Asociación del Desierto de los Niños en una aventura solidaria

Andrés viedma

Jueves, 20 de abril 2017, 19:31

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Hace unos días hemos llegado de un viaje poco habitual. Un viaje en el que hemos probado a fondo un coche, el Hyundai Tucson, en las condiciones más extremas a las que se puede poner este tipo de modelos SUV: realizamos más de 4.000 kilómetros en una semana con recorridos por la arena del desierto, carreteras montañosas del medio y alto Atlas marroquí y pistas de ríos secos, alguna de las cuales han sido etapas del mítico raid Paris-Dakar de antaño, cuando recorría el continente africano.

Este año EL DIARIO VASCO pudo compartir gracias a Hyundai la gran aventura solidaria de la 13ª edición de El Desierto de los Niños. Durante diez días participamos en la caravana al volante de un Hyundai Tucson, un modelo que nos ha sorprendido muchísimo el coche iba de serie exceptuando unas llantas algo más fuertes- y las de otros Hyundai Santa Fe, que también formaron parte de la expedición de 17 Hyundai que recorrimos Marruecos, junto con dos ix20 Active.

Asociación de ayuda

El motivo principal del viaje era acompañar y colaborar en el trabajo que realiza desde hace más de 13 años la Asociación del Desierto de los Niños (www.desiertoninos.com). Esta idea surgió en 2004, cuando la revista Autoverde 4 x 4 organizó para sus lectores un viaje a Marruecos por Semana Santa al que acudieron 16 vehículos, al que asistieron pocos niños.

A partir de esa edición, los organizadores se plantearon la idea de unir aventura, ocio y niños en un mismo formato. A esta idea se le sumaría para la edición 2005 la solidaridad de Hyundai y Coca-Cola que apoyaron la iniciativa solidaria repartiendo mochilas, material escolar, balones, pizarras, borradores, tizas, cuadernos, bolígrafos y diversos materiales útiles. Así nació en 2005 la primera edición de El Desierto de los Niños. Ésta que hemos realizado es la decimotercera edición.

Cuando hace un par de meses nos propusieron la idea de ir a Marruecos a recorrer en un Hyundai Tucson más de 4.000 km (saliendo de Madrid hasta Algeciras, pasando por ciudades como Tánger, Fez, Merzouga, Erfoud, etc.,) la idea nos atrajo al instante. Más aun cuando nos contaron los motivos: resulta que Hyundai colabora con la Asociación del Desierto de los Niños (ADN) poniendo los vehículos de organización y materiales para los niños de las aldeas que visitaríamos y en otras materias con el desarrollo del viaje denominado El Desierto de los Niños.

Aunque en años anteriores habíamos contado a nuestros lectores en qué consistía este viaje, en esta oportunidad nos ofrecían hacerlo. ¡¡Imposible negarse!!

En la caravana solidaria de este año se han reunido 61 vehículos en los que viajaron 209 personas entre padres, niños y niñas. Así, nos dirigimos desde Madrid, una vez recogido nuestro flamante Hyundai Tucson rotulado, hacia Tarifa, vía Sevilla con la intención de hacer noche en la capital andaluza.

Al día siguiente, salimos de Sevilla en dirección a Tarifa cuando nos avisaron que había viento de fuerza 6 (una barbaridad) en el Estrecho de Gibraltar y que los ferris pequeños que zarpan de Tarifa no podían hacerlo por el temporal y teníamos que dirigirnos a toda velocidad a Algeciras para tomar un ferri más grande que pudiera navegar hasta Tánger Med, un puerto nuevo que nos pillaba más lejos de Tánger ciudad pero que era la única opción.

Llegados por fin a Tánger, con un retraso de más de cuatro horas, dormimos la primera noche en Marruecos. Conocimos a nuestros compañeros de viaje y a la gente de la ADN y de la Fundación de Alain Affelou (el óptico francés tan famoso), las doctoras de la expedición y a los organizadores, comandados por Nacho Salvador y Federico Granda de ADN.

Gente estupenda y muy amable

Los muchachos de Alain Affelou querían batir el récord del año pasado y lograron al final del viaje- realizar 760 graduaciones de ojos a niños y mayores. Auténtico récord. Haciendo un paréntesis al relato del viaje, diré que los seis ópticos que vinieron a realizar su trabajo eran unos fenómenos, provenientes cada uno de una zona del país y con la presencia de un óptico marroquí desarrollaron una labor increíble.

En Glagla, muy cerca de Merzouga, los seis ópticos voluntarios Juanjo, Verónica, Joan, Raquel, Luisa y María estuvieron realizando revisiones ópticas de graduación a muchas personas.

Como decía uno de ellos «lo más impresionante es cuando ves a un pequeño que de no ver más que sombras al ir colocándole cristales con aumento empieza a sonreír y, cuando conseguimos acertar con la óptica necesaria, su leve sonrisa se convierte en una redonda, franca y emotiva sonrisa eso no tiene precio; el poder dar esa alegría a un niño o una niña es impagable»

Y eso que la avería del camión (donde se encontraba parte del material de la Fundación Alain Affelou) imposibilitó que llegaran las gafas de prueba. Menos mal que la Fundación Marroquí para la Ayuda de Personas con Dificultades Visuales y su mismo director, Choukri Younes, lo solucionaron llevando el material de apoyo personalmente. Marruecos es así todo tiene solución.

«Había una chica de unos 30 años, que nunca había usado gafas graduadas, probó una con 16 dioptrías; se emocionó tanto al poder ver bien con las gafas de prueba que rompió a llorar», comentaba Raquel, una de las voluntarias de Alain Affelou. En esta ocasión, el director de desarrollo de Alain Afflelou para el Magreb y el África francófona, Abdelaziz Idhammou, compartió la tarea de ayudar a los voluntarios en su cometido, atendiendo a pequeños y mayores.

A partir de ahí, imagínense lo emotivo del viaje. Hemos podido conocer la increíble variedad paisajística de Marruecos con zonas que parecían el mismísimo altiplano boliviano (que uno conoce, por suerte) y sus habitantes que se asemejaban a los mayas (morenos de tez y de baja estatura), pasando por zonas desérticas con dunas increíbles (Er Rachidia, Erfoud o Er Chebbi) o los alucinantes oasis que se encuentra uno en los trayectos realizados, alguno de más de 600 km, con palmerales en los que más de un millón de palmeras surten de dátiles a la región.

Magnifica diversidad paisajística

Hemos conocido ciudades como Fez, donde se encuentra la Medina más grande de Marruecos y con unos monumentos y puertas increíbles así como el palacio más grande que tiene el rey Mohamed VI. Posteriormente pernoctamos en Midelt, a los pies de la cordillera del Atlas, conocida por sus magnificas alfombras a la que para llegar, atravesamos los bosques de cedros Gouraud por la carretera que va de Azrou a Ifrane.

Por ahondar en la variedad paisajística, mencionar que obrepasamos el medio Atlas con altitudes de 2.200 metros y cruzamos la pequeña ciudad de Ifrane o Ifrán donde se encuentra la Universidad Al Akhawayn, una de las más renombradas de Marruecos y la más cara del país, debido a su lujoso campus universitario.

Situada a 1.713 metros de altitud es una ciudad de reciente creación (1929), y con una población de unos 30.000 habitantes, que disfrutan del aire puro, de los bosques de cedro que la rodean, lagos, fuentes y manantiales. Podría estar enclavada en los Alpes, con villas con techos picudos para las nieves y urbanizadas como en pueblos suizos, donde el rey de Marruecos tiene su palacio de invierno.

El contraste a esto lo aportan las dunas de Erg-Chebi, muy cerca de Merzouga, situada a 50 kilómetros de la frontera con Argelia. En esta zona, tuvimos oportunidad de probar nuestro Tucson en la zona de dunas de Erg-Chebi donde el vehículo se comportó de forma sorprendente sin ninguna enganchada ni necesidad de ser sacados de la arena.

Al día siguiente nos encaminamos a conocer ¡¡por fin!!- la escuela de nómadas en Kamkmia, construida en el linde de un oued (rio) totalmente seco. Se trata de cerca de 25 kilómetros de tierra y arena en el que viven 20 familias y donde la bailarina y educadora social donostiarra Cristina Montero, está llevando a cabo una tarea importante para escolarizar a los más pequeños.

Desde su asociación Aisha Danza Alma impulsa (con sus propios medios) la educación de niños y niñas de esta pequeña comunidad. Con sus actuaciones y festivales recauda dinero para construir el techo de su escuela, pagar el sueldo a un maestro, construir una cocina para dar de comer a los niños y crear un taller de mujeres. La Asociación Desierto Niños aportó su granito de arena prometiendo material para el techo de la escuela y los participantes colaboramos aportando material escolar, ropa y la mayor parte de los 'Cuadernos de Manolo' para que los más pequeños puedan seguir con su escolarización.

Antes de regresar a España, los componentes de la caravana visitamos una guardería en Al-Chiaifa en la que la ADN financia la reconstrucción de la misma, demoliendo la estructura actual y creando una nueva para que los niños de entre 6 y 11 años puedan recibir educación.

Después, tocaba el viaje de vuelta: desde Erfud los 61 vehículos tomamos camino hacia Nador, 596 kilómetros de carretera para embarcar en un ferri que nos trasladó tras siete horas de navegación hasta el puerto de Almería.

Allí, los diez días de aventura, dunas, arena, bosques, montañas y tierra de la 13 edición de El Desierto de los Niños finalizó. Fueron unos días llenos de solidaridad y un baño de realidad para todos. El mensaje que nos quedó es que todos podemos ayudar, como hace ADN, una organización de la que sabemos y de la que confiamos en dar nuestra colaboración, cosa que animo a hacer a todos.

Y recomiendo a los que les pueda apetecer, que se animen y se inscriban porque, además de ayudar y echar una mano a la organización y a los niños de las aldeas, pueden pasar unos días súper intensos y plenos de sensaciones. Y los niños dejarán durante diez días sus aparatos electrónicos y volverán a jugar con una pelota y a hablar un poco más con sus padres

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