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El Monumento al Minero vigila una de las vías principales de Fabero.
Fabero se apaga mientras ve con rabia cómo se quema el carbón extranjero en Compostilla

Fabero se apaga mientras ve con rabia cómo se quema el carbón extranjero en Compostilla

El municipio alberga la única esperanza en la posible explotación de la Gran Corta en 2017, mientras ve cómo el gobierno central «fomenta un país de hipócritas»

nacho barrio

Domingo, 18 de diciembre 2016, 11:54

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Cada vez se antoja más lejano el pasado minero de Fabero. Si uno intenta contar con los dedos de la mano los locales en alquiler no necesita caminar mucho para que las manos se le queden cortas. Consecuencias del ocaso de una industria que lo ha sido todo para las cuencas.

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«Estamos enfadados, indignados y sobre todo muy desesperados». Son las palabras de Mari Paz Martínez, alcaldesa socialista de Fabero. La actividad brilla por su ausencia en la localidad y el culpable parece claro: «Desde 2011 que entró el gobierno del Partido Popular nos ha ido dejando morir por agotamiento, es una situación que jamás hubiéramos imaginado».

Pero la indignación encendida encuentra más pólvora por el camino. «No dejamos de ver un continuo trasiego de camiones que llegan de Gijón con carbón de fuera para la térmica de Compostilla, que además cada vez consume más carbón».

Pero claro, no parece que sea el carbón leonés el que se queme a escasos kilómetros de la localidad berciana. «Allí viene todo el carbón de Colombia, Tailandia o Sudáfrica, cuyas condiciones laborales no son las mejores», comenta Mari Paz.

La rabia por este hecho vuelve a tener un origen: «Somos un país de hipócritas, porque el carbón llega de lugares en los que hay esclavitud de varios tipos».

Juan Alegría fue minero del Pozo Julia y ahora muestra al visitante el pasado minero de Fabero. Sus palabras están llenas de una mezcla entre la rabia del que se siente engañado y la tristeza del que ve improbable la solución. «Me sienta muy mal ver pasar camiones y camiones cuando nuestra zona está apagada, teníamos siete minas y ya no tenemos nada».

Y la explicación a esto no parece sencilla, según apunta la alcaldesa: «Antes daban la excusa del precio, pero hoy el de España es más barato».

El ejecutivo central vuelve a salir en la conversación: «Si el gobierno hubiera dicho que quería un país ecológicamente sostenible, lo podemos entender, pero lo que es inadmisible es que se queme carbón y no sea el nuestro. Pensábamos que no íbamos a tener otro ministro tan chulo, pero el de ahora está dispuesto a superarle».

Si hubiera que buscar el foco de luz, el hilo de esperanza, para la regidora socialista éste se encontraría en la Gran Corta, que podría sacar a la superficie una cantidad más que digna de carbón. «Estamos en una situación en la que todos los mineros están en ERE y algunos en situación precaria, por lo que solo queda esperar a que 2017 traiga algún cambio para que se consuma alguna tonelada y nuestra gente pueda vivir de ello».

Alegría no esconde su amargura. «Estamos hartos de que Fabero esté apagado con todas las reservas que tenemos, te duele como minero porque estamos hasta las narices, por no decir otra burrada, de planes incumplidos, ¿qué puedes esperar si no cumplen? Están ahí porque somos gilipollas».

El futuro de Fabero, aún por escribir, se tiñe progresivamente del color que manchaba las manos de los mineros. Tocará pues ver si los que tienen que escribir la historia creen en el carbón que nace del Bierzo.

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