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Este jueves se cumplen tres años de la tragedia del pozo Emilio.
El caso de los ‘seis de la Vasco’, en punto muerto a la espera de un informe que acredita la existencia de una «negligencia»

El caso de los ‘seis de la Vasco’, en punto muerto a la espera de un informe que acredita la existencia de una «negligencia»

Las defensas de los familiares de fallecidos y heridos ultiman la presentación del informe pericial con la confianza de que en el plazo de un mes el juez cierre la fase de instrucción

a. cubillas

Viernes, 28 de octubre 2016, 13:53

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El caso de los seis de la Vasco, en punto muerto. Cuando se cumplen tres años del trágico accidente del pozo Emilio que se saldó con seis fallecidos y cinco mineros gravemente heridos, el Juzgado de Instrucción nº4 de León mantiene abierta la fase de instrucción de un caso que ya se ha calificado de complejo.

Un caso que en la actualidad está pendiente de la entrega de un informe pericial de las defensas que acredita, según señala Ramón Carro, representante legal de uno de los heridos, la existencia de una negligencia en las medidas de seguridad de la mina.

Un informe que no hace otra cosa que ratificar el informe de la Autoridad de Minas que determinó que la causa del accidente fue un desprendimiento que provocó el hundimiento del carbón que rellenó el hueco creado en ese post-taller con gas con un alto porcentaje de metano que, al ser desplazado, invadió el taller y la galería de acceso de la planta séptima de dicho macizo.

La jueza que instruye el caso ya ha enviado el requerimiento a las acusaciones para que presente el informe pericial. Prevemos que en el plazo máximos de un mes esté presentado y se pueda por concluido la fase de instrucción y se pueda acortar los plazos de este caso complejo.

Fue a finales de julio del 2015 cuando Antonio de Valle cerraba la ronda de los testificales de los 16 imputados por el fatal accidente del 28 de octubre de 2013. Negándose a contestar las preguntas de las acusaciones, el máximo responsable de la minera, que accedió y abandonó los juzgados por la puerta trasera, aseguró que el siniestro fue algo absolutamente imprevisto.

Fue el último trámite judicial público de este caso en el que este año y medio apenas ha avanzado con las testificales de varios de los testigos de este accidente solicitado por parte de las defensas.

Un caso marcado por las contradicciones. Mientras los máximos responsables de la Hullera negaban la existencia de un error en la ventilación de la explotación, Minas y varios testigos apuntaban directamente a su culpabilidad por ser perfectamente conscientes de que en el macizo séptimo existía una bóveda de tal envergadura que junto a la sobrecarga del carbón que soportaba provocó una desgasificación de grisú que se sumó al gas desplazado del hueco del post-taller.

Tragedia en al mina

Fueron minutos antes de las dos de la tarde del 28 de octubre de 2013 cuando un grupo de mineros se vieron sorprendidos por una bolsa de gas grisú. A 620 metro de profundidad y a escasos minutos de que terminase su turno, Carlos Pérez, Manuel Moure, Antonio Blanco, Orlando González, José Luis Arias y Roberto Álvarez encontraron la muerte.

Nada pudieron ni ellos ni los compañeros que rápido acudieron a su auxilio ante la magnitud del escape de gas que algunos han calificado de auténtico tsunami. Los peores presagios de todos los que trabajaban en el pozo Emilio se cumplieron y en el exterior se había instalado la confusión.

No fue hasta dos horas después cuando se conocía la trágica noticia. Seis mineros habían fallecido y cinco habían resultado heridos, uno de extrema gravedad. Seis muertes que dejaban rotas para siempre a seis familias que no podía creer lo que estaba ocurriendo.

Numerosos medios de comunicación locales y nacionales se agolpaban a las puertas del pozo Emilio donde se sucedían las muestras de dolor de los familiares de los fallecidos. Lágrimas y gritos desgarradores que no encontraban consuelo en los abrazos de los amigos y compañeros ante una pérdida irreparable.

Una tragedia que sacudió con fuerza a todo el país, pero sobre todo a una provincia, a una comarca y a un sector luchador que se derrumbaba como un castillo de naipes ante la puntilla a dos años de una lucha que por momentos dejó de tener sentido alguno.

Desde ese 28 de octubre más que nunca la cuenca de Ciñera se tiño de negro, el negro del luto y del dolor por la muerte inesperada de seis mineros, seis hombres que han dejado un importante vacío entre sus familiares y sus compañeros que hoy más que nunca claman justicia y piden que su memoria perviva por siempre.

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