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Elías, Daniel, Sócrates y Álvaro se mantienen «animados pese al cansancio»
Los cuatro mineros encerrados aseguran que no dejarán de luchar hasta que se les dé «una solución»

Los cuatro mineros encerrados aseguran que no dejarán de luchar hasta que se les dé «una solución»

Ocho días después de comenzar el encierro en el pozo Antonio del Valle, los mineros piden al Gobierno que tenga «corazón» y reiteran que no luchan por la continuidad del sector, sino por un «cierre ordenado»

dani gonzález

Martes, 28 de junio 2016, 20:08

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En las entrañas de la montaña leonesa, a 250 metros de profundidad, se ubica la circunstancial vivienda de Álvaro, Daniel, Sócrates y Elías. Desde hace ocho días, entre galerías, raíles y vagones habitan estos cuatro mineros leoneses para reclamar las ayudas que, recalcan, «ya están presupuestadas» para el cierre ordenado de las explotaciones de interior de la Vasco.

Desde la misma salida de la jaula, el pasaporte a la superficie, los mensajes reivindicativos y lucha se agolpan. La humedad y la oscuridad se cierne sobre las galerías mientras unos raíles indican el camino hacia la 'salita' donde estos cuatro hombre 'matan el tiempo'.

Dos bancos, una mesa, prensa, pipas, una bota de vino y embutido de la tierra. Esta es la decoración de esta estancia donde se relajan, charlan y se informan sobre cómo va su lucha. «Aquí consensuamos todo lo que vamos a hacer. La verdad es que nos soportamos bastante bien», asegura Daniel Garguño. En la pared, con tiza blanca, aparece un calendario en el que tachan los días que pasan bajo tierra manteniendo en pie su reivindicación.

Unos vagones sirven como habitación, en los que duermen en parejas. De esta manera, combaten el frío que sufrieron, especialmente, la semana pasada. La humedad es otro de sus grandes enemigos y para esta amenaza el mejor arma son los largos paseos por las galerías. La única contraindicación son las bojas y rozaduras que sufren sus pies, ya que los ríos de agua y lodo que surcan estos pasajes les obligan a calzarse botas de goma que no traspiran y ocasionan estas heridas. La otra zona que también sufre es la garganta, pero aquí el remedio es más tradicional: caramelos.

Luchar hasta el final

Lo que tienen claro es que lucharán hasta que haya una solución. Recalcan que el 31 de julio los contratos se extinguen y no solo está en juego el futuro laboral y económico de la comarca. «Si no se produce un cierre ordenado, todo el agua y gas de estas explotaciones tendrá que salir por algún lado y es un peligro muy grande para estas zonas », asegura Elías Ortega.

Confiesan que es una pena tener que luchar «por un cierre y no por la continuidad» de la actividad minera, pero por ello no se van a rendir. «Históricamente, este sector se ha caracterizado por solucionar los problemas con movilizaciones, así que no vamos a abandonar esta lucha», añade Sócrates Fernández.

Y es que consideran que esta es una medida de presión como otra cualquiera. «Era de los últimos cartuchos que nos quedaban y hay precedentes de encierros complicados. Lo mala es que tiene que haber un final, va a haber algún momento en el que tienes que salir, pero todavía mecha», asegura Sócrates.

No saben cuándo saldrá, «el calendario lo marcará el propio Ministerio», pero Álvaro Rodríguez señala que la esperanza «es lo último que se pierde» y aguantarán «lo que haga falta», ya que no hay «otra salida». Desde las profundidades de la montaña leonesa solicitan compresión y corazón al Gobierno. «Parecemos una Comunidad de segunda o tercera. Esto mismo ya se hizo hace años en Asturias, pero no se si el Gobierno no ve más allá de lo que tiene delante o, directamente, es que no tiene corazón. Hemos picado puertas, siempre hemos recibido buenas palabras, pero una vez que sales te dan un portazo y no recibes ni una llamada. Ahora estamos en el precipicio, mojándonos la cara, solo queda que nos ahoguen», explica Daniel.

Cansados, pero animados

Cada dos días, el médico baja a la mina para examinarles. Pequeñas curas en los pies y un profundo reconocimiento psicológico para comprobar que la moral está alta son sus principales acciones. De salud reconocen que están bien y lo que más echan de menos, según Álvaro, es «a los familiares».

Pese a ello, notan todo el apoyo de sus compañeros, amigos y seres queridos. «Recibimos muchas llamadas de todo tipo de amigos para mantener la moral de combate», manifiesta Sócrates.

«Cada gesto es importantísimo. No os podéis imaginar lo que significa para nosotros que nos traigan una bolsa de pipas o un poco de embutido», añade Daniel que recalca que sin la fuerza de la gente cercana no podrían continuar esa lucha. Pero no solo les llegan ánimos desde la comarca, también desde fuera. «Nos han mandado ánimos desde Barcelona, Valencia o Andalucía. Suponemos que también haya llegado esto a Madrid, estamos seguros, aunque no sea el tema central de las conversaciones», afirma Elías.

No se fían del Gobierno

«Tenemos constancia de que se está trabajando por solucionar esto, pero lo hemos escuchado hace mucho. Seguramente haya posibilidades de solución, pero no sin su voluntad. Nosotros no tenemos ninguna confianza en ellos, así de claro», destaca Daniel. Y es que inciden en que están «curados en espantos» con promesas que nunca llegaron a materializarse.

«Esto no hay quien lo entienda. Nos han intentado pisar la cabeza desde hace mucho tiempo para obligar a cerrar empresas. Ahora con el cierre, sin la adjudicación de las unidades de interior, no te facilitan las ayudas ya presupuestadas», denuncia Daniel

Y esta es una de las principales preocupaciones de los mineros. No están luchando ya por la continuidad del sector, sino por un cierre ordenado. «Es una lástima tener que pelear incluso por esto», añade Elías.

Fuerza, ánimo, determinación y ganas de pelear. Ocho días después de ver la luz natural por última vez, estos cuatro hombres siguen empeñados en luchar por lo suyo, por una comarca. En las entrañas de la montaña central leonesa, la reivindicación por el futuro y la 'salud' medioambiental de la zona continúa. El final de la misma, lo marcará, tal y como cuentan sus protagonistas, el Gobierno y su «capacidad de dar marcha atrás».

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