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Uno de los «santuarios» de La Rambla.
Un leonés destaca que La Rambla es «un santuario» con altares de flores repartidos por la zona

Un leonés destaca que La Rambla es «un santuario» con altares de flores repartidos por la zona

Emilio Álvarez es gerente de la residencia de estudiantes Tagaste, situada a escasos 50 metros del lugar donde se produjo el atentado

D. ÁlVAREZ | ICAL

León

Viernes, 18 de agosto 2017, 19:28

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El leonés Emilio Álvarez, gerente de la residencia de estudiantes Tagaste, que se encuentra situada en la calle Hospital de Barcelona, a escasos 50 metros del lugar donde el jueves se detuvo la furgoneta que atropelló a más de un centenar de personas en La Rambla, explicó a Ical que la arteria de la capital catalana amaneció este viernes convertida en «un santuario», con varios altares de flores repartidos por la zona. Tras el atentado que costó la vida a al menos 13 personas, Álvarez relató que la sensación entre la ciudadanía es de «aflicción y consternación», con concentraciones espontáneas que se rompen con aplausos y gritos de «no tenim por» -«no tenemos miedo», en catalán.

«A primera hora todo el mundo hablaba del tema y se notaba que estaban mal de moral», explicó Álvarez. La habitual presencia masiva de turistas en ese punto neurálgico de la ciudad se vio este viernes reducida. «Hay poca gente, y bajan mucho más despacio de lo que lo hacen normalmente, sin risas ni cantos, es todo muy solemne», relató el gerente de la residencia, en la que en la época estival se alojan también profesores o alumnos de máster.

Tras el minuto de silencio celebrado en la plaza de Catalunya, la multitud ha bajado, siguiendo el recorrido que el jueves realizó la furgoneta conducida por los terroristas, hasta el entorno del Teatre del Liceu, junto al mosaico elaborado por Joan Miró. Allí, centenares de ciudadanos han ido depositando flores durante la mañana, hasta convertir el enclave en un «segundo santuario», según explicó Álvarez. Además, la masiva presencia de medios de comunicación en la zona impedía un completo retorno a la normalidad.

La 'zona cero' del atentado

Respecto a lo vivido en la trágica jornada del jueves, el leonés recordó que cuando sucedió el atentado, los Mossos d'Esquadra «pidieron a todo el mundo que se fuera a casa», lo que obligó a mantener cerradas las puertas de la residencia con una quincena de turistas dentro. Los diferentes cordones policiales impedían, además, que algunos residentes accedieran al edificio, situado en lo que la policía catalana definió como «zona cero» del suceso.

Tras conocer lo que estaba ocurriendo, Álvarez subió a la terraza del inmueble, aprovechando la escasa distancia que separa la residencia del lugar donde quedó parada la furgoneta. «Vi cuerpos tirados en el suelo y la policía nos obligó a bajar de las terrazas por miedo a que hubiera un francotirador», explicó el gerente del establecimiento.

En el interior del local, la calma fue la tónica dominante, rota sólo por los llantos de una joven que sufrió un ataque de ansiedad. Dos trabajadores externos que llevaban a cabo una reparación en el inmueble también se vieron atrapados y no pudieron salir hasta que pasadas las 23 horas, los Mossos dejaron salir a los ocupantes.

Junto a ellos, un matrimonio que no se alojaba en la residencia, recibió la oferta para alojarse gratuitamente si no podía encontrar su hotel. El resto de los huéspedes y los turistas atrapados bajaron a uno de los comedores y compartieron galletas, embutidos, patatas fritas, yogures y otros alimentos no perecederos. «La mayoría son gente extranjera, que come muy pronto y a esas horas ya empezaban a tener hambre».

Emilio Álvarez, gerente de la residencia de estudiantes Tagaste.
Emilio Álvarez, gerente de la residencia de estudiantes Tagaste. ICAL

En la calle, la situación era tensa. «Había policías pasando continuamente con ametralladoras», recordó Álvarez, que recalcó que, según las informaciones que circulaban a esa hora, «la persona que atropelló a toda esa gente todavía estaba suelta». «En cualquier momento podíamos oír disparos, porque había un silencio muy duro, con la calle desierta durante horas y horas», relató.

Además, la cercanía de la zona con el barrio del Raval, donde vive un gran contingente de población árabe, provocó que la policía catalana identificase a todos los turistas para evitar que el terrorista se camuflara entre los vecinos del barrio. «Una recepcionista de la residencia salió a ayudar a traducir y los Mossos acompañaban a los turistas hasta los hoteles para certificar que se alojaban allí», explicó Álvarez, que reconoció que no estará tranquilo «hasta que se encuentre a ese terrorista».

En esa línea, el gerente de esta residencia, que dispone de 75 habitaciones, reconoció que ya ha registrado cancelaciones de gente hospedada que ha preferido volver a su país por miedo a los acontecimientos. «Les hemos devuelto el dinero porque creemos que es nuestra obligación moral», sentenció.

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