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Juan Morano, durante una reunión en el Ayuntamiento de León.
Juan Morano: alcalde de alcaldes

Juan Morano: alcalde de alcaldes

La ciudad de León despide a uno de sus alcaldes más emblemáticos | Juan Morano fue un magnífico ejemplo de ejercicio público, un enorme animal político que nunca pudo ser atado, ni maniatado

J. Calvo

León

Lunes, 7 de mayo 2018, 09:53

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Sentado en la terraza del Bar Cantábrico, en la céntrica plaza de la Inmaculada, con el cigarrillo encendido y el café humeante, Juan Morano, un alcalde de irresistible personalidad, siempre disfrutaba con el caminar de la ciudad.

Él era un tipo formidable, con todo lo que eso supone, con toda la carga que conlleva la palabra. Morano era excesivo en todo, en su entrega, en humanidad, en su determinación, en sus creencias, en la propia vehemencia que acompañaba su discurso.

León es la ciudad que es, en una buena medida, porque siendo él alcalde convirtió en realidad lo que otros simplemente creían imposible, o quizá viendo que podría ser posible optaron por el confort y el sosiego frente al atrevimiento y la incertidumbre. Hay un antes y un después de que este hombre colosal se sentara en la alcaldía de la capital. De su empeño brotó una ciudad amable con sus vecinos, fácil de transitar, sencilla y esbelta al mismo tiempo, una ciudad llena de orgullo y de sentimiento, reivindicativa también.

De la humanidad, generosidad y entrega de Juan Morano habría ejemplos para escribir un libro, pero lo cierto es que una buena parte de sus complicidades nunca fueron públicas. Todo lo contrario. Pocas cosas son más de agradecer que la lealtad y el sacrificio desde el silencio, entre las bambalinas. Y él siempre estuvo ayudando a León, en no pocas ocasiones sin que trascendiera.

Juan Morano es el alcalde de los alcaldes, un magnífico ejemplo de ejercicio público, un enorme animal político que nunca pudo ser atado, ni maniatado. Es difícil entender que en los tiempos del servilismo existieran personajes así, incontrolados quizá, pero insobornables e imposibles de someter. Él, un verso suelto entre quienes asumen el ejercicio público, jamás se doblegó al corsé de un partido político (dejó el PP por su defensa del carbón, rechazó que Riaño fuera inundado, se opuso a la guerra de Irak, compartió el leonesismo sin entregarse a quienes quisieron apoderarse de ese sentimiento). Siempre pensó más en sus vecinos que en el partido, y así se hizo grande, defendiendo las causas de una sociedad huérfana en no pocas ocasiones de políticos que le tiendan la mano.

León pierde a uno de sus ilustres, un actor social inolvidable, una figura indiscutible en su pasado, en su presente y en su futuro. Morano fue el alcalde de todos, el hombre que supo recuperar el casco histórico para la ciudad, el edil que jamás cerró la puerta de su despacho, el político siempre dispuesto a escuchar. «Para decidir, primero has de escuchar a todo el mundo sabiendo que cuando decidas no puedes dejar contento a todos», aseguró en más de una ocasión. Será complicado encontrar a un hombre de su talla personal, ética y política.

Fue feliz y se fue sereno. Feliz porque siempre estuvo rodeado de los suyos, arropado como recompensa a su empeño y su sacrificio, se fue sereno porque nada hay más valioso en esta vida que tener la mirada limpia, el corazón lleno y la conciencia tranquila. Y así se sentía.

De su amor por León, de su pasión por una ciudad que jamás le olvidará, da cuenta su mensaje de despendida: «En un día reluciente, rodeado de mis seres queridos y contemplando la Pulchra Leonina, lleno de paz y de amor dejo este León que tanto amé y con él, a toda la gente que tanto quise y con la que tantas cosas compartí. Hasta siempre. Os quiere vuestro amigo Juan».

Se ha ido Juan Morano, alcalde de León. Queda su corazón en cada esquina de la ciudad. Se ha ido Juan Morano, orgullo de León.

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