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r.fariñas
Miércoles, 5 de octubre 2016, 14:14
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Cuenta la leyenda que San Froilán fue un ermitaño solitario al que le gustaba perderse en las montañas leonesas. Cuenta también que hizo milagros y ello le llevó a ser venerado por los fieles de la Legionensis.
Puede ser leyenda o realidad pero cada 5 de octubre León se vuelca con el patrón de su Diócesis, aunque sea para tocarle las narices.
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Miles de personas han puesto rumbo a La Virgen del Camino, muchos de ellos a pie, aunque la mayoría en medio de transporte, para ser fieles a la cita y visitar al santo que Alfonso III encomendó el obispado.
Primero la Catedral de León en sobrerrelieve, la calavera, luego el bastón y por último la nariz. Así lo hacen uno tras otro, jóvenes y mayores, es lo que tienen las normas no escritas, que es deben traspasar de generación en generación.
La romería de San Froilán es inmemorial, casi tanto como las tradiciones que rodean a quinto de octubre. La costumbre se ha hecho norma y la cita indispensable en el calendario de los leoneses.
Algunos aseguran que más de 30 años llevan realizando el trayecto de cinco kilómetros que separan la capital de la localidad del Alfoz. Otros ni recuerdan cuando fue la primera vez que se calzaron las zapatillas para rendir visita a Froilán.
Largas filas a lo largo de la mañana para aguardar el gesto esperado, rozar la mano en el desgastado cartílago del santo. Debe hacerse tres veces, o eso dicen, para que la petición se cumpla.
La Virgen del Camino vuelve a honrar al patrón de la Diócesis de León y cumplir con la tradición del 5 de octubre, uno de los días más leoneses del año.
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