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Playa de Maya. Lillian SUWANRUMPHA (Afp)
El turismo en masa puede ser una maldición para las playas de ensueño del sudeste asiático

El turismo en masa puede ser una maldición para las playas de ensueño del sudeste asiático

Al problema de la gestión de las aguas residuales y la basura se suma el comportamiento de los turistas

COLPISA / AFP

KOH PHI PHI LEY (Tailandia)

Jueves, 12 de abril 2018, 22:34

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Al igual que todos los días en esta isla paradisíaca de Tailandia, hordas de turistas llegan cada mañana con sus palos de selfies en mano a esta bahía inmortalizada en la película 'La playa' protagonizada por Leonardo DiCaprio. «Hay demasiada gente aquí», se lamentó Saad Lazrak, un turista de 61 años, llegado de Marruecos, en medio de la multitud que invade la pequeña playa rodeada de impresionantes formaciones geológicas. «No hay ningún lugar en la playa donde no haya alguien tomando fotos», agregó Oliver Black, un turista de 22 años.

Los guardaparques intentan regular el ir y venir de las lanchas que llegan sin cesar a la bahía Maya, cargados de turistas. Las autoridades estiman que cada año cerca de 4.000 turistas llegan a diario a esta zona conocida por sus aguas cristalinas, pero sólo se quedan unos pocos minutos y después se suben a una de las muchas lanchas ofertadas por los operadores turísticos de la región.

Pero esta imagen tiene los días contados, aseguraron las autoridades tailandesas, ya que la bahía de Maya va a ser cerrada en junio, hasta septiembre, para «permitir que el ecosistema se regenere», afirmó Songtham Suksawang, director de Parques Nacionales.

En todo el sudeste asiático se repite este mismo fenómeno de sobrepoblación turística, que tiene un impacto sobre el frágil ecosistema de las islas. En Filipinas, las autoridades van a prohibir durante seis meses a partir del 26 de abril la entrada a los turistas a la isla de Boracay. El presidente Rodrigo Duterte comparó esta isla, a la que llegan cada año dos millones de visitantes (y que genera ingresos por 1.000 millones dólares) a una «fosa séptica» ya que sus 500 hoteles están acusados de tirar directamente al mar las aguas usadas. Una práctica muy extendida en el sudeste asiático.

En Indonesia, las autoridades fueron las primeras en lanzar una alerta el año pasado, sobre la situación en seis kilómetros de la costa en Bali, plagada de desechos. Esta crisis ambiental también se volvió viral en marzo después de la difusión de un vídeo del buceador británico Rich Horner que mostraba las aguas llenas de plásticos. «¡Bolsas de plástico, más bolsas de plástico, plástico, plástico, tanto plástico!», se lamentó el buceador en Facebook.

Al problema de la gestión de las aguas residuales y la basura se suma el comportamiento de los turistas, que muchas veces pisan los arrecifes de coral, que también son maltratados por las anclas. «El turismo tiene todo tipo de efectos negativos para la salud de los corales», confirmó Eike Schoenig, un biólogo marino del Centro de Investigaciones Oceánicas de Tailandia.

Para los países que viven del turismo de masas como Tailandia, Indonesia o Filipinas, la clave está en buscar soluciones sin matar a la gallina de los huevos de oro. En Tailandia, en la bahía Maya, los barcos podrán acercarse a la bahía pero no van a poder atracar y no se permitirá la entrada a nadie. A partir del mes de octubre, cuando comienza la temporada alta que se termina entre abril y mayo, las autoridades valoran varias opciones, entre ellas establecer una cuota de turistas en la playa.

Tailandia incluso está estudiando tomar medidas en otras seis zonas marinas que busca proteger. En Indonesia, las autoridades identificaron otras 10 áreas como la isla de Lombok o del lago Toba en Sumatra.

Los expertos apuntan a la necesidad de tomar acciones más a largo plazo, más allá de los anuncios de los cierres de algunos meses, en temporada baja. Ya que la cantidad de turistas no deja de aumentar, al igual que en Tailandia, que bate sin cesar el récord de turistas que entran al país.

La llegada de turistas chinos, que llegan en grandes grupos, plantea un desafío para los gobiernos del sudeste asiático. De los más de 35 millones de visitantes que llegaron a Tailandia en 2017, unos 10 millones eran originarios de China.

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