Reportajes
REPORTAJE
El sueño de hierro y fuego
Manuel Sánchez, biznieto del primer herrero de Compludo hace más de un siglo, hace realidad su sueño de ver de nuevo abierta la herrería
Manuel calentando un hierro en la fragua que antes atizó su padre, su abuelo y su bisabuelo. (Foto: Quinito)
Manuel calentando un hierro en la fragua que antes atizó su padre, su abuelo y su bisabuelo. (Foto: Quinito)
V. Silván
31/01/2016 (13:24 horas)
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Un sueño. Eso es para Manuel Sánchez ver de nuevo abierta la herrería de Compludo y que sus manos hayan sido las encargadas de “atizar” otra vez la fragua y de poner de nuevo en movimiento su rueda de palas, sus aspas, su rodezno y su martillo pisón. “Lo primero y lo más importante para mi es poder estar donde estuvo siempre mi familia y seguir con una tradición que cumple más de diez años”, confiesa.

Y es que la historia de su familia está vinculada a esta ferrería desde 1913, cuando su bisabuelo, Amadeo Sánchez, adquiría la propiedad de este edificio que llevaba unos 40 años cerrado para destinarlo a la forja. Tras él fue su abuelo y su padre que, como él, también se llaman Manuel Sánchez, y que fueron testigos del gran cambio que supuso para la herrería su declaración como monumento nacional en 1968, que acentuó su valor patrimonial y su atractivo turístico.

La figura del herrero se transformó en guarda y en una especie de guía turístico, que mostraba “en vivo” el funcionamiento de esa centenaria herrería mientras trabajaba el hierro incandescente. Y eso es lo que hace ahora el joven Manuel, mostrar al público las “entrañas” de Compludo, desde que hace casi un año pusiera fin a su cierre y se abriera de nuevo a las visitas turísticas de la mano de la empresa Mayfe.

De pie, frente al fuego de la fragua para calentar el hierro, o en cuclillas, junto al martillo pisón. “Son las mismas posturas que tenía mi padre, mi abuelo y mi bisabuelo. Son cuatro generaciones diferentes que van con la misma postura y, también, con el mismo ímpetu de seguir con esa herrería hacia adelante, que no se pierda. Es un patrimonio vivo que tenemos y que no debería dejarse perder de ninguna de las formas”, añade Manuel.

En su opinión, el valor y el atractivo de la visita a la herrería de Compludo está en ver como funciona, en como era una oficio tradicional como el del herrero. “Ver lo que realmente es, una herrería donde se trabajaba el hierro”, apostilla Manuel, que defiende el oficio “perdido” del herrero que se recupera, en parte, a través del turismo y de esas demostraciones al público con forja. “Es una herrería muy bonita y es importante que se hayan recuperado esas demostraciones porque hacen la visita más atractiva, aunque la máquina y su funcionamiento no están para forzarla mucho”, añade.

El interior de la herrería, donde el agua mueve el molino y el martillo pisón. (Foto: Quinito)

Las herramientas tradicionales que se utilizan para trabajar el hierro. (Foto: Quinito)

En madera de roble

Es por eso que ya han solicitado permiso a Patrimonio para intervenir y restaurar algunos elementos del mecanismo de la herrería, indispensables para su conservación y buen funcionamiento. “Hay elementos que son muy antiguos y que ya no están bien porque el agua los gasta, lógicamente”, explica Manuel Sánchez, que está esperando la autorización para poder sustituir los “corbatones” del rodezno y el martillo. Una espera que le está impacientando, con el temor de que el tiempo se le eche encima para tener todo listo para la Semana Santa, época en la que se registran un gran número de visitantes.

“Son los corbatones en el rodezno que montó mi abuelo en 1968 y que ya no sirven, están podridos y deteriorados, por lo que hay que sustituirlos y volver a centrar todo el rodezno”, cuenta el joven, que también tiene previsto cambiar el martillo de fresno, que fue colocado por su padre en 1988. El nuevo martillo será de roble, cortado “en el menguante de enero”, como manda la tradición. “Así era como se cortaban antes porque, decían, era como más duraba, para que no se agriete ni se doble la madera”, puntualiza Manuel.

Todo está listo en la herrería, solo falta la autorización de Patrimonio para la puesta a punto de su mecanismo. “Quedaría igual que está, pero con sus maderas nuevas para poder hacer mejor las demostraciones al público e, incluso trabajar, porque ahora se mueve en vacío, despacito, no se le puede dar velocidad al martillo. Se puede decir que vemos su funcionamiento al 50%”, apostilla el “herrero”.

Manuel, trabajando un clavo de hierro recién calentado en la fragua, sobre el yunque. (Foto: Quinito)

Una demostración para visitantes

En las demostraciones que hace, Manuel calienta el hierro en el fuego de la fragua y, una vez incandescente, lo estira y aperalta, lo trabaja para mostrar como era el trabajo del herrero, utilizando el yunque y el martillo de mano junto al martillo pisón de la herrería a diferentes velocidades. “Se ve como se trabaja, se estira o se dobla el hierro para hacer cualquier tipo de herramienta o pieza”, matiza, mientras resalta que es un elemento “clave” del turismo en el Bierzo, convencido de que “va a salir hacia adelante de una manera u otra”.

Y él seguirá unido a esa antigua herrería -cuyo origen podría coincidir con la fundación del Monasterio de Compludo por San Fructuoso en el siglo VII-, que ha visto y pisado desde niño, junto a su padre. “Se puede decir que nací en la herrería, allí mi crié y siempre acompañé a mi padres en su conservación y mantenimiento, también para atender a las visitas turísticas. Es algo que te va agarrando y, lógicamente, siento que es mi sitio, donde he estado siempre”, añade Manuel mientras sostiene en las manos, de pie y ante la fragua, su sueño de hierro y fuego.

Manuel Sánchez, biznieto del primer herrero de Compludo. (Foto: Quinito)

La herrería, con el martilló pisón al fondo, la fragua a la derecha y el yunque en el centro. (Foto: Quinito)

La mesa de trabajo, con martillos, clavos y otras piezas de hierro. (Foto: Quinito)

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