Opinión
OPINIÓN POR LUIS ARTIGUE
Vida y leyenda del jinete eléctrico
Hay actores que nos curan de la cruda realidad, que ostentan estatus de leyenda con causa en nuestro imaginario, que son intocables por parte de la mano lacerante de la crisis, y acaso por eso el cine es lo contrario del telediario.
27/11/2013
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LA NOTICIA ILUMINADA DEL DIA

Por eso ahora que, a diferencia del cine y su colorido ensueño, la vida es para muchos una larga avenida gris que transpira desolación, les recomiendo, como bálsamo que interpela a la inteligencia sentimental más exigente, el nuevo libro de poemas de Joaquín Pérez Azaústre titulado VIDA Y LEYENDA DEL JINETE ELÉCTRICO (Ed. Visor): se trata de un largo, rompedor e iconoclasta poema río dividido en segmentos y que versa sobre las películas de Robert Redford como modo indirecto de disertar líricamente con fuerza, complejidad, magnetismo y profundidad sobre la actualidad y sobre el yo de un modo vanguardista, que no surrealista… ¡Una pasada!

Y es que es cierto que el discursivo formato del poema río ha resurgido con fuerza, y de hecho ha sido empleado últimamente por poetas de lenguaje surrealista de nuestra meritoria actualidad como por ejemplo Juan Carlos Mestre en LA TUMBA DE KEATS(Ed. Hiperion) y JM Caballero Bonald en ENTREGUERRAS (Ed. Seix-Barral), pero el cordobés J. P. Azaústre lo emplea ahora con audacia, aunque más a la manera del poema río de Pere Gimferrer ALMA VENUS (Ed. Seix-Barral).

Apuesta J.P. Azaustre por un lenguaje formalmente más rompedor –sin puntos ni comas- y emparentado en general acaso no con las vanguardias europeas, como el surrealismo y demás istmos, sino con el ritmo poético de nuestra Generación del 27 y con el espíritu heterodoxo de los novísimos y el postismo (que, a mi juicio, revitalizan y rebasan el surrealismo al apostar por el experimentalismo, el azar y el juego pero no a costa del significado).

Y es que el surrealismo, movimiento creativo derivado del psicoanálisis Freudiano, es descrito en el PRIMER MANIFIESTO SURREALISTA de Andre Breton como el producto del “automatismo psíquico puro”. En este sentido Antonio Martínez Sarrión, fino teórico de la literatura además de perdurable escritor, señala en su libro SUEÑOS QUE NO COMPRA EL DINERO. DICCIONARIO Y NOMBRES DEL SURREALISMO (Ed. Pre-textos) que las vanguardias históricas europeas se cimentaron en la idea del automatismo psíquico puro de Breton con sus dos ramificaciones, asaber, el azar y el juego. Los sucesivos ismos, pues, supusieron un irse en el espíritu creativo y experimentador más allá en el azar, o más allá en el juego…

En el poema río de Azaústre, sin embargo, a pesar de que la experimentación y el espíritu vanguardista está rotundamente presentes en la forma, la manera de componer, aunque audaz, no responde a la libertad azarosa que propone Breton, sino al exceso de imaginación lógica que impulsa a las vanguardias hispánicas citadas antes, y de las cuales son nombres fundamentales el propio Gimferrer, Carlos Edmundo de Ory, Gabino Alejandro Carriedo y Ángel Crespo.

El propio Azaústre nos lo hace saber así desde el primer segmento de su poema río al desmarcarse de “las palabras en un azar sin surco”, buena definición del surrealismo, para apostar por el poema que es “plasticidad de la vida nombrada/ en su contemplación sobre el halo despierto,/ artificio voraz”.

A partir de ahí ya desde el segundo segmento, y a través de un portentoso ritmo sin fisuras melódicas que se construye mediante los acentos estratégicamente marcados y la repetición, como bien nos enseñan los maestros de la Generación del 27, el autor nos sumerge en una sucesión de metáforas imposibles aunque no surrealistas, sino entroncadas con el torbellino de imágenes del cinematógrafo que fascinó a los futuristas: todo para hablarnos del yo y su circunstancia, por decirlo con Ortega y Gasset, sin olvidar la denuncia derivada del civismo responsable y preocupado, esto es, sin diluir “la cruz del vivir cotidiano”, aunque asimismo sin caer en ningún momento en las obviedades panfletarias de la poesía social (“porque todo es poesía más allá del desgarro/ poesía social por fin”).

Sin embargo la grandeza de este libro no está en sus influencias sino en su espíritu iconoclasta que apuesta decididamente por “el fragor del lenguaje/ su cocina de luz rompiendo las recetas”…

No faltan en estos versos repletos en el fondo de delicadeza, finura y complejidad, pero de factura inquietante, la crítica al presente político y al presente poético (segmentos 4 y 5), a la superficialidad bien representada hoy por el cine generador de mitos con los pies de barro (segmentos del 9 al 14) y a las generalizadas ganas de huir de todo, pero el mensaje principal en conjunto es el de la importancia de aprender a resistir, a afirmarse en la fuerza del yo y del nosotros, hacer acopio de esa esperanza que no es el envés del pragmatismo “pues nunca fue más nuestra cualquier poesía política”.

Sí, la vida es un río igual que este revulsivo poema, y en ella, igual que en este poema, se procede por acumulación, se huye hacia adelante, se improvisa, se hace acopio, re recuerda, se recapitula, se alecciona, se protesta y se mejora…

Vivir no es nada fácil pero tenemos el amor, la alegría, la belleza, la amistad, la dignidad, el cine  y la poesía...

Gracias por la vida que nos añaden libros como Vida y leyenda del jinete eléctrico.

Digo yo.

Luis Artigue

www.luisartigue.es

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