Cultura
CINE
Una Espiga para 'El Norte' por contar el cine
El Norte de Castilla recibe en su 160 aniversario el máximo galardón de la Seminci por su apoyo al festival desde su inicio
Un instante de la entrega del galardón a El Norte de Castilla.
Un instante de la entrega del galardón a El Norte de Castilla.
Victoria M. Niño
23/10/2014 (11:46 horas)
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Por contar películas, por hacer páginas azules con Kieslowski o con el tacto de los olivos de Kiarostami, por colarnos en la troupe marsellesa de Guediguian y jugar al billar con Manuel Alexandre, por asomarnos al balcón de la Loren y no sucumbir a la carcajada de la Verdú. Por escribir de cine, de guionistas, de montadores, por acomodar la abstracción de sesudos directores al público de esta ciudad. Por fotografiar vestidos, galas y presos encandilados con Paco Rabal o Pepe Sacristán.

Por cosas como estas El Norte de Castilla recibió ayer la Espiga de Honor de la 59ª Seminci. El festival reconocía así el apoyo que el diario brindó desde las primeras ediciones semincineras. Un regalo en el 160 aniversario del periódico decano de la prensa española.

La sala Concha Velasco del LAVA acogió a los invitados de El Norte. Javier Angulo, director de la Seminci, recibió a todos preparándolos para «una noche emocionante». «Todo festival necesita de buenas películas, buenos profesionales en los servicios y tener a la ciudad detrás, de su lado. Y en eso los medios son fundamentales y El Norte lo ha sido para este festival».

Angulo concretó ese apoyo en la trayectoria, «desde el inicio del festival El Norte, con subdirectores como Delibes, se sintió muy implicado en la organización del festival», en la información, «con el continuo seguimiento del mundo del cine, con la páginas y los suplementos sobre Seminci» y el patrocinio, «desde hace unos años El Norte es uno de nuestro patrocinadores y y su generosa aportación es muy valiosa». Por todo ello «hemos querido premiarle con la Espiga».

El alcalde y presidente del Consejo Rector de la Seminci, Javier León de la Riva, entregó el dorado galardón a Ignacio Pérez, director general de El Norte. Ignacio Pérez expresó su «sincero agradecimiento por este reconocimiento. Parece que en 160 años algo hemos hecho bien, y entre esas cosas está el apoyo de El Norte a los iconos de la ciudad. Y la Seminci es un icono de Valladolid con el que seguiremos manteniendo nuestro compromiso, en la medida de nuestras posibilidades».

Y para celebrar la buena pareja que a veces forman la prensa y cine, se proyectaba ‘Primera plana’, de Billy Wilder. El escritor Gustavo Martín Garzo fue el encargado de hacer los honores a la tercera versión cinematográfica de un clásico del teatro. Esa versión de 1975 fue premiada en la Seminci. Antes de que Jack Lemmon y Water Mathau concitaran todas las miradas, el narrador vallisoletano hizo su homenaje al cine y a los periodistas.

El director general de El Norte de Castilla, Ignacio Pérez, recibe la 'Espiga de oro' de la Seminci.

Un sabio cínico

«Vivimos en un país que no es culto». Primera sentencia para explicar lo inexplicable «que los hombres no necesiten lo que quieren». Garzo lamentó que no haya lectores, apenas espectadores en el cine o el teatro, y planes de estudio de los que van cayendo las asignaturas «que antes se correspondían con las llamadas delicadamente bellas artes». El cine, «el arte más popular del siglo XX», se esfuma «como las palomitas que algunos comen en las salas», las ciudades «tienen bibliotecas, auditorios, teatros, pero no filmotecas. El cine languidece y más con los presupuestos de este Gobierno». Martín Garzo defendió la cultura como bien necesario, «el hombre necesita representaciones, buenos libros y bellas películas», y en esa tarea «ha sido notable el apoyo de El Norte de Castilla, de ahí que no sea extraño este reconocimiento».

Pero aunque citó a Erice en la premonición de que el «cine será en el futuro al mundo audiovisual lo que la poesía a la literatura», a día de ayer, había público numeroso para ver un ‘wilder’. Martín Garzo se sentó en la silla del director de origen austriaco, «un misógino, cínico» que sin embargo «filmó al hombre como es», en contraposición del Kapra que retrató al que debía ser.

El autor de ‘El lenguaje de las fuentes’ desgranó los diálogos maestros que el cínico escribió y en los cuales la profesión de periodista no sale bien parada. Los plumillas para Wilder eran «vagos, oportunistas, sin escrúpulos, capaces de todo por arrastrar lectores». Pero también destacó Garzo la maldición del trabajador vocacional. «Wilder refleja todo eso, pero también el que no puede escapar a su sino, el que solo se salva por la escritura, por el oficio que ama». Y de contar el cine a verlo. El proyector puso fin a las palabras. 

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