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Un voto de 103 años
Josefa Díez acude a su cita con las urnas camino de los 104 años de edad / Cree que entre los políticos "hay de todo" y pide "que no roben a la gente"
Josefa Díez, de 103 años, en el momento de depositar su voto.
Josefa Díez, de 103 años, en el momento de depositar su voto.
J.C. / @Javi_Calvo
24/05/2015 (17:36 horas)
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La desgastada mirada de Josefa Díez (Oteruelo, León, 1911) ha visto "de todo". Y de todo, es de todo. Recuerda que no pudo estudiar "porque tenía que ayudar a mi madre, que bastante tenía con sacarnos adelante". Así que lo mismo lavaba ropa, que cuidaba las vacas o repartía leche desde Oteruelo a León "por cuatro reales".

Entonces la miseria era tanta que no había dinero para zapatillas, ni para pantalones, entonces se remendaban hasta los calzoncillos y asegura que, entre tanta penuria, no había tiempo para "votar o no votar". "Bastante teníamos entonces con preocuparnos de comer", afirma.

Así que este domingo, como en cada cita electoral desde el regreso de la democrarca, Josefa se ha puesto la blusa más nueva de su armario y la chaqueta "de los domingos" y se ha ido a votar.

Voto con aplauso

"Pensaba no ir, por la edad, pero al final pensé que tenía que pasar por allí", asegura. Bastón en mano, y con aplauso final entre los componentes de la mesa electoral, Josefa ha votado a las Cortes de Castilla y León, al Ayuntamiento de la capital y a la pedanía. Y no ha dicho a quién eran sus papeletas porque "cada uno vota lo que quiere".

Y de regreso a casa ha recordado que "cuando no estaba Franco nunca voté, y cuando se puso él tampoco. A Franco le ví cuando estaba vivo en Madrid y cuando estaba muerto en el Valle de los Caídos, pero nunca pude votar".

Josefa Díez, en la mesa electoral, este domingo.

Ahora vota convencida de que "es lo que tenemos que hacer" porque, según recuerda, "no todos los políticos son malos". El problema, dice, es que cuando "mandan" se olvidan "de los pobres". "Y no se puede robar a nadie, pero menos a los que nada tienen y la gente ya lo pasa bastante mal como para que encima le roben. Eso no se puede hacer", dice.

Ser honrado da felicidad

Además, concluye, a ella la vida le ha enseñado que ser honrado te hace sentir bien y robar ("Salvo por necesidad", matiza) amarga la existencia.

A muchos políticos les pasaría ante sus ojos la película de su vida: niña pobre, pero feliz, mujer trabajadora hasta perder el aliento, pero feliz, y de familia honrada y feliz.

En la película de su vida también hay una guerra, y los tiempos que levantaba las mantas cerca de las iglesias para ver si su marido estaba debajo, de cuerpo presente, con un tiro en la sien. "Cuantas calamidades he pasado", dice.

Claro que, seguramente, a algunos políticos -según dicen los suyos- esta película tan real simplemente les parecería de ciencia ficción.

Josefa Díez, de 103 años, muestra su carné de identidad para poder votar.

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