LAS PAREDES HABLAN
OPINIÓN POR JUAN GARCÍA CAMPAL
Un favor, majestades: llévense tanto martirio real
Suponiendo mágicas realezas que todos los dones y algazaras ya han sido repartidos con equidad a toda la infancia, en especial, y esperanzada población de varia edad, sexo y condición del solar patrio, qué tal si ahora -por rentabilizar al máximo los recursos, por aprovechar el viaje, por aquello de que no se vayan de vacío- se llevan con ustedes algunos de los muchos martirios que a tanto conciudadano asolan alegrías y anhelos que, sencillas las unas y decentes los otros, fijo.
06/01/2014
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DEL CUADERNO CASI DIARIO
Por si no les cuadrase mi referencia al “martirio real” y a los que “a tanto conciudadano asolan”, presto les aclaro que uso aquí el “real” como adjetivo calificativo de “martirio”, vamos, que lo conceptúa como el “que tiene existencia verdadera y efectiva”, como fija el DRAE en su primera acepción y no como lo hace en su segunda, tal que “perteneciente al rey o a la realeza” (líbreme la ley mordaza que prepara el interiorista, con perdón del gremio).

¿Qué deseáis algún ejemplo? ¡Majestades!, no me hagáis esto, que no faltará quien me acuse de demagogo. Que anda el personal muy pragmático y eufemístico y están las cosas revueltas y confusas, para algunos, y a las verdades se les llaman resentimientos sociales y provocaciones; y a las abundantes mentiras, meridianas verdades.

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¿Habéis escuchado las melodías del hambre junto a tantos niños y mayores? ¿Habéis sentido el intenso frío que habita tanto hogar? ¿Habéis reparado en la creciente población de la absoluta intemperie?

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Bien lo habréis visto en cuanto, poco a poco, os hayáis ido alejando de las grandes vías iluminadas para tan fantástica ocasión como es vuestra visita, de los grandes templos del comercio.

¿Acaso no habéis sido capaces de apreciar el esfuerzo que a tantos les ha costado, y cuando han podido, complacer el infantil y fuerte sueño de vuestra llegada? ¿No habéis reparado en la profunda tristeza de aquellos que han tenido que esperar, ausente la justicia, la caridad, la solidaridad de otros? ¿Os habéis, magos vosotros, asomado a sus corazones, habéis palpado sus angustias y sus desesperanzas? ¿Y las rabias contenidas, las habéis sentido batir en los corazones desesperados? ¿Habéis escuchado las melodías del hambre junto a tantos niños y mayores? ¿Habéis sentido el intenso frío que habita en tanto hogar? ¿Habéis reparado en la creciente población de la absoluta intemperie?

Si algo de esto habéis llegado a ver, ¿por qué no os lleváis a quienes tales mimbres urdieron, a quienes los consintieron y consienten; a los apretadores de cinturones, a los mermadores de derechos, a los amigos de la estaca y el silencio, a los de los amenes, a los defensores de la vida como simple palpitar, a los que después merman educación y trabajo y dignidad al vivo y lo convierten en esclavo, eso sí, de metafóricas cadenas?

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No os vayáis de vacío. Al menos acercar al basurero tanta humana inmundicia. Reciclarla si a bien lo tenéis, pero librarnos de ella.

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Sí, por vuestro dios, llevaros estos y más cotidianos martirios que a tanto conciudadano asolan sus alegrías y anhelos. Pero dejad por él mismo el que sea más espiritual, más llevadero, el que provenga realmente de actitudes de expolio a lo común, a lo público, el que sea consecuencia de los propios actos, permitid que ese y otros similares se depuren para ejemplaridad de todos, para que muchos podamos recuperar la fe en la justicia y su cacareada igualdad para todos, para que todo lo público, todo, recupere su transparencia y pueda volver a sentirse como lo que es: nuestro. Fruto nuestro, de nuestro trabajo, no dádiva, ni concesión.

No os vayáis de vacío. Al menos acercar al basurero tanta humana inmundicia. Reciclarla si a bien lo tenéis, pero librarnos de ella.

Juanmaría García Campal

Cuaderno casi diario

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