Cultura
MÚSICA
Un concierto memorable
La iglesia de Santa Marina la Real acogió este sábado el concierto de Navidad protagonizado por el Grupo Vocal CantArte, que deslumbró con su actuación
Un momento de la actuación de CantArte en la iglesia de Santa Marina. (Foto: Juan Luis Puente)
Un momento de la actuación de CantArte en la iglesia de Santa Marina. (Foto: Juan Luis Puente)
Juan Luis Puente
04/01/2015 (13:30 horas)
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En la tarde del día 3 de enero, se celebró en la iglesia de Santa Marina la Real de León, un concierto de Navidad protagonizado por el Grupo Vocal CantArte, dirigido por Guillermo Alonso Ares. El repertorio abarcó un espacio temporal que comienza en el siglo XI, incluye composiciones de la edad de oro de la polifonía y finaliza con una segunda parte dedicada a obras tradicionales junto a repertorio moderno y contemporáneo.

Hay conciertos que valen una Navidad. Con dos años de existencia, el grupo vocal CantArte tiene muy claras sus intenciones en el terreno musical, pisa firme en su técnica interpretativa y llena los espacios litúrgicos con su música. No hay público que se le resista.

.-“Yo no entiendo mucho”, decía Ana, una buena amiga de hace años acompañada de su hija.

.- “Te he preguntado si te gusta, no si entiendes de polifonía”, le contesto. “¡Ah sí,” -y esboza una sonrisa amplia- “es una experiencia única!”.

Debe de serlo para mucha gente. El colapso en el interior del templo era espectacular. Nave central y laterales estaban hasta las asas. Para la mayoría, incluso para los que estábamos de pie, el tiempo pasó en un suspiro. La incomodidad valía la pena. No sería nada de extrañar que la próxima vez tengan que abrir el coro superior y las estancias con balcones para albergar a tanto personal.

.-“¿Una hora y media ha pasado ya?”, decía una señora con un imponente abrigo de piel que estoicamente aguantó apoyada en la pared sin apenas moverse.

Imponía el silencio del público. Insólitamente no se oyeron toses -y mira que hay catarros en estos días- en una audiencia heterogénea donde las haya, en medio de un clamor de callada quietud que no siempre se puede encontrar por ahí. No se iba nadie. Todos los asistentes estaban entregados. Definitivamente, el público que asiste a los conciertos de CantArte es una audiencia ejemplar.

Dos niños sentados en el suelo se arreaban con los programas. Al poco de comenzar el coro a cantar, cesaron en sus batallas y asombrosamente permanecieron quietos mirando de soslayo.

El templo, abarrotado para presenciar el concierto de Navidad. (Foto: Juan Luis Puente)

La apuesta de CantArte es siempre arriesgada y revolucionaria tanto en interpretación como puesta en escena (pueden cantar intercalados entre el público, sentados en el suelo o en pequeños grupos circulares) y esta forma de plantear un concierto encanta a la audiencia. En esta ocasión se propuso un viaje, iniciático y revelador por las ensoñaciones de las sonoridades navideñas, que comenzó en el siglo XI y terminó en las armonías compuestas hace dos años por compositores nacidos a mediados y finales del siglo XX. Todo un reto para oídos tan desiguales que, sin embargo, son capaces de disfrutar de la música y de la emoción gracias a la juventud y maestría de estos intérpretes.

Además, a CantArte y a su director les gusta revolver archivos donde las partituras duermen el sueño del olvido. Ahí está, por ejemplo, esa ‘Kalenda al Nacimiento’, obra anónima del siglo XVIII, procedente del Archivo de la Catedral de León, que yacía muda entre el polvo de las estanterías desde hace doscientos años. Lástima que el ceremonial con el que originalmente se interpretaba no se pudiera reproducir en el recitativo inicial, cantado espléndidamente por el propio director del coro.

Este grupo vocal es un auténtico milagro de interpretación. No todos los días se mantiene a una audiencia subyugada con la interpretación del ‘O Magnum Mysterium’, de Tomás Luis de Victoria. La percepción de la belleza vuelve a estar por encima del conocimiento. Las notas del compositor abulense estremecían, cortaban el aire cálido de Santa Marina, y nos cubrieron a todos de un inefable sentido de lo sublime. Con esta obra ya hubieran cubierto con creces el expediente, pero en la segunda parte había más. CantArte innova, experimenta, explora y se atreve con piezas como ‘Lux Aurumque’, una hermosa joya polifónica de un compositor norteamericano nacido en Reno en 1970. Disonancias, armonías etéreas, destellos sonoros como brillos de luz… Fascinante mosaico sonoro que posteriormente se conviertió en profunda intimidad en el hermoso villancico popular vasco ‘Hator, hator mutil’ de Jesús Guridi, armonizado en 2008 por Xabier Sarasola.

El ‘Adeste Fideles’ final, arreglado por Ángel Barja en 1975, sirvió para la comunión perfecta de público y coro, cuando su director se volvió a la audiencia para que se uniera a su canto.

Dejemos al margen el problema de si los aplausos entre obras en los conciertos de polifonía son acertados. Sabido es que, en muchos casos, se rompe la intensidad de la atmósfera íntima del concierto, ante lo cual muchos directores solicitan del público que aplaudan al final. Es difícil valorar cuando se tiene que hacer así. Lo cierto es que el público de Santa Marina se rompía las manos ofreciendo su reconocimiento a coro, solistas e instrumentistas, entre los que cabe destacar la excepcional soprano Judith Martínez.

CantArte es juventud en estado puro, amante de la música vocal, cuyos componentes disfrutan con lo que hacen y están a un paso de parecer profesionales. Solo así se comprende su versatilidad y su adaptación a las ideas de su director, Guillermo Alonso Ares.

No entiendo muy bien que mecanismos tiene la naturaleza para que la espigada figura de Guillermo, escapada sin duda de un cuadro de El Greco, pueda desarrollar tanta energía, física y mental para darlo todo en cada actuación. Cada concierto es un derroche de sensibilidad, sabiduría rectora, potencia gestual, impresionante magisterio musical y comunicación total con cantantes y público a quienes contagia su vitalidad. Su capacidad para explorar nuevos repertorios y conseguir que el coro los asuma resulta excepcional. Como diría un aficionado futbolero, Guillermo A. Ares es un “Carlo Ancelotti de la música coral”.

Permítaseme una reflexión final. Me pregunto como es posible que personas de tanta valía intelectual y musical se vean abocadas por las circunstancias a no vivir de su arte. Un país que no cuida esta clase de patrimonio humano esta destinado al fracaso. En plena vorágine de proclamación, más o menos falsa, de datos económicos favorables -la única preocupación actual posible- el humanismo se hunde irremediablemente.

Subrayaba Guillermo A. Ares, en sus notas al programa que la música de este concierto, estaba interpretada con el mayor cariño y un único deseo: el de hacer disfrutar. Creo hacerme eco de un sentir general: el concierto de CantArte ha sido el mejor regalo de la Navidad 2014. Gracias.

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