LAS PAREDES HABLAN
OPINIÓN POR JOSÉ MARÍA CALLEJA
Terrorismo o guerra
Se anuncian las cosas a hacer, pero los propios gobernantes multiplican el miedo
30/11/2015
  Preparar para imprimir  Enviar por correo
Tribuna
A Berlín!, gritaban eufóricos los parisinos; ¡A París!, gritaban entusiasmados los berlineses. En los días previos a la Primera Guerra Mundial un clima de ilusión y fe en la victoria recorría Europa. Se pensaba que sería una guerra total y definitiva, que nunca más habría otra. Se creía que terminaría en unos meses y para la navidad todos los soldados estarían de vuelta en casa.

Hollande ha dicho que los terroristas que han asesinado a mansalva en París han declarado «la guerra» a Francia. Palabra que anticipa la respuesta –aviones franceses bombardean al Daesh en Siria– y que reconoce el impacto del golpe recibido. Pero no hay entusiasmo entre los ciudadanos de Europa por ninguna guerra, quizás ganas de devolver el golpe. Tampoco es esta una guerra como las conocidas y se teme larga.

Es muy importante elegir bien las palabras pues estas crean la realidad. Lo cierto es que los terroristas son franceses o belgas, y viven y han crecido en Europa no necesariamente en circunstancias precarias. Golpean desde dentro de un ámbito de libertad y elevado nivel de vida. Decir guerra es asumir el vocabulario terrorista, que aspira a ser Estado y como tal se presenta en su delirio espacial y argumental, en la forma de nombrarse.

Este es un terrorismo distinto al que hemos sufrido en España, aunque solo sea porque los asesinos de aquí, antes de matar se aseguraban de que iban a poder cenar después del asesinato. Matar, pero sin morir en el intento. Pero parece que la forma de combatir a este terrorismo comparte determinadas estrategias: eficacia policial y de inteligencia, romper la financiación, reducir el suministro de odio. No se si bombardear las bases terroristas resuelve el problema, sí se que la invasión de Irak y la voladura de aquel Estado lo ha acrecentado.

En medio de la conmoción, cuando los parisinos han cambiado su forma de mirar a los otros, cuando en toda Europa se ha instalado el miedo a un nuevo atentado, los ciudadanos quieren que se detenga y se castigue a los asesinos, pero necesitan escuchar cuál es la solución. No parece que nadie la conozca; se anuncian las cosas a hacer, pero los propios gobernantes multiplican el miedo –inherente y buscado por el acto terrorista–, anunciando nuevos atentados en los que se emplearían armas que con solo citarlas desatan el pánico entre una población golpeada.

Hay urgencia en la búsqueda de la vuelta a los equilibrios anteriores al golpe de París, pero hay un reconocimiento implícito de que eso es imposible, que nuestras vidas han cambiado y que no volverán a ser como antes.

El odio, la muerte y el miedo que definen al terrorismo nos seguirán golpeando, no sabemos por cuánto tiempo, pero acabarán, se trata de saber cuándo y cómo. 

Más artículos del autor:
    Mas, vete ya
  Preparar para imprimir  Enviar por correo