Trama Púnica
TRAMA PÚNICA
Taín: "La justicia no está dando una respuesta ágil a casos de corrupción"
El juez que instruyó los casos del Códice Calixtino y del asesinato de Asunta publica su segunda novela, 'Al infierno se llega deprisa'
Ical
31/10/2014 (20:18 horas)
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El juez más famoso de Galicia, José Antonio Vázquez Taín, el instructor del caso del asesinato de la niña Asunta Basterra y del robo del Códice Calixtino de la Catedral de Santiago, acaba de publicar 'Al infierno se llega deprisa', obra que presenta esta tarde en el hotel AC Palacio de Santa Ana de Arroyo de la Encomienda (Valladolid) en un acto organizado por el Club de Prensa de 'El Mundo de Valladolid'. Tras 'La leyenda del santo oculto', editada por una pequeña editorial compostelana, Vázquez Taín, que también colaboró en la instrucción del trágico accidente del Alvia en Angrois, saca a la luz ahora el primer de los tres libros que se ha comprometido a escribir para el Grupo Planeta. Dos meses después de cerrar la instrucción del asesinato de Asunta, el extitular del Juzgado de Instrucción número 2 de Santiago presenta una novela negra en la que muere descuartizada una pareja y desaparece su hija de 13 años, que envía un 'whatsapp' de auxilio, y en la que también hay espacio para los narcotraficantes.

¿Qué le lleva a un juez a escribir entre auto y auto?

Mi tarea profesional como juez de instrucción me ha permitido conocer mucha gente con un bagaje profesional muy intenso y a escuchar, en primera persona, relatos recientes de la Historia de España. Estas vivencias me llevaron a pensar que los que vivimos directamente esta intensa realidad somos los más adecuados para contarla. Yo no puedo hablar de los casos que he investigado, pero si he intentado, a través de la imaginación y de tramas, más o menos interesantes, tratar de volcar en el papel algunas de las vivencias de mi día a día cuando era juez instructor. Casi era una necesidad lo que tenía de poder relatar algunas experiencias que sólo podemos conocer abogados, fiscales y jueces.

¿Se va acostumbrando a que le tilden de juez mediático?

Asumo estas críticas y hasta las entiendo. De todas formas, a los que me llaman juez estrella les tengo que aclarar que mi actuación profesional siempre ha sido contraria a ese comportamiento y cuando concentro demasiada atención procuro desaparecer. Al juzgado de Villagarcía de Arosa llegué en 1999 y allí estuve hasta el año 2005. Siempre destacan que en mi currículo figura el mayor alijo de cocaína de España con un barco de 6.500 kilos, pero se olvidan de diez barcos más. Entre 2001 y 2005 en mis operaciones se incautaron la tercera parte de la cocaína decomisada en España, más de 54.000 kilos, y durante esos años procesé a unas 400 personas. Fue un destino muy intenso en el que había que implicarse a tope, pero después de cinco años, cuando ya había alcanzado una notoriedad que me abrumaba, decidí marcharme. Creo que después de eso yo tenía que desaparecer, recuperar mi anonimato y ver si mi trabajo había sido bueno. Afortunadamente el Tribunal Supremo confirmó todas mis investigaciones y ese respaldo fue lo que me empujó, dos años después, a volver a la instrucción en mi tierra. Vuelvo a Santiago, donde me encuentro con el caso del Códice Calixtino y el asesinato de la niña, por no hablar de refuerzo que hubo que hacer cuando el accidente del Alvia. Fue un trabajo muy intenso, pero es un trabajo que no se busca. Se nos critica cuando no hacemos nada y nos ven como dioses encumbrados en un pedestal, se nos critica cuando bajamos a la sociedad e intentamos ser una parte más que escribe. Yo contaba con esa crítica y la acepto, aunque he tratado de hacer una novela lo suficientemente buena para que el libro supere a la crítica.

¿La realidad supera a la ficción o es al revés?

Todas las vivencias que tuve como juez instructor creo que me han permitido tener una visión muy real y muy íntima del alma humana. Ese privilegio es lo que deseaba compartir a través de tramas inventadas. Yo sólo reflejo el egoísmo o la generosidad de las personas que me han rodeado en una actividad tan intensa. De momento, los críticos literarios me dicen que parece mentira que personajes tan reales vivan tan intensamente. Yo no cuento hechos reales, me los invento, pero si que intento transmitir la intensidad con la que he vivido la vida de muchas personas.

¿Pero algunos de los personajes de sus obras, como los guardias civiles, son reales?

Los héroes sí que son reales, las personas malas no. Yo he trabajado con guardias civiles, policías y funcionarios de justicia y cuando ves a muchas personas luchar por hacer un trabajo digno sientes la necesidad de agradecerles su esfuerzo, aunque sea a través de un guiño en una novela. Es un detalle que muchos me lo han agradecido.

En su novela hay crímenes, narcotraficantes, corrupción, una niña desaparecida, pero también una justicia que deja mucho que desear. ¿Tan mal funciona la justicia en España?

Yo sólo intento describir nuestra sociedad y contar las realidades que tenemos que vivir y padecer. La justicia es una realidad que yo conozco perfectamente y yo sólo quiero ser sincero. Todos conocemos la lentitud del sistema judicial español y sabemos que no está siendo capaz de dar una respuesta a asuntos tan importantes como las acciones preferentes de las cajas de ahorro, los desahucios o a la corrupción política. La justicia no tiene capacidad para dar una respuesta ágil a necesidades masivas de la sociedad,algo que resulta muy triste. Como juez, me gustaría dar esa respuesta, pero reconozco que estamos hablando de una administración carente de medios y muy limitada. En el libro lo único que hago es describir esta situación y contar como los expedientes se mueve en carritos de la compra atascados y oxidados. Desde esa sinceridad es la que quiero que el lector me juzgue. Después de leer el libro creo que uno entiende mejor cómo funciona la justicia. Desgraciadamente, yo no puedo describir un juzgado de otra forma que no sea desde la falta de medios y recursos y, sobretodo, de muchísimo trabajo que hacemos como podemos.

¿Qué le resulta más difícil, escribir una novela o dictar una sentencia?

No tiene nada que ver. Cuando vas a dictar una sentencia como juez no puedes olvidar que estás jugando con la vida de las personas. Por eso la novela tiene una finalidad y es que, desde mi experiencia, yo no juzgo al delincuente, aunque sea muy fácil pensar que el delincuente es un enfermo o un drogadicto. Dictar una resolución por la que una persona entra en prisión es muy duro, pero es mi obligación y tengo que hacerlo, ya que nunca me puedo olvidar de la víctima. En cambio, yo escribo por la necesidad de compartir reflexiones y experiencias que, sin lugar a dudas, es una responsabilidad mucho más liviana.

Usted ha confesado que escribir esta novela fue un refugio mientras realizaba la instrucción del caso de Asunta. ¿Tenía tiempo?

Desde el 24 de julio del año pasado -fecha del trágico accidente del Alvia en Santiago- me abstuve de leer la prensa, de ver la televisión y de otras muchas cosas, algo que recomiendo a todo el mundo durante dos o tres meses. Yo no quería oír, leer o escuchar ningún comentario que pudiera condicionarme, y aunque yo no fui el juez instructor del accidente, bajar a la vía en Angrois para reforzar el trabajo de un compañero fue algo muy duro. Vivir así durante tanto tiempo me supuso una carga, pero no una presión, además de mucho tiempo libre. Este aislamiento de los medios lo tuve que prolongar casi un año, ya que dos meses después, en septiembre de 2013, me hice cargo del asesinato de Asunta, instrucción que acabé el pasado mes de julio. En esa situación el escribir el libro se convirtió en un refugio.Después, cuando la instrucción ya estaba cerrada, yo deje Santiago y me incorporé como juez de lo penal en La Coruña. Al igual que cuando dejé Villagarcía para irme a Mataró, creo que es el momento de la distancia y el momento de que nos juzguen a nosotros, algo que es muy sano.

¿Al infierno se llega deprisa?

Sí. Cuando cualquiera de nosotros cometemos errores es muy fácil caer en un infierno, ya sea el de la delincuencia, el de la drogadicción, el de la soledad o el de un mal matrimonio. Cualquiera puede hacerse su propio infierno con cuatro errores.

¿Qué Planeta se interese por usted como escritor y publique su segunda novela le hace plantearse colgar la toga?

No, imposible, la justicia es mi vocación desde niño. Yo siento la necesidad de servir a los demás como funcionario y nunca se me ha pasado por la cabeza dejar la judicatura.

¿Su escritor favorito?

Hay muchos escritores gallegos que me enseñaron mucho y entre los que destacaría a Vicente Risco, pero para mí el escritor más grande en lengua castellana es Gabriel García Márquez. Como descendente de gallegos, creo que tenemos algo en común a la hora de mezclar lo que hay con lo que se fue. No sólo sabe escribir, a mí me hace soñar cada vez que abro un libro suyo. 

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