Opinión
OPINIÓN POR LUIS ARTIGUE
Salvador Gutiérrez Ordoñez
Es un sabio emocional –he ahíla única manera de ser verdaderamente sabio-
08/04/2015
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LA NOTICIA ILUMINADA DEL DIA
Cuando conversa siempre parece estar diciendo con la mirada que lo que importa es el otro. Cuando da clase se le nota un poco más que tiene mucha clase. Ingresó un día en esa especie de hospital cultural aristocrático y anacrónico llamado Real Academia Española de la Lengua como quien pasa engrosar con toda justicia la lista de los elegidos a dedo por los dioses. Y, ahora, acaba de obtener el Premio Castilla y León de las Ciencias Sociales… ¡Olé!

Así las cosas mencionar ahora aquí, después de tanto pero no después de todo, que el catedrático de la Universidad de León Salvador Gutiérrez Ordóñez es, junto a Guillermo Rojo, la referencia de la lingüística general en este país supone decir mucho, pero no decirlo todo. El amor por lo que uno hace es invisible aunque perceptible. De hecho ese hombre bien parece la excepción a la regla de que en España sólo triunfa la gente sin escrúpulos... También coronan cimas el talento, el trabajo, la inspiración y las buenas condiciones éticas, y desde luego necesitamos esas cualidades para poder llegar a ser lo que soñamos ser. ¡Necesitamos a este hombre entre los dioses!

Martinet decía que la reflexión sobre el lenguaje es entre otras cosas una forma de entender al ser humano. Por eso, de los estudios de este Sancho Panza barbudo y delgado y de mirada afable y rostro felino casi unamuniano (al respecto le faltan sólo los antiparras) sobre sintaxis funcional, sobre semántica y sobre pragmática se deduce que la lingüística es no sólo un tecnicismo sino más bien una ciencia humana, sí, pero también emana de esos trabajos la pasión vocacional de este profesor, y su envidiable sentido de la convivencia que certifican siempre tanto sus compañeros de departamento de la Universidad de León, como todos los que le conocemos. ¡Qué mejor alabanza de un humanista que hablar de su humanidad!

En efecto hace tanta falta el rigor como el amor para enseñar pero, a la hora de investigar, aunque el rigor es determinante, si va unido al amor debería resultar decisivo. Así nos lo demuestra por ejemplo la trayectoria y la obra de nuestro admirado Salvador Gutiérrez Ordóñez que, como es sabido, tiene que ver con la reflexión sobre el lenguaje y sobre el trabajo lingüístico, con el criterio y con la opinión formada y siempre cargada de humanidad. Por eso, y ya que tal y como está el mundo uno acostumbra a apelar a la justicia poética cuando demanda justicia, escribiré en el viento o en un rabo de nube mi adhesión a la lista de quienes celebran el nuevo reconocimiento del maestro de generaciones Salvador Gutiérrez Ordóñez… ¡Todo un ejemplo!

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