¡Cómo describir un sitio tan exquisito como si estuviera hecho para el placer pre-sexual!
Allí Juanjo, rostro ovalado, egipcio, de quien parece haberse quedado prematuramente calvo para llamar la atención, y Yolanda, pelo de oro, sonrisa amplia de mesonera de novela con final feliz, son ellos dos en sí mismos un menú maridaje, trenza de degustación, lo culinario y el vino combinados y abrazados…
De hecho regentan un templo del bien vivir condecorado con una Estrella Michelín y en el que, con dedos de pianista, a cuatro manos componen platos con acabados de cuadro expresionista, y fusión de música mestiza, y un sabor pecaminoso que promociona la lujuria y la gula del mismo modo igual que luego, al salir del restaurante, la noche fría de León promueve el amor y la delincuencia en la misma medida.
En efecto comer es comerte con la última sílaba ya mordida.
Luis Artigue
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