En ese periodo de tiempo, la plaza de la Catedral, con el imponente monumento a sus espaldas, presentaba una imagen muy distinta a la actual. Una fuente en forma de estrella con ocho puntas adornaba el centro de un isleta ajardinada que dejaba libre la zona aledaña a la calle Dámaso Merino para que los coches pudieran circular a su alrededor.
En el medio de la fuente, una columna se encontraba rematada por una réplica en cerámica de un capitel del siglo XII, que se conserva en el Museo de León. Y, a su alrededor, cuatro de esos bancos. Los otros cuatro se ubicaban en la zona ahora cubierta para proteger los restos que se hallaron en la remodelación urbanística del entorno en el año 1997. Una configuración en forma circular, en aquel entonces, presentaba a los bancos enfrentados.
Superposición de la antigua plaza sobre la actual en la recreación, que podrá ser visitada próximamente.
'Pasear' por los años 30
Ahora, 68 años después, una investigación de una técnico en Patrimonio en paro, Mónica Castro, ha permitido volver a ‘pasear’ por aquel lugar. Eso sí, en tres dimensiones y a través de una recreación virtual que, píxel a píxel y con un programa de software libre, ha ido pergeñando durante los últimos meses para conformar una imagen casi perfecta de cada uno de los detalles de cómo fue la plaza de la Catedral durante los años 30. Y, sobre todo, hallar el paradero de aquellos elementos, que durante todo este tiempo, han pasado desapercibidos.
Los ocho bancos yacen desatendidos en el patio de la residencia de ancianos Vírgen del Camino, en la avenida de San Mamés. Pocos leoneses que, cada día pasan por ese lugar y echan la vista hacia el interior ajardinado del geriátrico, han reparado en su existencia y en su estado. Incluso muchos de los residentes afirman no conocer la historia que estos pintorescos asientos guardan entre las juntas de sus coloridas placas de cerámica segoviana.
Tres de los ocho bancos, en el jardín de la residencia de ancianos de San Mamés.
Una fuente enterrada en la plaza
La fuente, por su parte, fue desmontada en el año 1997 cuando las obras de peatonalización de la plaza de La Regla la hallaron sumergida bajo una capa de tierra. Se guardó en cajas y ahora se encuentra en el sótano del Ayuntamiento de León. “El problema es que esta obra artística no está cuidada. Nadie la conoce apenas y la forma en la que se encuentra es totalmente descuidada”, lamenta Mónica Castro, autora de la investigación que ha hecho revivir a través de las nuevas tecnologías la imagen antigua de esta emblemática zona de León.
Todo ello, a partir de un plano que se encuentra en el Archivo Municipal de León, que halló traspapelado en una carpeta que no se correspondía con esa temática. Mónica Castro lo encontró y comenzó a planear una recreación para ver la plaza de la Catedral de aquel momento “como si estuvieras allí”. Pero la tarea no fue fácil. “Hay documentación que directamente es falsa, otra que tiene muchas contradicciones. Los bancos y la fuente se han atribuido siempre a Daniel Zuloaga, pero no son suyos”.
La fuente, en el centro, y los bancos, en la recreación virtual creada por la investigadora.
Sin constancia en las actas…
El conocido ceramista, una de las personas más populares del mundo del arte y de la cultura de aquel entonces, que se codeaba con lo más alto de la sociedad española, falleció en el año 1921. El encargo a su taller de esos bancos, que muestran todos en su parte posterior escenas de la ciudad que los artesanos realizaron a través de postales que se enviaron desde León, fue realizado por el ingeniero agrónomo provincial. “Es un encargo municipal, pero no directamente realizado por la corporación. He examinado todas las actas municipales desde 1925 hasta 1945 y no se hace mención ni al encargo ni a ponerlos ni a quitarlos”, explica la investigadora.
La antigua iglesia de La Virgen del Camino, la plaza Mayor de León, la plaza del Grano, la Calle Ancha, la plaza de San Isidoro, una vista de la torre de la basílica de esta última plaza, así como dos imágenes de la propia Catedral, una tomada desde Santa Ana y otra desde Salvador del Nido son las ocho imágenes que presentan los bancos en su retaguardia. Sin embargo, el estado de deterioro que presentan ahora esos asientos no ha permitido poder recrear un detalle de ellos: las caras de las figuras angeladas que se pueden contemplar. Todos los bancos presentan los rostros destruidos a cincel, sin que exista constancia de cómo eran los originales.
Arriba, uno de los bancos en la actualidad. Debajo, tal y como se presenta en la recreación.
… Ni en los libros
Sin embargo, estos elementos, de un alto valor artístico, se han visto, con el paso del tiempo, relegados a un plano secundario y reposan arrinconados en el jardín de la residencia. “Se han quedado en el olvido y, además, se ha hecho por olvidarlos. Incluso libros que hablan del León antiguo no muestran fotos. Las de la plaza no existen. No se publican. Las que he ido encontrando ha sido con cuentagotas en libros de hace 20 años que están descatalogados, en librerías antiguas o en el ILC. Esas fotos no se han publicado y cuesta mucho acceder a ellas”, comenta la técnico.
Para la autora de la investigación, el motivo del ‘silencio’ sobre esas obras artísticas puede recaer en una cuestión simplemente política. “Es un estilo artístico muy ligado a la Institución Libre de Enseñanza, algo que en la época de posguerra se quiere olvidar y no se menciona. Creo que es una de las razones por las que los bancos y la fuente salen de la plaza”, asegura.
Y sin constancia oficial. Ese puede ser el motivo por el que tan sólo queda para el recuerdo una imagen aérea del día que, en tierra, se quitaban de la plaza de la Regla. Una opinión que comparte el responsable del archivo de la Fundación Sierra Pambley, Javier González Cachafeiro: “Siempre se dijo que Daniel Zuloaga no era radical, pero sí una persona de ideas fuertes. Ese corte del año 1936 del que siempre hablamos es bastante doloroso y no sabemos muchas cosas”, asegura.
El Rey Alfonso XII, en el centro, junto a la familia Zuloaga.
La huella de Zuloaga
Daniel Zuloaga nació en el año 1852, según relata González Cachafeiro. Inició su andadura artística con un taller en Mocloa para convertirse en “uno de los grandes pioneros en la cerámica”. Pero ese estudio, años después, quebró. Se traslada a Segovia y, desde allí, surte al Palacio Real de cerámicas, lo que acapara la atención de los arquitectos más reputados de la época. Así, de sus manos, nacen los elementos decorativos del Hotel María Cristina de San Sebastián, el interior del edificio que da sede al diario ABC en Madrid o el Palacio de Cristal del Retiro.
En el caso de León, su figura y su trabajo están también presentes. El portal del edificio de la capital que lleva por nombre este ilustre apellido de la historia del Arte o el interior del Palacio Episcopal de Astorga llevan el sello de los Zuloaga.