Nos vemos superiores por estar integrados en lo que se ha dado en llamar ¡países desarrollados” de economías recurrentes por unos mercados digamos punteros en lo que a calidad se refiere y tratamos a razas provenientes de otros lugares como lacras sociales venidas a quitarnos de las manos el provecho generado durante los años de bonanza de un continente tan grande y viejo como ruin e inconsciente con las ingentes masas de personas que huyen despavoridas de sus lugares de origen para tratar de encauzar una esperanza en un sitio que se les ha vuelto irreconocible.
Es tanto el daño que estamos infringiendo en los miles de inmigrantes buscadores de provecho que la historia nos hará responsables directos de todo lo que aconteció cuando nos los quitamos de en medio sin atender sus súplicas. Está claro que las nuevas sociedades serán tan plurales y versátiles como los tiempos mandan cada vez con más insistencia; el amplio abanico de culturas tendrá que instalarse en lugares muy próximos entre si y por tanto, eso tendrá como resultado final un mejor conocimiento del verdadero sentir de la humanidad.
Todos estamos en este espacio del tiempo por simple casualidad, unos tendrán más fama en el futuro y otros por el contrario pasarán desapercibidos apenas siendo su pasaje igual de importante para el conjunto de una edificación social nueva, con mejores medios y alternativas para quienes busquen fuera de su lugar de origen un nuevo modelo de vida o la creación de formas útiles al resto de las sociedades que vengan a fortalecer su supervivencia. No son las mejores formas de comenzar a aprovechar el tiempo que le queda a este mundo andar en conflictos bélicos causantes de un sufrimiento innecesario y por ende, el resto de sociedades que habitan el planeta Tierra deben de influir en acabar drásticamente con esas guerras que tan sólo buscan la supremacía del poder ante la barbarie inconmensurable de los que sufren el azote de sus deseos.
Menos hablar de lo que la Bolsa sube o deja de hacerlo y más manos a la obra para tratar de infundir el sentido común que haga de los países con “sociedades desarrolladas” el espejo donde puedan mirarse todos aquellos seres humanos con una imagen digna y de valores a los que seguro tarde o temprano, tendremos que echar mano.