Reportajes
REPORTAJE
Medio siglo de encanto
Feve celebra por todo lo alto el medio siglo de vida de El Transcantábrico / El libro 'El Transcantábrico', del leonés Juan Pedro Aparicio, fue el que dio nombre y colaboró de forma decisiva a la creación de este tren
leonoticias.com
04/12/2008 (12:37 horas)
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El tren ‘Transcantábrico’ de Feve-Ferrocarriles Españoles de Vía Estrecha- celebrará este viernessu 25 cumpleaños. Así, la estación de la operadora ferroviaria en la capital leonesa acogerá un acto que contará con la asistencia el presidente de la compañía, Ángel Villalba, de la secretaria de Estado de Infraestructuras, Josefina Cruz, y del presidente de la Junta, Juan Vicente Herrera. También acudirán autoridades del Principado de Asturias, Cantabria o Galicia.

El Transcantábrico

El Transcantábrico es el tren turístico más veterano de España. Ha pasado un cuarto de siglo desde que un grupo de profesionales de Feve tuvo la iniciativa de recrear el ambiente nostálgico de los viajes en tren en el norte de España. En la España de entonces aquello fue una idea insólita, casi  temeraria, que, sin embargo, pronto se reveló como un acierto. El éxito y la fama de El Transcantábrico ha venido creciendo desde entonces, a la vez que este tren también cambiaba y se modernizaba, pero sin perder ni un ápice de su encantador aroma a otros tiempos, en los que viajar era algo más que desplazarse de un lugar a otro e importaba no sólo el destino, sino también el trayecto.

Hoy El Transcantábrico es un producto turístico consolidado de fama internacional. Buque insignia de Feve, el tren recorre la costa del Cantábrico, por las provincias de A Coruña, Lugo, Asturias, Cantabria y Vizcaya, para introducirse después hacia las tierras de la Meseta por Burgos, Palencia y León. Los viajeros realizan un recorrido inolvidable de una semana de duración, disfrutando del paisaje, la cultura y la gastronomía inigualables del norte de España. Las comidas se realizan en restaurantes seleccionados cuidadosamente a lo largo del recorrido, y por la noche el tren queda detenido en la estación para que los viajeros puedan dormir plácidamente en sus compartimentos o disfrutar de la fiesta que se organiza en el coche pub.

La temporada regular transcurre entre la primavera y el otoño. Fuera de la misma, El Transcantábrico se alquila para viajes chárter o de grupo que se confeccionan a medida del cliente, y para los que se puede diseñar el recorrido, la duración, las actividades, etc. Además de los coches cama, en los que el viajero pernocta y disfruta de sus momentos de intimidad, el tren dispone de cuatro coches salón en los que el cliente puede charlar, disponer de los juegos de mesa, conocer a otros compañeros de viaje, tomarse un café o incluso bailar por la noche con la música en vivo del coche discoteca.

Coche preparado para cenas. (Foto: Jerome Muñoz)
 
La creación de El Transcantábrico. Una feliz idea  fruto de la necesidad

Cuesta creer que un producto tan bien ideado como El Transcantábrico se pusiera en marcha tan rápidamente desde que se tomó la decisión de llevar adelante el proyecto hasta que el tren echó a rodar. Pero así fue, pues el momento exigía medidas urgentes. Cuenta Fernando de Esteban - por entonces presidente de Feve- en el prólogo del libro El Transcantábrico, La Magia del Norte (*), que, cuando llegó al frente de la compañía en diciembre 1982, la situación “era particularmente dramática: líneas en estado de abandono secular, una falta de identidad empresarial, un déficit creciente y, lo peor de todo, un servicio de muy baja calidad y seguridad”. Apoyado por el presidente del Gobierno, Felipe González, y el ministro del ramo, Enrique Barón, Fernando de Esteban inició la imprescindible modernización de la empresa. Pero, como él mismo señala: “¿cómo hacer para que los trabajadores de Feve y sus clientes creyeran realmente en el cambio?”.

Basándose en un proyecto de 1981, surgió la idea de crear “un tren que capitalizara, por una parte, los territorios y paisajes que recorría, y por otra, que fuera un revulsivo capaz de crear una nueva imagen tanto en el interior como en el exterior de la empresa”. Una vez definido el concepto, poner en marcha el tren en  apenas   cuatro meses resultó milagroso. “Fue una lucha contra reloj –continúa Fernando de Esteban–, ganada ciertamente con el esfuerzo que tanto el personal de Feve como el de las empresas Ateinsa y Temoinsa entre otras, llevaron a cabo para conseguir transformar viejos coches de 1920-30, en calamitoso estado, en un flamante y rutilante hotel sobre ruedas.) Todo ello se realizó entre los meses de abril y julio de 1983, es decir, en un tiempo récord que dejó patente lo que el ingenio español puede conseguir cuando hay comunión de voluntades”.

Por su parte, el libro “El Transcantábrico” (1981), del escritor leonés Juan Pedro Aparicio, fue el que dio nombre y colaboró de forma decisiva a la  creación de este tren.

Los cuatro coches salón que componen el tren se construyeron inicialmente para el Metro de Londres, donde nunca llegaron a circular por un problema de gálibo. Más tarde fueron adquiridos por los Ferrocarriles Vascongados y llegaron en barco a Zorroza en 1928. Estuvieron al servicio de esta compañía hasta 1978, cuando se apartan y se dejan fuera de la circulación. Fue en 1982 cuando Feve los adquiere y los restaura para construir los cuatro coches salón. Los coches cama se construyen a partir de cuatro remolques MAN con ocho cabinas dobles con literas por coche y dos cuartos de baño y un aseo. Los furgones JJ se transformaron en el coche de personal y en el de energía, que suministra la luz y el agua a todo el tren.

Interior de un compartimento. (Foto: Paco Llata)

1983 –1990. Haciendo camino al rodar
 
Tras construirse en un tiempo récord, el viaje inaugural de El Transcantábrico se realiza en julio de 1983, recorriendo el trayecto La Robla – Cistierna, Cistierna – León. En la capital leonesa se dieron cita las autoridades estatales, autonómicas y locales para celebrar el evento y saludar una incitativa que había dejado sorprendidos a propios y extraños.

Acto seguido, tuvo lugar el primer viaje con pasajeros entre León y Ferrol, travesía que cruzaba el norte de Castilla y León para girar hacia el oeste al llegar a Vizcaya y recorrer a continuación toda la costa del Mar Cantábrico hasta Galicia.  Quedaba así fijada la ruta ya tradicional de El Transcantábrico, vinculada a dos caminos de peregrinos jacobeos: el Camino Norte o de la Costa, al borde del mar, y el Camino Francés, por tierras castellanas y leonesas. 

Durante la década de los ochenta el tren se fue dando a conocer, tanto a nivel nacional como internacional. La promoción de un producto creado de la noche a la mañana no era tarea fácil, pero tras un arranque lleno de fuerza no se iba a abandonar. El camino estaba por hacer, pero se haría sin dejar de rodar.

1991-1999. Del cambio de ruta a las Suites

La década de los noventa se inició con un esencial cambio en la ruta de El Transcantábrico. Gran parte del trazado del Ferrocarril de La Robla, desde Bercedo, en Burgos, hasta Matallana, en León, se cerraba a los trenes de viajeros por motivos de seguridad, dado el deficiente estado de la vía. En 1993 se reabría el trazado desde Matallana hasta la leonesa Cistierna, y en 1994 desde ésta última hasta Guardo, ya en Palencia, gracias al acuerdo entre el entonces Ministerio de Transportes, Feve y la Junta de Castilla y León.

El Transcantábrico, mientras,  había definido una nueva ruta. Ahora los trenes al llegar a Bilbao no giraban hacia el interior como en la década anterior, sino que continuaban hasta San Sebastián, haciendo uso del trazado de Euskotren, el ferrocarril autonómico vasco. A pesar del innegable encanto de la capital guipuzcoana, la ruta burgalesa, palentina y leonesa, y sobre todo la ciudad de León, formaban ya parte de la identidad de El Transcantábrico, y la pérdida nunca se dio por definitiva. El tren debería volver a circular un día por el Ferrocarril de La Robla.

El Transcantábrico continuó mejorando su implantación, así como sus prestaciones. En 1998 Feve construyó el primer coche dotado de cuatro compartimentos suites, pues hasta entonces los viajeros se habían alojado en compartimentos con literas, compartiendo un baño común por cada tres habitaciones. De esta forma se mejoraba la comodidad del viajero, quien disfruta hoy en su compartimento de una cama de matrimonio, un minibar, un armario ropero y un escritorio, más un moderno cuarto de baño  con hidrosauna, turbomasaje y baño de vapor.

El tren, a su paso por el Puente de Arija.

2000-2008. Hacia la  excelencia y la calidad total

A lo largo de  los noventa la demanda de El Transcantábrico fue creciendo, fruto de la mejora en las prestaciones y de la mayor profesionalización de los servicios hosteleros y turísticos.

Para responder a este incremento de la demanda, se construyó el Transcantábrico II, un “hermano gemelo” que duplicaba el número de plazas. El nuevo tren fue inaugurado del 18 de mayo de 2000, obteniendo ya desde esa temporada buenos resultados en sus índices de ocupación.

La construcción del nuevo Transcantábrico se realizó en los talleres de Feve en Asturias. Concretamente, en el taller de Candás se llevó a cabo la transformación de cuatro coches remolques UTDE 5400, en otros tantos coches salón. Una quinta unidad pasó a convertirse en el furgón de servicios destinado a dormitorio del personal. También se acondicionó un furgón DD 9000 como furgón de energía.  Respecto a las suites, se construyeron en los talleres de Feve en Pravia a partir de coches BB 5300. Los revestimientos interiores de maderas nobles y la nueva distribución de los lavabos y las duchas fueron algunas de las novedades más destacadas. Los coches salón, dotados  de suspensión neumática para aumentar la estabilidad, se diseñaron, además, con mayor superficie y altura en su interior.

Las mejoras técnicas continuaron, y desde 2002 todos los compartimentos de El Transcantábrico pasaron a ser suites.

Tras unos años de reducción en la demanda, se produjo a partir de 2004 una recuperación que ya no se detendría en los años sucesivos: En 2007 se alcanzaron los  2.500 viajeros, con un crecimiento del 50% sobre 2003. Este sustancial aumento se debe, entre otras cosas, a una política comercial más ambiciosa tanto en ámbito nacional como  internacional; a un mejor aprovechamiento de las plazas disponibles; a la recuperación de la figura del Jefe de Expedición, suprimida en años anteriores; a un mayor esmero en la oferta gastronómica distribuida a lo largo de la ruta; y, en general, al esfuerzo constante de la compañía  para incrementar el cuidado y los servicios que se ofrecen a los clientes, que, en un producto de estas características, demandan con toda justicia prestaciones de alta calidad.

Prueba de estas mejoras fue la obtención en 2005, mantenida y refrendada en años sucesivos, de dos certificaciones que avalan la excelencia de El Transcantábrico: la “Q” de Calidad que otorga el Instituto para la Calidad Turística Española, ICTE, referente a la vertiente hostelera del tren; y la certificación ISO 1900/2000, que garantiza el buen servicio al cliente, acreditada por BVQI, líder mundial en certificaciones de calidad. A estas certificaciones se añaden varios premios, entre los que destaca el Trofeo Internacional de Turismo, Hostelería y gastronomía “New Millennium Award”.


 
La gastronomía. Un viaje pensado también para el paladar

La gastronomía es, sin duda, uno de los pilares que sustentan el concepto de El Transcantábrico. La oferta en materia de restauración logra elevar cada año su nivel, ya de por sí excelente, gracias a la cuidada selección de restaurantes que, como siempre, discurren pegados a la vía y muestran su fidelidad a los productos más representativos de cada territorio.

No en vano El Transcantábrico recorre provincias y comunidades autónomas  que gozan de la mejor reputación de España en cuanto a oferta gastronómica, por la calidad de sus materias primas y por la esmerada elaboración de sus platos. Los quesos, embutidos, carnes, verduras, pescados y mariscos de Galicia, Asturias, Cantabria, el País Vasco y Castilla y León tienen prestigio universal.

Todos los menús incorporan cuidados y seleccionados vinos que se combinan armónicamente con los ingredientes de cada comida o cena. Y para terminar, café y licores. 
 
La ruta.  La mejor ventana para asomarse al Norte de España

Viajar en El Transcantábrico es la forma más original y atractiva de obtener una panorámica del Norte de España. Sus increíbles paisajes se asoman por la ventana del tren, que serpentea entre montañas escarpadas y profundos valles, playas y acantilados donde se quiebran las olas; prados tan verdes que parecen pintados; bosques frondosos y llanuras labradas que sorprenden al viajero con un sin fin de contrastes. La cultura milenaria de pequeños pueblos y antiguas ciudades cargadas de historia se une a una gastronomía variada y rica en productos naturales, que se encuentra entre las mejores del mundo. Las siete noches y ocho días de este viaje lo harán tan intenso como inolvidable.

La ruta se puede realizar desde León a Santiago o en sentido opuesto, según prefiera el viajero. Las visitas y el recorrido son similares en ambas direcciones.


Fechas de Salida de la Temporada Regular 2009

Salidas desde León

4 de Abril
9, 16 y 23 de Mayo
6, 13, 20 y 27 de Junio
4, 11, 18 y 25 de Julio
1, 8, 15, 22 y 29 de Agosto
5, 12, 19 y 26 de Septiembre
10 y 24 de Octubre

Salidas desde Santiago de Compostela

11 de Abril
2, 9, 16, 23 y 30 de Mayo
6, 13 y 20 de Junio
4, 11 y 18 de Julio
1, 8, 15 y 22 de Agosto
5, 12, 19 y 26 de Septiembre
3 y 17 de Octubre

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