Opinión
OPINIÓN POR DAVID FERNÁNDEZ
Maten a quien maten, sean quienes sean, sea por lo que sea
No tengo más calificativos que añadir sobre los atentados de Paris...
13/01/2015
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EL PODER DE LA PALABRA
...que los ya vertidos por periodistas, políticos y demás ciudadanos de toda índole. Chapeau, que diría un oriundo de aquel país, a la respuesta dada por Francia. Chapeau por sus dirigentes, que han sabido aglutinar a toda la sociedad francesa y a los principales líderes mundiales en su capital.

Chapeau por los periodistas franceses, que han tendido la mano a la publicación –a lo que queda de ella- atacada el pasado miércoles. Chapeau por la policía francesa que ha localizado y fulminado a los asesinos.

Aunque muchos afirmen que hubiese sido mejor cogerles vivos, poca información creo yo que estos fanáticos habrían dado a las autoridades policiales. Por tanto, tres demonios menos en el mundo de los seres humanos. Chapeau también por la comunidad internacional, que ha respondido solidariamente con los atacados.

Sobra decir aquello de que el asesinato está injustificado, que la libertad no debe claudicar ante ningún totalitarismo ni amenaza, que los terroristas deben pagar por lo que han hecho… ¿Sobra? Me hago esta pregunta porque en el fin de semana en el que todo el mundo civilizado estaba en la manifestación de Paris a favor de la libertad, en España, en Bilbao, se producía otra que solicitaba la salida de prisión de terroristas de ETA, conocidos por ellos como presos políticos del conflicto vasco.

Ahí estaban centenares de ciudadanos y varios representantes públicos de varios partidos nacionalistas e independentistas apoyando a los yihadistas vascos, a los integristas de la chapela, a los fanáticos del hacha y la serpiente. No sé si me daba más pena o vergüenza ver que, mientras el mundo civilizado allende los pirineos clamaba por la libertad y plantaba cara al fanatismo, en una ciudad de mi país se pedía la puesta en libertad de personas que, al igual que los terroristas islamistas en Paris, han matado indiscriminadamente a perodistas, políticos, policías, niños, en definitiva, a ciudadanos, por el mero hecho de pensar diferente.

Personalmente me avergüenzo de nuestro sistema político-jurídico por haber permitido que gente que ha cometido tan deleznables crímenes, impropios siquiera de animales salvajes, estén campando a sus anchas en una proceso de excarcelación de etarras que se está llevando a cabo durante los últimos años mientras veo como en el resto de países no se da tregua y se responde contundentemente ante estos ataques salvajes.

Por tanto, condenemos enérgicamente, solidaricémonos con nuestros vecinos por los atentados acaecidos en su territorio, compartamos el pesar porque la semana pasada todo ciudadano libre fue atacado, pero acordémonos también y tengamos presentes que, no hace mucho, en nuestras calles, semanalmente, escoria de la peor calaña -como el que hoy tapea por su pueblo tan tranquilo- mataba indiscriminadamente igualmente y que muchos le dieron y aún le dan amparo a sus “motivos”.

Que hasta no hace mucho, el guardia civil era el que estaba tirado en el suelo mientras esperaba el tiro de gracia del yihadista etarra, que era el periodista de un periódico español el que salía de su casa a trabajar cuando recibía los disparos de los del hacha y la serpiente, que eran los Otegui y compañía los que hacían de azuzadores y predicadores de los que al día siguiente cogían las pistolas y ponían bombas al lado de colegios.

Conciudadanos, políticos, representantes sociales, seamos congruentes. Si ni se nos pasa por la cabeza justificar lo sucedido en Paris por ningún motivo, si vemos como bárbaros a quienes han cometido esos actos y si no querríamos ver en libertad nunca a quienes hacen apología de los ataques terroristas, hagamos lo mismo con la yihad particular que tuvimos en España durante tantas décadas.

No permitamos que quienes asesinaron campen, más aún, a sus anchas y despreciemos con todas nuestras fuerzas a quienes apoyan y permiten la puesta en libertad de los mismos. Seamos congruentes, pues, y mantengamos la firmeza sea quien sea el que mate, sea lo que sea por el motivo que dice matar.
 

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