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BALONCESTO
Marc Gasol, termómetro de los Memphis
Los Grizzlies miden para su desgracia la sed de triunfo o la fiebre de éxito de Cleveland, Golden State y San Antonio
Marc Gasol, clave para los Grizzlies. (Foto: AFP)
Marc Gasol, clave para los Grizzlies. (Foto: AFP)
Ángel Resa
01/04/2015 (08:02 horas)
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En una semana Memphis ha ejercido como termómetro de aspirantes al anillo. Antes de comenzar la campaña el firmante escaló al trampolín de los pronósticos para arrojarse a las aguas inciertas que separan, como en el mar Rojo, aciertos y errores. A fuerza de caer en el desliz de la osadía reduje las candidaturas reales a cinco equipos: tres del Oeste (Golden State, el conjunto que ha girado la historia en Los Ángeles y San Antonio) y dos de la conferencia débil (Cleveland y Chicago). Pues bien, los sólidos Grizzlies han recibido en el FedEx Forum a una terna de estos favoritos y aún se lamen las heridas. Perdieron por 22, 23 y 14 puntos respectivamente contra Cavaliers, Warriors y Spurs. De los enfrentamientos cabe indagar en un par de conclusiones: que el cuadro de Tennessee padece un resfriado pasajero por el estornudo de Marc Gasol, su oso mayor; y que los ganadores infunden el miedo que se les presuponía. El mejor conjunto de la NBA lo hace desde el comienzo del torneo, mientras que al representante de Ohio y al texano les ha costado meses enseñar su gran potencial.

El pívot catalán conoce su enorme ascendencia sobre el grupo y ha tomado el látigo con el que flagelarse. Por exceso, que sin él Memphis no estaría firmando una temporada memorable. En realidad, al cuadro de David Joerger le falta un tirador puro en el quinteto –y otro desde el banquillo- para que los rivales atiendan la vigilancia del perímetro y liberen espacios al mejor dúo interior del campeonato, el que forma el de Sant Boi junto a Zach Randolph. Alguien del tipo Kyle Korver –el escolta de Atlanta de mecánica celestial que viene de anotar once puntos a Milwaukee en un cuarto- o JJ Redick, otra mirilla de precisión al servicio de los Clippers. Porque no se trata de deshacer la mejor pareja bombardera de la Liga, la que componen Stephen Curry y Klay Thompson en el seno de los maravillosos Warriors. Los Grizzlies necesitan, en fin, alguien que represente una verdadera amenaza más allá del arco de tres puntos al margen de los triples esporádicos que puedan colar su base Mike Conley y el racheado Vince Carter. De hecho, solo dos equipos lanzan menos desde esa distancia que Memphis, un factor ya tradicional en una franquicia que apuesta por la defensa, el baloncesto de media pista, un concepto colectivo del juego y la vida cerca del aro. Pero el tiro lejano gana terreno dentro del baloncesto moderno para crear los espacios cada vez más angostos en el ataque posicional. La única manera de alimentar a los pívots y favorecer las penetraciones de los exteriores.

Vayamos por partes, como pidió pacientemente el legendario asesino inglés. Cleveland fue el primer rival que compareció en el FedEx Forum y los Grizzlies le aguantaron media hora con el gancho al cuello. Muy atrás parecen quedar las dudas razonables que generaban los Cavaliers, una plantilla descompensada con el monarca reinando (LeBron James), un base técnicamente perfecto que se dedica a anotar (Kyrie Irving) y un ‘cuatro’ abierto que vive del tiro lejano (Kevin Love). Alrededor, demasiados actores de reparto y un juego interior aún más asolado con la lesión de Anderson Varejao. Y como jefe del banquillo, un magnífico entrenador en Europa (David Blatt) rodeado de ayudantes muy capaces de tomar las riendas en cualquier momento que pueden transformar abrazos en puñaladas. Los niveles de ansiedad del técnico que impartió magisterio en el Maccabi habrán destrozado unos cuantos medidores. Sobre todo, cuando resultaba evidente el escaso respeto que le dispensaban los jugadores.

El equipo perfecto

Pero no hay nada como las victorias para remansar el ambiente. Eso y los buenos movimientos de la gerencia deportiva en el mercado de invierno, que procuraron al equipo las incorporaciones del escolta JR Smith (talento sobresaliente en cabeza hueca) y del ‘cinco’ Timofey Mozgov, muy bien bautizado como ‘la montaña rusa’ por el comentarista televisivo Fran Fermoso. El pívot ha llegado a Ohio para llenar una zona vacía, tapar la mayor carencia del grupo y enfilar la senda de los triunfos que convierte a Cleveland en el ogro de los dos últimos meses. Vale que su baloncesto no responde a los cánones del academicismo porque LeBron morirá como hombre-orquesta, pero los Cavaliers creen en lo que hacen y despachan adversarios con el argumento irrebatible de la contundencia. Realmente pasaron por encima de Memphis, un aspirante riguroso que presume con razón de parecerse al granito.

Klay Thompson (arriba), pieza clave de los maravillosos Warriors. Abajo, Kawhi Leonard (Spurs) y la 'montaña rusa' Mozgov de Cleveland. Klay Thompson (arriba), pieza clave de los maravillosos Warriors. Abajo, Kawhi Leonard (Spurs) y la 'montaña rusa' Mozgov de Cleveland. Klay Thompson (arriba), pieza clave de los maravillosos Warriors. Abajo, Kawhi Leonard (Spurs) y la 'montaña rusa' Mozgov de Cleveland. 

¿Qué más añadir sobre Golden State? Ningún elogio superlativo que no hayamos escrito antes. Una máquina preciosa y perfecta de fabricar baloncesto en un momento dulce para este juego tras la portentosa exhibición colectiva de San Antonio el año pasado. Los antaño divertidos y desmadejados Warriors forman ahora un equipazo irreprochable, que aúna belleza y eficacia cada noche. Ahora, además de seducir, defienden. Se sacan puntos de la chistera, triples de la nada (Curry), a la salida de los bloqueos (Thompson) o en transición, levitan más que corren sobre la cancha como catedráticos del campo abierto, circulan la pelota a partir de la fantasía de su base y el dinamismo sin balón que favorecen los cortes hacia la canasta y cuentan con buenos pívots conscientes de interpretar papeles secundarios, aunque importantes para el engranaje colectivo. Sencillamente, ver a Golden State colma los sentidos. Los Grizzlies tampoco soportaron tal arsenal más de treinta minutos.

“Nunca subestimes el corazón de un campeón”, dijo Rudy Tomjanovich, el preparador de los Rockets que enlazaron dos títulos consecutivos aprovechando las veleidades de Michael Jordan con el béisbol. Pues eso. Que nadie aparte a San Antonio, la mejor franquicia del deporte profesional estadounidense en la última década y media. Los Spurs de Gregg Popovich se toman la vida como una pendiente en ascenso, empiezan como todos y acostumbran a escalar cuando otros llanean. El gurú de los banquillos dosifica una plantilla veterana a la que le cuesta arrancar y ha padecido durante meses unas prestaciones de Kawhi Leonard distantes de las que le auparon justamente como hombre más valioso de la pasada final. Pero el alero ‘ha vuelto’ a un equipo en el sentido literal del término que esconde sus ínfimas carencias y ofrece sinfonías a menudo. También los Spurs han ganado de manera holgada en el FedEx Forum para confirmar que tres de los aspirantes mayores se postulan muy en serio. Cleveland y San Antonio rubrican balances recientes de 8-2. Golden State va más allá. Como Bo Derek en su tiempo (10-0), los Warriors se titulan ‘el equipo perfecto’. Y, entretanto, Memphis midiendo la sed del triunfo, la fiebre del éxito.

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