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REPORTAJE
'Manolas genarianas' para llorar al santo borrachín
Mientras se aclara si Genarín estaba orinando o "colocándosela" cuando murió atropellado, la procesión pagana celebra los 85 años del suceso
Luis V. Huerga / @luisvhuerga
17/04/2014 (13:45 horas)
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Fueron cuatro los ‘evangelistas’ que ensalzaron a Genaro Blanco cuando la muerte le sobrevino, con el calzón bajado, una noche de Jueves Santo al Viernes Santo de 1929. León no era más que una ciudad intramuros, que dejaba asomar con levedad cierta expansión urbana hacia la zona de la Era del Moro. Unos 25.000 habitantes residían en la capital de una provincia bajo el régimen del general Primo de Rivera. Hoy, más de 15.000 personas, muchas de ellas llegadas desde fuera de las fronteras provinciales, frente a aquellos cuatro pioneros, son quienes contribuyen a mantener viva la tradición pagana más leonesa.

Genarín se prepara para salir en procesión, como santo declarado que ha sido para quienes no quieren perder un icono de la bohemia leonesa de principios de siglo. Una vida taciturna, eso sí, de boina, harapos, orujo y putas que, en el caso de este pellejero de profesión, acabó de golpe cuando la ‘Bonifacia’, un camión de Bomberos reconvertido en el primer camión de la basura, arrolló a este personaje “querido y admirado por muchas personas”. Dicen que si se encontraba orinando a los pies de la muralla de León. Pero no está claro.

“La verdad es que no se sabe lo que estaba haciendo. Lo que sí se sabe es que tenía bajado el calzón. Pero no se sabe si estaba orinando o si se la estaba colocando”, explica Maximino Barthe, abad de la Cofradía de Nuestro Padre Genarín. Lo que sí es cierto es que, a pesar de que durante años se prohibió, la procesión en honor a este particular ‘santo’ está más viva que nunca y, además, en esta ocasión traerá novedades. Los pasos han sido restaurados y, además, se incorporará la figura de la ‘Manola genariana’. “No te voy a decir cómo van a ser esas manolas. Imagínatelo y vete a comprobarlo”, espeta el abad.

Genarín, el "pasaporte"

Todo ello como resultado de un fervor que hay que debérselo a aquellos cuatro evangelistas: Paco Pérez Herrero, mecánico dentista y poeta que hizo resurgir la tradición tras los años de censura; Luis Rico, aristócrata bohemio; Nicolás Pérez, árbitro de fútbol y agente comercial quien plantó los ajos en las porterías de La Puentecilla en los mejores años de la Cultural y Deportiva Leonesa; y Eulogio ‘El Gafas’, taxista, uno de los evangelistas más prolijos en la creación literaria entorno a Genarín y sus aficiones.

Pero eso sí, nada hubiera sido posible sin Genaro Blanco y Blanco no hubiera tenido aquel carácter, aquella forma de ser que le hizo tan popular. “Un bohemio con muchos oficios, muy conocido por la juventud porque era jovial, dicharachero, conocía las tascas y los lupanares. Era querido y admirado por muchas personas”, recuerda Barthe. Eso sí, quien mostraba en aquella época coetánea al pellejero cierta querencia por este personaje, en ocasiones no era más que por conveniencia.

“Entraba en los bares con sus ripios de borracho y se acercaban a él porque Genarín era pasaporte para que los jóvenes pudieran entrar en los lupanares. Entrabas con él, te presentaba y luego le invitabas a una copa de orujo”, comenta el abad de la singular cofradía. De hecho, Genarín “se codeaba en los prostíbulos con los garbanzos negros de las familias más granadas”. “Ni una sola de las prostitutas que ejercieron la carrera en León en el primer cuarto de siglo pasó a la situación de reserva sin haber recibido en su cama de operaciones la visita del santo pellejero.

"Que cada uno lleve su orujo"

Con estos mimbres, se celebrará en la noche de Jueves Santo al Viernes Santo la tradicional procesión. Después de una cena de los alrededor de 120 cofrades en el Barrio Húmedo, el desfile partirá de la plaza del Grano al tercer cubo de la Muralla de León, 85 años después de la muerte del personaje. El orujo correrá a raudales, eso sí, “que cada uno se lleve lo suyo”. Entre la fiesta en la caminata, con las antorchas encendidas, los pasos de la procesión. El que porta las ofrendas (el pan, el queso y la naranja, su dieta), la imagen del propio ‘santo’ y ‘La Moncha’, la prostituta que protagoniza uno de los milagros que se le atribuyen, así como La Muerte y el barril de orujo.

Cuenta la evangélica leyenda que esta ramera abandonó el oficio tres ver el cuerpo sin vida de Genaro. Se cuenta como uno de esos milagros, junto con un gol de la Cultural y Deportiva leonesa después de ‘bendecir’ el campo de La Puentecilla con orujo y plantar ajos en las porterías. Pero también la cura a un enfermo de riñón que sufrió dolor al paso del cubo de la muralla donde murió Genarín, lugar donde pudo orinar y expulsar una piedra del tamaño de una nuez. Por último un extremo que no está claro, el castigo para el ladrón de las ofrendas, los alimentos que se colocan en lo alto de la muralla en honor del personaje que, en una de sus fechorías, resbaló y se rompió la cadera.

Un extremo que no está claro porque en los tiempos en los que el socialista leonés José Luis Rodríguez Zapatero llegó a la presidencia del Gobierno, hubo quien le atribuyó también al pellejero que obrara este ‘milagro’. Años después y, a la vista de los resultados, “eso es algo que pasó, pero no como un milagro, pero se lo debió ganar él solo…”, reflexiona Maximino Barthe.

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