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Los Picos de Europa en 1956
Una lección de naturaleza que cuando fue declarado Parque Nacional, en 1995, se convirtió en el mayor del Viejo Continente
Dos mujeres en el Valle de Valdeón.
Dos mujeres en el Valle de Valdeón.
Federico Ayala Sörenssen / ABC
18/09/2014 (12:45 horas)
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En 1918 se celebró en España el duodécimo centenario de la batalla de Covadonga. Una proposición de ley propuso que se declarase parque nacional el parque natural de la montaña de Covadonga, teatro de las hazañas de Pelayo. El 22 de julio de 1918, Alfonso XIII aprobó el primer espacio protegido de España, con el nombre de "Parque Nacional de la Montaña de Covadonga": 16.925 hectáreas que fueron ampliadas hasta las actuales 64.680 en 1995. Ayer se anunció que será ampliado de nuevo en 2.467 hectáreas más.

Cuando fue declarado Parque Nacional de los Picos de Europa, en 1995, se convirtió en el mayor del Viejo Continente. En ese momento, ABC publicó un estupendo informe de la periodista Margarita Díaz: "El Parque se sitúa al norte del eje central de la cordillera Cantábrica. Se extiende entre el mar -del que lo separan las sierras asturianas de Sueva y Cuera- y profundos valles con típicos pastos que lo separan de la Cordillera. Se trata de la mayor masa caliza carbonífera de Europa, con espléndidas formaciones cársticas, profundos desfiladeros y espectaculares simas subterráneas. Más de setenta cimas superiores a los 2.000 metros de altitud adornan los 40 kilómetros de longitud que suman los tres macizos: occidental, central y oriental. Precisamente, son estos dos últimos los que aportan mayor Superficie al nuevo parque nacional. Torre Cerredo, Peña Santa de Castilla, Pico Tesorero y, sobre todo, el mítico Naranjo de Bulnes constituyen un paraíso para escaladores y montañeros.

Entre sus valores biológicos destacan sus manchas de bosque atlántico, con robles, hayas, fresnos, alisos, abedules, olmos, nogales, tilos, avellanes, tejos y sauces, sin olvidar matorrales como el majuelo, la zarzamora, la genista, el enebro rastrero y arandanedos que crecen en sus valles. Su rica flora se complementa con gencianas, siemprevivas, violetas, dedaleras, orquídeas, azucenas y lirios de montaña, entre otras. Y se distingue con más de treinta endemismos.

La fauna abarca más de 200 especies, entre las que destaca, como rey de los Picos de Europa, el rebeco, con una población de unos dos mil individuos, la mayor de España, sin olvidar la cabra montés cantábrica.

Otros mamíferos emblemáticos de este joven macizo montañoso, nacido hace sólo 300 millones de años, son el oso pardo (poco más de medio centenar de ejemplares), y el lobo, ambos amenazados de extinción. También campean el corzo, la marta, la nutria, el gato montés, el zorro y el tejón. El capítulo de aves, con 130 especies, tiene como estrella al raro y huidizo urogallo, que habita en los hayedos más profundos. Otra ave característica de los Picos es la chova piquigualda, mucho menos frecuente que la piquirroja, ésta más repartida por el territorio nacional. Además, hay rapaces y carroñeras como águila real y calzada, gavilán, ratonero, halcón peregrino, alimoche y una numerosa población de buitre común. También hay lugar para las acuáticas.

Completan el catálogo 30 especies de reptiles y anfibios. Las más abundantes son: lagartija semana y de turbera, salamandra rabilarga, lagarto verde y víbora de Seoane".

El autor de esta fotografía y del artículo al que acompañaba, es Diego Quiroga Losada, Marqués de Santa María del Villar (Madrid, 1880- San Sebastián, 1976) Gran aficionado a la montaña, fundó con Manuel G. de Amezúa el Club Alpino Español. La caza y la fotografía completaron las tres grandes aficiones del marqués. Sus fotografías de paisajes de España constituyeron una obra monumental, en gran parte destruída durante la guerra civil. Parte de su archivo recabó en ABC. La adquisición de los archivos gráficos del Marqués de Santa María del Villar y de Gutiérrez Ravé, son los únicos fondos fotográficos no generados por las actividades editoriales de Prensa Española de los que tenemos constancia documental en el Archivo de ABC.

Con precisión de antropólogo fotografió España casi por completo, dejándonos un legado que con los años va cobrando mayor valor. Con su automóvil se dedicó a recorrer las precarias carreteras que le llevaron hasta rincones de difícil acceso incluso hoy en día. Fruto de esos viajes, nos deja estampas en las que podemos contemplar el cambio que se ha producido en nuestro país. La imagen de este campesino, con su carro de bueyes, el hórreo detrás es un buen ejemplo de lo que decimos. 

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